REGRESANDO A LA CASA DEL PADRE...
En la iglesiandad se habla mucho de "convertirse al Señor", de "volverse a Dios", de "regresar a casa", de volverse al Padre...pero surge una pregunta: ¿Cómo podemos volver a a alguien con quien nunca antes estuvimos? ¿Cómo puedo yo "volverme a Casa" sin jamás haber estado o sido parte de esa "casa"?. ¿Qué significa "convertirse al Señor", sino es volverse a Dios? Otra vez: ¿Cómo puedo volver a donde nunca estuve? En la antiguedad, cada vez ves que los Israelitas se apartaban de Dios, Él lo instaba a volverse a Él, lo hacía por medio de sus siervos las Profetas. Para que a nosotros se nos haga un llamado a "convertirnos" o volvernos al Dios, es menester que de alguna manera hayamos estado con Él antes...o talvez nuestros antepasados estuvieron en una relación con Dios y se apartaron y por consecuencia nosotros también estemos apartados y tengamos la necesidad de volvernos. a retomar las sendas antiguas que nuestros antepasados abandonaron. Tomemos como ejemplo la famosa parábola (ilustración) conocida como la parábola del "hijo Pródigo". El muchacho más joven o menor pidió su parte de la herencia paterna y se marchó de casa, se fue lejos. Malgastó toda su herencia y terminó "apacentando cerdos"...La sola idea de un judío apacentando cerdos es repugnante. Este joven cayó en lo más bajo, como dirían hoy, "tocó fondo"...pero hay algo interesante, nunca dejó de ser hijo, nunca dejó de ser considerado hijo por parte del corazón de su padre. El chico sintió hambre, deseó poder comer del propio alimento de los cerdos...y "volviendo en sí" decidió volver a la casa de su padre con arrepentimiento en su corazón. El Padre, al verlo de lejos, corrió hacia él, se colgó de su cuello, lo abrazó, lo besó, restaurándolo a la posición de hijo. Este "hijo pródigo" simboliza a la Casa de Israel, a Efraín, que se apartó de Dios y se mezcló con las naciones paganas perdiendo su identidad hebrea. El "hijo mayor" simboliza a la Casa de Judá. Es de notar lo que el padre dice acerca de su hijo "pródigo":
"Sacad de inmediato el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies. Traed el ternero engordado y matadlo. Comamos y regocijémonos, porque este mi hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y ha sido hallado.' Y comenzaron a regocijarse" (Lucas 15:22-24).
La casa de Israel fue reputada muerta, se les consideró no hijos, se perdió en las naciones, perdió su identidad hebrea, per el Padre Celestial nunca se olvidó de ellos, nunca dejó de amarlos, no les desecharía para siempre. Según Oseas profeta, los hijos de Israel, aunque se les dijo que no eran hijos, ni Dios sería mas su Dios de ellos, se les profetizó:
"No obstante, el número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y sucederá que en lugar de lo que se les dijo: ‘Vosotros no sois mi pueblo’, se les dirá: ‘Hijos del Dios viviente.’
Los hijos de Judá y de Israel serán congregados en uno y nombrarán para sí un solo jefe. Y subirán de la tierra, porque grande será el día de Jezreel" (Oseas 1:10-11).
"Ella [la Casa de Israel] se ha ido tras sus amantes y se ha olvidado de mí,' dice Jehovah. 'Sin embargo, he aquí que yo la persuadiré, la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Y desde allí le daré sus viñas, y el valle de Acor será como puerta de esperanza. Allí me responderá como en los días de su juventud, y como en el día en que subió de la tierra de Egipto" (Oseas 2:13-15).
Pablo también confirma esa bendita promesa de redención para la Casa de Israel, — Romanos 9:23-26.
La Casa de Judá (los Judíos) representados por el "hermano mayor" de la parábola, se enoja de que la Casa de Israel (todos los verdaderos creyentes y seguidores del Mesías Yeshua (Jesús)) sean considerado hijos y tengan tantos privilegios departe del Padre Santo, pero al final de cuenta serán un solo rebaño bajo un solo Pastor o Caudillo, el MESÍAS.
¡Que cada uno llegue a sus propias conclusiones!
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