LA FE QUE NO OBRA EN AMOR EXCLUYE (Primera Parte)

 



Por Alejandro Rodriguez Bazo

El gran problema que tenemos sin resolver y que lleva siglos haciendo estragos son las doctrinas e interpretaciones de los hombres, poniéndolas al nivel de las palabras de Elohim, es decir, doctrinas exclusivistas que no buscan la paz ni buscan ponerse de acuerdo en aquello que los une a pesar de las diferencias.
Yeshua sin importar las opiniones o creencias que tuvieran acerca de su persona recibió a todo el que salía al encuentro y recibía invitaciones de personas que buscaban un fallo en su conducta para criticarle.
De hecho con las memorias que tenemos de él en el Nuevo Testamento, vemos que aún siendo el Maestro, el Profeta o el Mesías; nunca hizo énfasis en que las personas le siguieran, ni mucho menos en que aprobaran su ministerio o misión.
A la verdad el quería que las personas recibieran su mensaje pero a pesar de que muchos no le creían o no aceptaban lo que él enseñaba, les exhortaba a que comprobaran si la doctrina (enseñanza) que el transmitía era de Elohim (Dios) o si él hablaba por su propia cuenta como está escrito:
Juan 7:16:18
Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta.
El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.
Yeshua no tenía inconveniente alguno en reunirse con alguno, aún cuando éste que acudía a su encuentro evitaba ser visto con él como es el caso de Nicodemo.
Juan 3:1-2
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Yeshua no estaba interesado en que muchas personas le siguieran, no porque estas no tuvieran condiciones para seguirles sino que él no podía hacerse cargo de ellas.
El escogió a los doce para que estuvieran con él en su itinerario y se responsabilizó por ellos en darles comida y lugar para reposar a través de aquellas personas que los acogían en sus casas, de manera que a las multitudes despedía y a personas que en privado les pedían ser sus discípulos él les decía que regresaran en paz a sus casas o que no transgredieran más la Torá, etcétera.
Podemos ver que para Yeshúa según los evangelios lo más importante para él no era que lo siguieran, sino que guardasen la Torá del Padre.
De hecho hubieron sanidades que implicaba que la persona tuviera que ir a su casa y comprobar la sanidad de su pariente o siervo enfermo y eso le llevase a no ver más a Yeshúa ni agradecerle por la sanidad obtenida.
Pero también podemos decir que hubieron personas que recibieron sanidad de parte de Elohim por la palabra enviada por Yeshúa y nunca lo conocieron en persona.
Yeshua estaba consciente de que la gloria en todo lo que hacía era para el Padre y su deseo era que las personas renovaran su confianza en el Padre celestial.
Es evidente que algunos de sus discípulos no comprendían las actitudes de Yeshúa como está escrito:
Marcos 9:38-39
Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía.
Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.
Aquí vemos como uno, no siendo discípulo directo de Yeshúa hacía lo que él les mandó a sus discípulos que hicieran.
Aquí podemos ver el pensamiento exclusivista de los discípulos: Como no nos sigue, se lo prohibimos.
Pero por qué hicieron esto?
Porque no era uno de ellos, no estaba siendo supervisado ni por Yeshúa, ni por ninguno de ellos.
Con qué autoridad podía hacer ese hombre tales señales sino los seguía a ellos ni a Yeshúa?
Era evidente que tenían celos, además del deseo de controlar todo lo que tuviera que ver con ellos y con Yeshúa.
Podemos afirmar con certeza que para Yeshúa no era tan necesario que las personas le siguieran sino que hicieran la voluntad del Padre celestial.
Muchas personas que oyeron de él o estuvieron presentes en sus sermones y señales no pudieron comprobar su mesianismo porque él les encargó a los discípulos de que nadie supiera acerca de ello, de manera que las personas mientras estuvo Yeshúa en la tierra lo identificaron como Maestro y Profeta.
Pues bien, podemos decir que en los evangelios sinópticos, Yeshúa no estuvo interesado en llamar su atención sobre sí, ni en tener muchos seguidores como hoy en día los llamados apóstoles, profetas y maestros los cuáles construyen mega iglesias para congregar multitudes de gentes y hacen de todo para que se les reconozcan como siervos ungidos por Dios y los creyentes tengan que depender de ellos.
Yeshúa buscaba que las personas retornaran al Padre aún cuando él no estuviese presente para corroborar si hicieron o no lo que les predicaba.
Hoy en día queremos controlar el crecimiento espiritual y el dinero de las personas.
Queremos saber que es lo que piensa y cree para saber si es uno de nosotros o sino apartarlos de nosotros.
CONCLUSIONES
Es triste ver cómo por doctrinas de hombres los hermanos se separan teniendo en común al Padre, a Yeshúa e incluso la Torá, porque se creen receptores de la verdad, que tienen la última revelación y por tanto sino caminas en la misma dirección, entonces eres juzgado y hasta lanzado para el infierno en los concilios
de ellos.

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