Satanás en el Antiguo Testamento: Un Estudio del Uso del Vocablo Hebreo 'satan'

 


Satanás es la forma castellanizada de un vocablo que aparece 33 veces en el texto hebreo del Antiguo Testamento en la forma satán. Se cree comúnmente que la palabra «Satanás» designa en sí un malvado y poderoso ser sobrenatural, pero esta creencia carece de fundamento bíblico. El propósito del presente ensayo es mostrar el verdadero significado de la palabra «Satanás» tal como se emplea en el Antiguo Testamento.


Es importante reconocer que la palabra hebrea original satán no es un nombre propio, es decir, el nombre de una persona, sino sencillamente un vocablo común y corriente que significa adversario, enemigo, acusador o calumniador. En muchas ocasiones la palabra hebrea satán aparece traducida al castellano en nuestra Biblia, pero en otras ocasiones los traductores la han dejado sin traducir y con mayúscula, dando la falsa impresión de que se trata de un nombre propio. (La palabra satán nunca se escribe con mayúscula en hebreo porque las letras mayúsculas no existen en hebreo.) Para saber quién es el adversario o enemigo a que se refiere el vocablo satán en un versículo determinado es necesario leer todo el pasaje y estudiarlo en su contexto. Como veremos, generalmente resulta fácil identificar al adversario, aunque esto puede ser problemático en algunos casos.


La palabra satanás traducida al castellano

La prueba de que satán es un vocablo hebreo común y corriente es el hecho de que a menudo aparece en la versión castellana del Antiguo Testamento en forma traducida al castellano, de manera que el lector inadvertido de la Biblia se encuentra muchas veces con la palabra satán sin darse cuenta de ello. En la Biblia Reina-Valera de 1960, satán es traducida al castellano en 14 ocasiones:


Números 22:22 En este versículo el ángel de Dios es un adversario (hebreo satán) para Balaam, poniéndose en el camino para impedir que Balaam salga a maldecir al pueblo de Israel.

Números 22:32 La frase «yo he salido para resistirte» es la traducción al castellano de una frase hebrea que dice literalmente, «yo he salido como adversario (satán) tuyo.» Nuevamente, el adversario en referencia es el ángel de Dios. En estos dos casos, el satán o adversario a que se refiere es el mismo ángel de Dios, por lo que se puede ver claramente que la palabra satán no se refiere necesariamente a un ser maligno o malvado. El ángel de Dios fue un satán para Balaam simplemente porque se opuso a que fuera con los embajadores de Balac.

1 Samuel 29:4 Los filisteos temen que David se les vuelva enemigo (hebreo satán) si sale a la guerra con ellos.

2 Samuel 19:22 David dice que los hijos de su hermana Sarvia (Joab y Abisai) le son adversarios (hebreo satán) porque quieren dar muerte a Simei, mientras que David ha decidido perdonarlo.

1 Reyes 5:4 Salomón dice que no hay adversarios (hebreo satán), es decir, que está en paz con las naciones circunvecinas.

1 Reyes 11:14 Hadad edomita es un adversario (hebreo satán) de Salomón.

(2 veces)1 Reyes 11:23 y 11:25 Rezón hijo de Eliada es otro adversario (hebreo satán) de Salomón.

Salmos 38:20 David dice que los que le pagan mal por bien le son contrarios (hebreo satán).

Salmos 71:13 David desea que perezcan sus adversarios (hebreo satán).

Salmos 109:4 David se queja de sus adversarios (hebreo satán).

(2 veces)Salmos 109:20 y 29 David se queja nuevamente de los que lo calumnian (hebreo satán).

Zacarías 3:1 El verbo acusarle es una forma de la palabra hebrea satán. Este versículo y el siguiente, en los que la palabra satán también aparece sin traducir, serán explicados más adelante.

La palabra satán sin traducción

Ya hemos visto que en el Antiguo Testamento de la Biblia castellana (versión Reina-Valera de 1960) la palabra satán está traducida al castellano en 14 ocasiones. Los restantes 19 veces que el vocablo satán aparece en el texto hebreo del Antiguo Testamento, los traductores lo han dejado sin traducir (trasliterado) y con mayúscula, dando la impresión de que se trata de un nombre propio, aunque no lo es. Esta forma errónea de representar en castellano la palabra hebrea original tiende a reforzar la falsa creencia de que satán es el nombre de un ser sobrenatural, poderoso y malvado, que merodea en el mundo con el propósito de inducir a los hombres al pecado. Al examinar los pasajes en los que la palabra satán es dejada sin traducir, veremos que los traductores habrían cumplido más fielmente su tarea si hubieran simplemente traducido la palabra al castellano, dándole su significado de adversario o acusador, así como lo hicieron en los 14 casos arriba mencionados. Estudiaremos primeramente la palabra satán en el libro de Job, ya que aparece sin traducir en 14 ocasiones en los capítulos 1 y 2 de este libro, y sólo cinco veces más en todo el resto del Antiguo Testamento (tres veces en Zacarías 3:1 y 2, una vez en Salmos 109:6, y una vez en 1 Crónicas 21:1).


Satanás en el libro de Job

El «Satanás» más célebre del Antiguo Testamento es, sin duda alguna, el del libro de Job. En los capítulos 1 y 2 del libro aparece un individuo que pone en tela de juicio la piedad de Job, sugiriendo que obedece a Dios por interés. Este individuo persuade al Todopoderoso a que ponga a prueba la fe de Job, quitándole sus bienes, sus hijos, y finalmente su salud. Este pasaje es considerado como el principal punto de apoyo en el Antiguo Testamento, por las personas que afirman la existencia de un diablo sobrenatural; sin embargo, al analizar estos capítulos, nos daremos cuenta de que no respaldan en absoluto tal argumento, por las razones que a continuación se detallarán:


1. La palabra satán en el Antiguo Testamento no es un nombre propio y debería ser traducida como adversario o enemigo en lugar de aparecer trasliterada (sin traducir) y con mayúscula como si se tratara del nombre de una persona. La mayoría de las traducciones modernas de la Biblia reconocen esta verdad, traduciendo la palabra en el texto o por lo menos añadiendo una nota en el margen de la Biblia para explicar que la palabra original satán significa, sencillamente, adversario. Por ejemplo, en la traducción moderna (en inglés) de James Moffat, y en las dos traducciones (también en inglés) publicadas en 1917 y en 1980 por la Jewish Publication Society (Sociedad Judía de Publicaciones), Satanás no figura en el libro de Job, pues la palabra satán ha sido traducida Adversary (Adversario). Otras cuatro traducciones en inglés: la Versión Autorizada de 1611, la Versión Revisada de 1881, la Revised Standard Version de 1952 y la New English Bible de 1970, dicen Satan (Satanás) en el libro de Job, pero agregan una nota marginal explicando al lector que la palabra hebrea significa simplemente the adversary (el adversario).


2. En nuestra Biblia castellana, Job 1:6 se lee de la siguiente manera: «Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.» Ahora, algunos sacan de este versículo la conclusión de que el adversario de Job es un ángel malo, alegando en primer lugar que la frase «hijos de Dios» quiere decir «ángeles,» y en segundo lugar que sólo un ángel podría presentarse delante de Jehová, ya que para hacerlo es necesario llegar hasta la morada de Dios en los cielos, lo cual es posible únicamente para los ángeles. Sin embargo, este razonamiento es totalmente equivocado, por las siguientes razones:


(a) La expresión «hijos de Dios» no quiere decir «ángeles.» A los hombres que han sido llamados para servirle, Dios les llama comúnmente sus hijos, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento; de manera que los hijos de Dios en el libro de Job son aparentemente los miembros de una congregación de adoradores de Dios. Véanse los siguientes pasajes:


Antiguo Testamento: Exodo 4:22; Deuteronomio 14:1; Salmos 82:6; Isaías 1:2 y 30:1; Isaías 30:9, 43:6, 63:8, 63:16, 64:8; Jeremías 3:14, 3:22, 4:22, 10:20; Ezequiel 16:21; Oseas 1:10, 11:1, 11:10.


Nuevo Testamento: Mateo 5:9, 5:45; Lucas 20:36; Juan 1:12, 11:52; Romanos 8:14, 8:19, 9:8, 9:26; 2 Corintios 6:18; Gálatas 3:26, 4:6; Efesios 1:5; Filipenses 2:15; Hebreos 2:10, 12:7, 12:8; 1 Juan 3:1, 3:2, 3:10.


También es de notarse que el Hijo de Dios por excelencia, Jesucristo, es hombre y no ángel. (A propósito, esta evidencia nos ayudará también a interpretar correctamente Génesis 6:2, reconociendo que los hijos de Dios en este pasaje también son hombres y no ángeles, como afirman algunos.)


(b) La Biblia en ningún momento afirma que la conversación entre Jehová y el adversario de Job tuvo lugar en los cielos. La expresión «presentarse delante de Jehová» y otras parecidas se ocupan con frecuencia en ambos testamentos para describir el momento en que un siervo de Dios se acerca a Jehová por medio de un holocausto o de la oración. Véanse los siguientes versículos:


Antiguo Testamento: Génesis 4:16, 6:11, 7:1, 10:9, 18:22, 19:27; Levítico 4:6, 4:17, 16:7, 23:11, 23:20; Josué 24:1; 1 Samuel 2:21, 10:19; Daniel 6:10, 6:26. Véanse especialmente Job 1:11 y 2:5.


Nuevo Testamento: Lucas 1:76, 2:22; Gálatas 1:20; Efesios 1:4; 1 Timoteo 5:21; 2 Timoteo 2:14, 4:1.


En muchas ocasiones en la Biblia, Dios conversa con los hombres mientras éstos están delante de su presencia aquí en la tierra. El adversario de Job es simplemente un miembro de la congregación de adoradores de Dios de aquella localidad. Conoce a Job y duda de la sinceridad de su fe, o quizá tiene envidia de su prosperidad. Expresa sus dudas a Dios cuando está reunido con los demás «hijos de Dios» en su acostumbrado lugar de reunión y persuade a Jehová a que ponga a prueba la fe y la piedad de Job.


3. Otro argumento para apoyar la idea de que el adversario de Job es un ser sobrenatural, es la afirmación de que las tragedias que sufrió Job fueron causadas por el poder de su adversario. Esta afirmación es incorrecta; la Biblia expresa clara y repetidamente que las tragedias que sobrevinieron a Job fueron producidas por el poder de Jehová mismo. Por ejemplo, en Job 1:11 el adversario dice a Jehová, «Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.» O sea, el adversario sugiere a Jehová que aflija a Job; no hay indicio alguno de que el adversario tenga el poder de hacerlo (véase también Job 2:5). Ahora bien, existe un solo versículo que pareciera indicar, a primera vista, que fue el adversario quien afligió a Job: «Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna…» (Job 2:7). Pero si leemos los dos versículos anteriores (Job 2:5,6), veremos que el adversario había pedido a Jehová que tocara a Job en su hueso y carne, y que Jehová le había respondido, «He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida,» accediendo a realizar con su poder divino los deseos del adversario, con el fin de permitir que Job fuera probado. El deseo de afligir a Job era del adversario, pero el poder para hacerlo era de Jehová.


El hecho de que Job fue afligido por el poder de Dios se enfatiza en repetidas ocasiones en el libro. Por ejemplo, en Job 2:3, Jehová dice al adversario, aludiendo a las primeras tragedias que le sobrevinieron a Job, «tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa.» Job mismo reconoce que los males que le han sobrevenido fueron causados por Dios. En Job 1:21, después de haber recibido la infausta noticia de la destrucción de sus bienes y la muerte de sus hijos, Job exclama, «Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.» Y en Job 2:9 y 10, la mujer de Job le dice, «Maldice a Jehová, y muérete,» y Job responde, «¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no recibiremos?»


En los restantes capítulos del libro, Job responsabiliza reiteradamente a Jehová por sus males; véanse Job 6:4, 7:20, 10:2, 19:6 y sobre todo 42:11, donde se nos relata que los parientes y amigos de Job «le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él.» La mayor parte de libro relata el esfuerzo que hace Job para comprender por qué Dios le ha afligido; el libro carecería totalmente de sentido si Job no hubiera sido afligido por Jehová, sino por algún otro personaje sobrenatural. Y en su respuesta a Job (capítulos 38 a 41), Jehová en ningún momento niega o evade su responsabilidad por lo que le había acontecido a Job; simplemente le hace ver que un mero hombre no está facultado para cuestionar la actuación del Todopoderoso.


Satanás en el libro de Zacarías

Como se mencionó anteriormente, en todo el Antiguo Testamento la palabra «Satanás,» sin traducción, sólo se encuentra en tres pasajes fuera del libro de Job. Uno de estos pasajes es Zacarías 3:1,2, donde la palabra «Satanás» aparece tres veces en nuestra Biblia castellana:


Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?


Ahora, esto es obviamente la continuación de las visiones proféticas de los capítulos anteriores y no un relato literal. No se nos dice explícitamente quién es el adversario del sumo sacerdote Josué, pero un estudio de la situación histórica en medio de la cual Zacarías profetizó nos sugiere una respuesta. Zacarías pronunció su profecía alrededor del año 520 antes de Jesucristo. Casi 70 años antes, los judíos habían sido llevados cautivos a Babilonia cuando el emperador Nabucodonosor destruyó la ciudad de Jerusalén. Pero en el año 539, un nuevo emperador llamado Ciro había dado permiso a los judíos para que regresaran a su país y reedificaran su templo en Jerusalén (véase Esdras 1:1-4). Bajo el mando de Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, llamado también Jesúa (véase Esdras 2:2), algunos judíos regresaron y comenzaron a reedificar el templo. Restauraron el altar y lograron colocar los cimientos de un nuevo templo (Esdras capítulo 3), pero la obra fue detenida por las amenazas de los enemigos de los judíos que vivían en la tierra, principalmente los samaritanos. Este era un pueblo bastardo formado de una mescolanza de israelitas con gente traída de otras regiones por el rey de Asiria (Esdras 4:1-5). Los profetas Zacarías y Hageo fueron levantados por Jehová para animar a sus compatriotas a que perseveraran con la obra de edificar el templo, haciendo caso omiso de las amenazas de sus enemigos (Esdras 5:1,2).


En este contexto histórico, el satán que acusa al sumo sacerdote Jesúa en la visión de Zacarías simboliza la oposición de los samaritanos que estaban dispuestos a desafiar aun al sumo sacerdote del Dios viviente para impedir que los judíos realizaran su obra. El resto del capítulo 3 de Zacarías describe la forma en que Dios justifica a Josué y reprende al satán samaritano. La visión se cumplió cuando los judíos, bajo el liderazgo de Josué y Zorobabel, se negaron a seguir dejándose intimidar por sus enemigos y completaron la construcción del templo (Esdras capítulos 5 y 6).


Se notará que al igual que en los casos anteriores examinados, el uso de la palabra satán no implica en lo más mínimo que se trata de un ángel caído, sino simplemente de algún adversario cuya identidad ha de buscarse analizando el contexto histórico de la profecía.


Satanás en los Salmos

Otro pasaje del Antiguo Testamento donde ocurre la palabra «Satanás» es Salmos 109:6:


«Pon sobre él al impío, y Satanás esté a su diestra.»


En este salmo David clama a Dios para que le proteja de sus enemigos, que obviamente son seres humanos:

«Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí; han hablado de mí con lengua mentirosa; con palabras de odio me han rodeado, y pelearon contra mí sin causa.» (vv. 2,3)


Lo raro de este caso es que la palabra satán aparece un total de cuatro veces en el texto hebreo del salmo, en los versículos 4, 6, 20 y 29, refiriéndose a seres humanos, pero sólo en el versículo 6 los traductores de la Biblia RVR de 1960 la han dejado sin traducción. En los otros tres casos la han traducido al castellano conforme a su significado verdadero. Por ejemplo, en el versículo 4 la palabra «adversarios» es la traducción correcta de la palabra hebrea satanás, y en los versículos 20 y 29 la frase «los que me calumnian» es la traducción de una frase hebrea que dice literalmente «mis satanases.» No existe la menor evidencia de que la palabra satán que aparece en el versículo 6 se refiera a algo que no sea un ser humano, por lo que es difícil de entender por qué los traductores optaron por dejarla sin traducir, dando la impresión de que se trata del tentador sobrenatural de la mitología. La vasta mayoría de las traducciones modernas de la Biblia traducen la palabra satán del versículo 6 conforme a su significado real de «acusador» o algo por el estilo, evitando toda sugestión de que se trata del ángel caído de la superstición popular. Por ejemplo, la Versión Reina-Valera Actualizada, corrigiendo la versión de 1960, traduce «un acusador»; la Biblia de Jerusalén traduce «fiscal»; la versión Dios Habla Hoy dice «abogado»; la Biblia francesa de Segond traduce un accusateur (un acusador); la Revised Version de la Biblia inglesa dice adversary (adversario) y la Revised Standard Version en inglés dice «an accuser» (un acusador) al igual que la New English Bible, la traducción de la Jewish Publication Society (Sociedad Judía de Publicaciones), y la de James Moffat. Por lo que se ve claramente que el aparecimiento de la palabra «Satanás» en Salmos 109:6 de la versión RVR de 1960 es una traducción equivocada que de ninguna manera apoya la existencia de un tentador angelical.


Satanás en el libro de Crónicas

El capítulo 21 de 1 Crónicas comienza de la siguiente manera:


«Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa.»


A continuación, la narrativa revela la forma en que Joab intenta disuadir al rey de que lleve a cabo el censo, advirtiéndole que sería pecado. Sin embargo David insiste, y Joab se ve obligado a obedecer. Pero la actitud de David desagrada a Dios, quien castiga al pueblo con una peste que causa la muerte de setenta mil hombres. Finalmente, cuando el ángel destructor se apresta a devastar la ciudad de Jerusalén, David logra detener su mano y construye un altar en el sitio donde el ángel se detuvo. En este mismo sitio se edificaría más tarde el glorioso templo de Salomón.


Ahora, las personas que creen en un diablo sobrenatural ven en la alusión a Satanás en el versículo 1 evidencia de la existencia de un poderoso diablo sobrenatural. Sin embargo, la realidad es muy distinta, porque al consultar el relato del mismo incidente tal como se describe en 2 Samuel capítulo 24, descubrimos que Dios mismo fue quien incitó a David a que hiciese el censo:


«Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Vé, haz un censo de Israel y de Judá.»


De manera que la incitación que 1 Crónicas atribuye a «Satanás,» 2 Samuel la atribuye a Jehová. ¿Cómo se ha de resolver esta aparente contradicción? La respuesta es que no hay contradicción. En este caso, Dios mismo hizo el papel de adversario para con el pueblo y su rey. Acordémonos de que la palabra satán simplemente designa un enemigo o adversario, quienquiera que sea, y que la identificación del adversario en una situación determinada se ha de deducir del contexto. Puede que parezca extraño para algunos que Jehová mismo haga el papel de satán para con su pueblo, pero en realidad los advirtió en repetidas ocasiones de que se les volvería enemigo si se apartaran de sus mandamientos. Ya vimos un caso en que Su ángel hizo el papel de satán para con Balaam. En el libro de Isaías el profeta describe la actitud de Dios para con los israelitas de la siguiente manera:


«Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.» (Isaías 63:10)


En Jeremías 30:14 la palabra de Jehová dice:


«Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados…»


y en Lamentaciones 2:4-5 el mismo profeta Jeremías recalca:


«Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, y destruyó cuanto era hermoso. En la tienda de la hija de Sion derramó como fuego su enojo. El Señor llegó a ser como enemigo, destruyó a Israel…»


Habiendo contemplado esta evidencia de la forma en que Dios dijo que se había comportado con su pueblo escogido, y teniendo en mente el hecho de que la palabra satán significa precisamente enemigo o adversario, estamos en condición de apreciar la realidad de que por extraño que parezca a primera vista, Jehová mismo es el «Satanás» de 1 Crónicas 21:1, de la misma manera que su ángel lo fue en dos ocasiones en Números 22.


Conclusión

Así se concluye el examen de los pasajes donde ocurre la palabra «Satanás» en el Antiguo Testamento de nuestra biblia castellana. El primer hecho fundamental que hemos descubierto es que la palabra hebrea satán ha sido traducido muchas veces en el texto bíblico, pasando inadvertida de la mayoría de los lectores de la Biblia. El segundo hecho sorprendente es con cuán poca frecuencia satán es vertida «Satanás» en la Biblia castellana; ¡solamente en cuatro lugares en todo el Antiguo Testamento! El tercer hecho importante es que el Antiguo Testamento en ningún momento asocia a «Satanás» con la idea de un ángel caído. En el libro de Job designa a algún conocido envidioso de Job. En Zacarías, describe a los samaritanos que se oponían a la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. En Salmos 106 obviamente se refiere a un ser humano y en 1 Crónicas ¡denota a Dios mismo! Ahora, el Antiguo Testamento cubre unos 1,500 años de la historia de Israel, el pueblo de Dios, revelando con suma franqueza y lujo de detalles sus constantes transgresiones. Si un poderoso ser malvado realmente fue quien instigó a los israelitas y a otros a que se rebelaran continuamente contra su Dios, es extraño, por decir lo menos, que la Biblia no lo revele. En su lugar, clara y repetidamente culpa a los seres humanos mismos por su dureza de corazón, absteniéndose totalmente de echar la culpa sobre un supuesto ángel rebelde cuya existencia en ningún momento menciona. La realidad es que satán es, repetimos, sencillamente una palabra hebrea que significa adversario, enemigo o algo por el estilo. Generalmente designa un hombre o grupo de hombres, pero ocasionalmente denota al ángel de Dios o incluso Dios mismo cuando éste se coloca en la posición de antagonista para con determinada persona o grupo de personas. La idea de un ángel caído que deambula por el mundo tentando a los hombres es un mito pagano que no encuentra ningún apoyo en la Biblia y que por lo tanto debe ser rechazado por todo cristiano que desea fundar su fe sobre la Palabra de Dios.


~ James Hunter

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CARTA A LAODICEA (CARTA PERDIDA DEL APÓSTOL PABLO)

VÍA CRUCIS: UN ENGAÑO MÁS DEL CLERO VATICANO.

Diferencias entre un título y un Nombre