DIOS NO TIENE UN ENEMIGO ESPIRITUAL, ÉL ES ÚNICO

¿Entiendes lo que lees?


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 En primer lugar, usted debe entender que términos como Satanás o diablo, nunca aparecen en la Biblia como nombres propios, y que vocablos como Lucifer y ángel caído ni siquiera se mencionan en ella. La única referencia cercana que existe en la Biblia con respecto a la palabra Lucifer es Isaías 14:12 donde dice «Lucero, hijo de la mañana», y que analizaré detalladamente más adelante. Si bien es cierto, los dos primeros términos sí aparecen en nuestras Biblias, pero nunca aludiendo a un ser espiritual, sino que, en ambos casos describiendo la actitud opositora de un individuo, o incluso, a las maquinaciones de su mente.   La idea que hoy se concibe del mal personificado en un supuesto ángel caído, corresponde a un gravísimo error de traducción, especialmente con la palabra «Satanás» que en hebreo se escribe  שָׂטָן satán, y cuyo significado es: adversario, opositor, acusador, enemigo. Este término en particular aparece en el Antiguo Testamento unas 24 veces, connotando siempre alguno de los adjetivos calificativos de su significado original. Lo curioso del asunto, es que los traductores de la Biblia emplearon el vocablo «satán» como un nombre propio, es decir, Satanás, solo en algunas ocasiones, como por ejemplo en: Job 1:6 y Zacarías 3:1, entre los más conocidos, pero no lo hicieron en otros, sino que solo se limitaron a transcribir el adjetivo correspondiente, como es el caso de Números 22:22 en donde dice: «Y la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos». Aquí la palabra «adversario» en hebreo se escribe igualmente satán, como en los pasajes de Job y Zacarías, obviamente en su transliteración a nuestro sistema escritural, sin embargo, los traductores al traducir ese versículo no transcribieron «Satanás» como en los pasajes que cité más arriba, sino simplemente colocaron el adjetivo «adversario», tal vez, por considerar que el término Satanás era muy fuerte como para referirlo al ángel de Jehová. Estos dos pasajes, como así también, todos en los que se encuentra implícito el termino satán, los analizaré un poco más adelante en este capítulo.


     Lo importante aquí es que comprendamos que Dios es único y absoluto, no tiene un enemigo personal poderoso, ni ha creado ángeles malos que estén en contraposición a él. La Biblia enseña que los ángeles son todos siervos de Dios y ejecutan solamente su voluntad (Sal.103:20), aunque a veces fue para destruir, como lo dice el salmo 78:49


«Envió sobre ellos el ardor de su ira; Enojo, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores».


     Dios nunca advirtió a Israel sobre un enemigo espiritual; es más, nunca les insinuó siquiera, a través de sus profetas, que existía un ángel rebelde poderoso que dominaba sobre la esfera terrestre y de quien deberían cuidarse. Al contrario, Dios siempre exhortó a su pueblo que él era el único Dios, que no existían otros dioses, ni iguales, ni inferiores a él; él era soberano:


Ved ahora que yo, yo soy,


Y no hay dioses conmigo;


Yo hago morir, y yo hago vivir;


Yo hiero, y yo sano;


Y no hay quien pueda librar de mi mano (Dt. 32:39).


No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno (Isa 44:8).


     Así era como lo entendía Israel en el principio. Sin embargo, con el correr del tiempo, muchas de las creencias y prácticas de los pueblos que le circundaban, fueron afectando la pureza e integridad de sus principios religiosos. Una filosofía que influyó significativamente en la cultura judía, fue la religión babilónica/persa del zoroastrismo, cuyo postulado era que había un dios bueno (Ahura Mazda) que habitaba en la luz,   y un dios malo (Ahriman) quien dominaba las tinieblas. Esta filosofía dualista estaba en pleno desarrollo cuando Judá fue llevado cautivo a Babilonia y según algunos eruditos como Boyce, (1987); Black and Rowley, (1987); Duchesne-Guillemin, (1988) creen que un buen número de elementos de la escatología, soteriología, angelología y demonología del judaísmo, una influencia clave en el cristianismo, tiene su origen en el zoroastrismo, y fue transferida al judaísmo durante la cautividad babilónica y la era persa7


7http://es.wikipedia.org/wiki/Zoroastrismo).


Al parecer, Isaías 45:5-7 es una clara exhortación a los judíos en la cautividad a no dejarse influenciar por esta creencia.


5Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, 


6para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, 


7que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.


     En realidad si lee con atención, todo el capítulo 45 de Isaías es una clara advertencia a los judíos cautivos a que no adopten ninguna de las creencias o costumbres babilónicas ni persas, sino que permanezcan firmes en su fe. Lamentablemente Israel no fue fiel a la Palabra de su Dios y poco a poco se fue dejando influenciar por ellas, hasta el punto que para la etapa post exilio, habían adquirido un enfoque dualista del cosmos al igual que ellos, es decir, concebían la idea de dos puntos opuestos como lo eran el bien y el mal, aceptando que Dios solo hacía el bien, y que por lo tanto, todo lo malo venía de un ente poderoso sobrehumano, y que estaba separado de Dios. Como los judíos eran monoteístas, no quisieron aceptar la idea de otro dios, aunque este fuera antagónico al suyo; así fue como nació la creencia judía de los ángeles pecadores. No puedo ni deseo dedicar demasiado espacio a escribir sobre todas las culturas de pueblos que influenciaron sobre los judíos en muchas de sus anti bíblicas costumbres, pero invito al lector, al estudiante serio y responsable de la Biblia, que indague, que busque en cuanta fuente le sea posible y compruebe por sí mismo que la creencia en diablos y demonios es más antigua que la Biblia misma, pero que bajo ningún motivo es enseñanza de ella. Descubra como es que llegó a nosotros la idea de un ser horrible y abominable, con cuernos y rabo, y que domina el reino de las tinieblas. Hoy gracias a la Internet, se puede decir, tenemos prácticamente toda la literatura del mundo a nuestro alcance; solo necesitamos un mínimo de conocimiento en el uso de un computador y podemos acceder a todo tipo de información. Lo que yo sí deseo en este capítulo es poder demostrarle con la «sola» Biblia que Satanás no existe, no es real; y si es que en verdad la palabra satán en algunos pasajes se le asigna a un ángel, ese ángel no es el diablo, ni es un ángel caído, sino simplemente un ángel de Dios enviado por él para cumplir un propósito especifico, ya sea a favor o en contra del hombre.

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