LA CASA DE ISRAEL Y EL PROPÓSITO DE DIOS.

                              El propósito de Dios se efectúa y se cumple en y con la Casa de Israel.


Cuando se habla de la Casa de Israel, la gente lo asocia con los Judíos, pero eso no es correcto, aunque los Judíos son israelitas, no todos los israelitas son Judíos. Los Judíos son los descendientes de la tribu de Judá, la tribu de Benjamín y los Levitas. La Casa de Israel, por otro lado, está compuesta por las diez tribus restantes y están dispersas por toda nación, tribu, lengua y pueblo. Es una multitud la cual, nadie puede contar. Veamos la profecía de Oseas:
"Cuando Gomer dejó de amamantar a No-compadecida, concibió y dio a luz un hijo. El Señor le dijo: -Llámalo: No-pueblo-mío, porque ustedes no son mi pueblo y yo no estoy con ustedes. El número de los israelitas llegará a ser como la arena de la playa, que ni se mide ni se cuenta, y en lugar de llamarlos No-pueblo-mío, los llamarán Hijos del Dios viviente" (Oseas 1:8-10).
Aquí se está hablando de las diez tribus norteñas, conocidas como la Casa de Israel, como La Casa de José, o Efrain. Esas diez tribus, mas tarde se les conoció como "las ovejas perdidas de la Casa de Israel". Se perdieron, no para Dios, sino para los hombres, pues, aunque perdidas, sin Dios y sin esperanza en el mundo, nunca dejaron de ser ovejas, nunca dejaron de ser hijos, y Dios prometió por boca de todos Sus Profetas recogerlas y volverlas a juntar a Su Pueblo, para que haya un solo pueblo, una solo rebaño bajo un solo Pastor.
Con la aparición del Mesías prometido a Israel, por medio de su sacrificio y su resurrección, se daría comienzo al recogimiento de las tribus perdidas, de los hijos de Dios que estaban dispersos, de las otra ovejas que no eran del redil Judío, sino que estaban dispersos y se habían asimilado como gentiles. El apóstol Pablo habla del cumplimiento de aquella profecía del profeta Oseas, dice:
Romanos 9:22-26:
22 Si Dios quería dar un ejemplo de castigo y manifestar su poder aguantando con mucha paciencia a aquellos que merecían el castigo y estaban destinados a la destrucción;
23 y si al mismo tiempo quiso manifestar también la riqueza de su gloria en los que recibieron su misericordia, en los que él predestinó para la gloria,
24 en nosotros, a quienes llamó, no sólo entre los judíos, sino también entre los paganos. ¿Qué podemos reprocharle?
25 Como dice Oseas: Al que no era mi pueblo, lo llamaré Pueblo-mío, y a la que no era mi amada, Amada mía;
26 y donde antes les decía: No son mi pueblo, allí mismo serán llamados hijos del Dios vivo.
En el libro de Revelación, también conocido como Apocalipsis, se nos muestra el sellamiento del remanente fiel de entre los Judíos. pero, más adelante, se nos muestra una gran multitud, la cual nadie podía contar.
"Después vi una multitud enorme, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua: estaban delante del trono y del Cordero, vestidos con túnicas blancas y con palmas en la mano.
Gritaban con voz potente: La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero" (Rev. 7:9-10).
¡Esa gran multitud corresponde a la multitud mencionada por Oseas 1:10:
"No obstante, el número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar".
Jesús se refirió a estos mismos cuando dijo:
"Como el Padre me conoce, yo también conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor" (Juan 10:10, 15,16).
De esto habló también el profeta Ezequiel:
" Y les dirás que así ha dicho el Señor Jehovah: ‘He aquí, yo tomaré a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron; los reuniré de todas partes, y los traeré a su propia tierra.
Haré de ellos una sola nación en la tierra, en los montes de Israel, y todos ellos tendrán un solo rey. Nunca más serán dos naciones, ni nunca más estarán divididos en dos reinos.
No se volverán a contaminar con sus ídolos, ni con sus cosas detestables, ni con ninguna de sus transgresiones. Yo los salvaré de todas sus rebeliones con que han pecado, y los purificaré. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.
Mi siervo David será rey sobre ellos, y habrá un solo pastor para todos ellos. Andarán según mis decretos; guardarán mis estatutos y los pondrán por obra" (Ezequiel 37:21-24).
Pablo nos dice:
"Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en la carne, erais llamados incircuncisión por los de la llamada circuncisión que es hecha con mano en la carne. Y acordaos de que en aquel tiempo estabais sin Cristo, apartados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, estando sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, quien de ambos nos hizo uno. El derribó en su carne la barrera de división, es decir, la hostilidad" (Efesios 2:11-14).
Tanto Pedro, como Santiago (Jacobo) dirigen sus cartas a las tribus perdidas de la Casa de Israel:
"Pedro, apóstol de Jesucristo; a los expatriados de la dispersión en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia elegidos conforme al previo conocimiento de Dios" (1 Pedro 1:1).
"Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus de la dispersión: Saludos" (Jacobo 1:1).

El propósito de Dios de reunir a su Pueblo en un solo rebaño bajo un solo Pastor, continúa...Finalmente, Dios también bendecirá por medio de Israel, eventualmente a todas las naciones de la tierra.

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