El Diablo Ausente del Antiguo Testamento


Es digno de enfatizar que en el trato divino con la nación judía, tal como se describe en la historia bíblica o en los escritos de los profetas, está totalmente ausente la idea del diablo tradicional. En todas las exhortaciones de Dios para su pueblo, el llamamiento es dirigido a ellos mismos. No hay reconocimiento de alguna agencia diabólica o influencia oculta. ¿Cómo podemos explicar esto? Si la influencia satánica del tipo reconocido por la tradición popular fuese un hecho, con seguridad sería tomada en cuenta en los procedimientos divinos destinados a remediar la desobediencia del pueblo. ¿Sería justo cargar la responsabilidad de la sugestión diabólica sobre la pobre y acorralada naturaleza humana? La influencia diabólica necesariamente reduciría la responsabilidad humana en razón de su poder. Pero nunca se toma en cuenta la existencia de tal influencia en las extensas relaciones de Dios con Su nación escogida. Esta es una de las más fuertes evidencias de que se trata de una ficción.


¿Qué el el Diablo Realmente?

Si no existe tal diablo como el de la creencia popular, ocupado en cazar almas y engañar con incansable e irrefrenable actividad para contrarrestar los benéficos designios de Dios, entonces, ¿qué entenderemos por “el diablo” tantas veces mencionado en la Biblia? Esta es la pregunta que ahora demanda una respuesta. Una demanda que enfrentaremos con hechos que demostrarán la imposibilidad de la existencia del diablo de la superstición popular.


Primero veamos las palabras diablo y Satanás en sus idiomas originales. Diablo es griego; Satanás es hebreo, y griego solamente por adopción. Diablo solamente aparece en el Nuevo Testamento; Satanás se encuentra en ambas partes de la Biblia. Carece de sentido buscar en un diccionario de la lengua española el significado exacto de los términos tal como se empleaban en la lengua original. El español era desconocido en el tiempo en que esas palabras fueron escritas. Un diccionario de español solamente da el significado de las palabras tal como actualmente se entienden. No hay duda de que el diccionario favorece el punto de vista popular del asunto, definiendo que el diablo es “un ángel caído, el enemigo de Dios y del hombre.” Pero esto no tiene más valor que las afirmaciones que uno puede oír en las reuniones sociales sobre el tema. La cuestión definitiva es si la doctrina conocida (y registrada en los diccionarios) es verdadera. Esto solamente puede establecerse consultando las fuentes de información originales.


La Palabra Satanás

“Satanás” es una variante de la palabra hebrea satán. Cruden (quien creía en el diablo popular) la define como sigue: “Satán es simplemente una palabra hebrea, y significa adversario, enemigo, acusador.”


Si Satanás es “simplemente una palabra hebrea que significa adversario,” etc., obviamente no contiene en sí misma el ser malvado que representa en el lenguaje corriente. Esta conclusión es confirmada por la Biblia hebrea. El primer lugar donde aparece es en Números 22:22:


“Y la ira de Dios se encendió porque él [Balaam] iba; y el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario [Hebreo, satán] suyo.”


La siguiente vez ocurre en el mismo capítulo, versículo 32:


“Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte [hebreo, como satán tuyo].


En este caso, Satanás era un ángel santo. Entendiendo que la palabra Satán solamente significa adversario en sentido general, podemos ver cómo esto puede ser; pero entendiéndolo como el ser malo de la creencia popular, sería un asunto diferente. Los siguientes son otros casos en los que la palabra es traducida “adversario” y “enemigo” en la versión Reina-Valera de 1960 de las Escrituras:


“No venga [David] con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo [satán].” (1 Samuel 29:4)


“David entonces dijo: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios [satán]? (2 Samuel 19:22)


“Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios [satán], ni mal que temer.” (1 Reyes 5:4)


“Y Jehová suscitó un adversario [satán] a Salomón: Adad edomita, de sangre real, el cual estaba en Edom.” (1 Reyes 11:14)


“Dios también levantó por adversario [satán] contra Salomón a Rezón hijo de Eliada, el cual había huido de su amo Hadad-ezer, rey de Soba. Y fue adversario [satán] de Israel todos los días de Salomón.” (1 Reyes 11:23,25)


En estos casos, los traductores han traducido correctamente la palabra satán, eliminando por este medio el concepto de interferencia diabólica que seguramente habría surgido si la palabra hubiera sido vertida “satanás” en vez de “adversario.” Sin embargo, en unos pocos casos más no han traducido la palabra, sino que solamente la han transferido al castellano en su forma hebrea, ocultando su significado original y proporcionando respaldo a la teoría satánica popular.

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