Satanás en Judas y Ananías
“Y después del bocado, Satanás entró en él [Judas Iscariote]” (Juan 13:27). Las intenciones antagónicas o satánicas de Judas contra Jesús surgieron inmediatamente después que Jesús le dio un bocado de pan mojado en el tazón de la mesa, según la práctica oriental. ¿Por qué? Porque el entregarle a Judas el bocado lo marcó como el hombre que sería el traidor. Jesús había dicho: “Uno de vosotros me va a entregar” (v. 21). La afirmación produjo una dolorosa e inquietante curiosidad entre los discípulos, quienes comenzaron a preguntar a quién se refería Jesús. En respuesta a la pregunta de Juan, Jesús dijo: “A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado Satanás entro en él…Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió.” No es de extrañar que Judas, tan abiertamente identificado, dejara de vacilar con respecto a sus malvadas intenciones. Sus traidoras inclinaciones llegaron a una decisión fatal. Esto es lo que significa la frase, “Satanás entró en él,” dando a entender que el adversario se levantó dentro de El mismo. Si el Satanás de esta ocasión fuera el popular Satanás, se presentaría una dura interrogación: ¿Por qué fue castigado Judas por el pecado del diablo? “Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido,” dijo Jesús, mostrando que la culpa de la traición contra Cristo estaba siendo cargada sobre Judas mismo.
Hay otro caso en el que la acción pecaminosa del corazón humano es descrita como la inspiración de Satanás (Hechos 5:3). Ananías y Safira llegaron ante la presencia de los apóstoles con una mentira en sus labios. Pedro dice: “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?” El significado de Satanás llenando su corazón surge en la siguiente frase: “¿Por qué pusiste esto en tu corazón?” (versículo 4); también en las palabras de Pedro dirigidas a Safira, quien entró tres horas después de Ananías. Pedro le dijo: “¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor?” (versículo 9). La acción satánica en este caso consistió en el voluntario acuerdo entre el esposo y la esposa. Pero aunque no hubiéramos sido informados de que la mentira de Ananías se debía a un pacto con su esposa, por motivos egoístas, para presentar un valor menor de su propiedad, no habríamos tenido dificultad en entender que el Satanás que llenó su corazón fue el espíritu de la carne, el cual es el gran Satanás o adversario, moviéndolo a la particular forma de actuación señalada en el reclamo de Pedro. Santiago define el proceso del pecado como sigue: “Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido…da a luz la muerte” (Santiago 1:14,15). De aquí que la acción de los malos deseos en la mente es la acción del Satanás, o adversario, del Nuevo Testamento: los deseos de la carne, de donde proceden todos los pecados. Esto es declarado de varias maneras en las Escrituras, y concuerda con la experiencia de cada hombre. Los siguientes son ejemplos:
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios [éste fue el pecado de Ananías], las blasfemias.” (Mateo 15:19)
“Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.” (Romanos 8:7)
“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas.” (Gálatas 5:19-21)
“Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (1 Juan 2:16)
Entonces, el gran Satanás o adversario al cual todo hombre tiene que temer, y el cual lo inclina siempre hacia un comportamiento opuesto a la sabiduría y a la piedad, es la tendencia del simple instinto animal que trata de actuar por su propia cuenta. Esta tendencia es el espíritu o inclinación de la carne, que debe ser reprimida cuidadosamente por el hombre que desea mantenerse alejado del camino de maldad. La sola verdad, la cual es la expresión y el poder del Espíritu, lo habilitará para lograrlo. Si se rinde a la carne, caminará en la senda de la muerte. “Si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13).
El objetivo de enviar el evangelio a los gentiles por medio de Pablo era “que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos 26:18). Ignorancia, o tinieblas, es el gran poder del adversario oculto dentro de nosotros; porque cuando un hombre es ignorante de la voluntad de Dios, la carne tiene el poder de dominarlo. Los gentiles están apartados de Dios “por la ignorancia que en ellos hay” (Efesios 4:18). El entendimiento, logrado por la atención a la Palabra, crea un nuevo hombre interior, quien en el transcurso del tiempo, mata al viejo hombre, “que está viciado conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22), o, por lo menos, lo domina, a fin de que el nuevo hombre no sea eliminado (1 Corintios 9:27). Si se introduce la idea del activo, conspirador, e inteligente diablo popular, el cuadro completo se cambia y se envuelve en una perpleja confusión. Pero no puede ser introducido. Nuestra experiencia lo prohíbe.
Véanse los hechos: los hombres están propensos al mal en proporción al poder relativo de su naturaleza animal. Algunos hombres son naturalmente amigables, intelectuales, benevolentes y correctos. No pueden ser de otro modo en las circunstancias y organización de que disponen. Otros, al contrario, son naturalmente ásperos, rudos, brutos, torpes, viles y egoístas, debido al poder de la ignorancia y una organización inferior que les impide ascender a la nobleza natural. Jesús reconoce este hecho en la parábola del sembrador. La semilla cae en diferentes clases de suelo. Uno es considerado “buena tierra.” En ésta la semilla crece bien y lleva mucho fruto. En su explicación de la parábola, Jesús define la buena tierra como un “corazón bueno y recto” (Lucas 8:15). Esto concuerda exactamente con la experiencia. Sólo cierta clase de mente es influida por la palabra de verdad. Hay personas en quienes la predicación de la Palabra es un esfuerzo perdido. Jesús los llama “cerdos” y dice: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos” (Mateo 7:6). Ahora, en vista del hecho de que el bien y el mal, en sentido moral, están determinados por la organización y la educación, ¿qué lugar queda para el Satanás de la creencia popular, cuya influencia se atribuye a un orden espiritual, y cuyo poder se cree que es ejercido sobre todos, sin distinción de educación, condición o raza?
Esta explicación general incluye a todos los otros ejemplos en los cuales la palabra “Satanás” es usada en el Nuevo Testamento. Todos podrán solucionarse leyendo “Satanás” como “el adversario” y considerando las circunstancias bajo las que la palabra es usada. Algunas veces se encontrará que “Satanás” es una persona, otras veces, las autoridades, y también la carne. En realidad, cualquier cosa que haga las veces de adversario es, según las Escrituras, “Satanás.” Este nunca es el poder sobrenatural de la creencia popular
Comentarios
Publicar un comentario