DE LA SERIE "CONOZCA SU IDENTIDAD"...LA RESTAURACIÓN FINAL
Restauración Final
Hemos venido hablando de cómo la familia de Israel (Casa de Jacob), las doce tribus, se dividieron en dos reinos: Israel (10 tribus del norte) y Judá (2 tribus más los levitas). La Casa de Jacob ha estado dividida por siglos, al punto que ya no se reconocen como hermanos. Pero esta separación no durará para siempre.
Jeremías profetizó acerca de las dos familias de la Casa de Jacob…
(Jeremías 33:23-26) Vino palabra del Eterno a Jeremías, diciendo: ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que el Eterno escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. Así ha dicho el Eterno: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.(Jeremías 23:3-6) Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice el Eterno. He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: El Eterno, justicia nuestra.
También el profeta Ezequiel recibió revelación divina de la restauración de las dos casas de Israel. El capítulo 37 es crucial para entender esto. Este capítulo comienza con la visión que tuvo el profeta en un valle, el cual estaba lleno de huesos secos.
Algunos han interpretado que esos huesos secos son los judíos, pero el texto claramente señala que es la “Casa de Israel”.
(Ezequiel 37:11-14) Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la Casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho el Eterno el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy el Eterno, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo el Eterno hablé, y lo hice, dice el Eterno.
A continuación, Ezequiel recibió la revelación de la restauración entre Judá y Efraín.
(Ezequiel 37:15-23) Vino a mí palabra del Eterno, diciendo: Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros. Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano. Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?, diles: Así ha dicho el Eterno el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano. Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, y les dirás: Así ha dicho el Eterno el Señor: He aquí yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos. Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.Oseas recibió la misma revelación, y escribió:
(Oseas 1:11) Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande. Dios nos ha revellado através de Isaías que Él no se ha olvidado de Efraín ni de Judá. Aunque estén dispersos, él va a juntar a un remanente. Los reunirá y los traerá de vuelta a la Tierra que Él escogió.
(Isaías 11:11-13) Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que El Eterno alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará le envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín.
Históricamente ha habido conflicto entre hermanos: Efraín (los gentiles) y Judá (el pueblo judío). Pero Dios va a sanar esa enemistad y envidia. Tal vez ahora no se reconozcan, pero lo harán, de la misma manera en que José reconoció a sus hermanos cuando ellos llegaron a buscar alimento a Egipto, y él era gobernador. Primero los reconoció José, y luego él se dio a conocer. Esa es una sombra de lo que pasará con la Casa de Efraín y la Casa de Judá en los últimos tiempos.
Pablo escribió:
(Efesios 2:11-22) Por tanto acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo UNO, derribando las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
El mismo Caifás, sumo sacerdote en Jerusalén en el año en que Jesús fue crucificado, profetizó acerca del papel que el Mesías jugaría en la redención de toda la casa de Israel. Juan lo explicó de la siguiente manera:
(Juan 11:49-52) Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni penséis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Jesús vendrá a derribar los muros de separación entre las dos casas de Israel. Caerá la religiosidad de unos y el paganismo de otros, y volverán a unirse como un solo pueblo. La división se acabará. Solamente habrá UN PUEBLO de Israel con UN SOLO DIOS, UN MESÍAS y UNA TORÁ. Ambas casas deben seguir el mismo plan divino para alcanzar la plena restauración de Israel.
La restauración de Israel será en el marco del Nuevo Pacto. Pero, ¿en qué consiste el Nuevo Pacto que hará el Eterno con Israel y Judá?
(Jeremías 31:31-34) He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: conoce al Eterno; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.
Ni Judá ni Israel (Efraín) han podido cumplir con toda la ley de Dios. “No hay justo, ni aún uno” (Rom. 3:10). Pero Dios nos ayudará a que podamos vivir en el orden que Él ha establecido gracias a que Él grabará en nuestros corazones Su Ley. Nos va a ser natural obedecer. El Nuevo Pacto no cambió la ley, sino el lugar donde estaba escrita.
(Ezequiel 36:24-28) Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra. (25) Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. (26) Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. (27) Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas. (28) Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.El Eterno va a unir a las dos Casas. Ya no van a ser dos pueblos, sino serán UNO. Tanto los Hijos de Israel (Efraín) como los Hijos de Judá (los judíos) dejarán sus propios caminos, y se volverán al Eterno y preguntarán por las “sendas antiguas” que llevan a Sión.
(Jeremías 50:4-5) En aquellos días y en aquel tiempo, dice el Eterno, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; e irán andando y llorando, y buscarán a el Eterno su Dios. Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid, y juntémonos al Eterno con pacto eterno que jamás se ponga en olvido.
Comentarios
Publicar un comentario