ESCOGE A QUIÉN SIRVES...
"Pero si os parece mal servir a Jehováh, escogeos hoy a quién sirváis: si a los dioses a los cuales servían vuestros padres cuando estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Pero yo y mi casa serviremos a Jehováh" — Josué (Yehoshúa) 24:15.
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Uno de los peores reyes en la historia de
Israel fue Acab, rey de la Casa de
Israel (Reino del Norte), cuya capital estaba en Samaria.
(1 Reyes 16:30) Y reinó Acab
hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo
lo malo ante los ojos de Jehováh, más que todos los que reinaron antes de él.
En la Biblia, lo que determina si un rey
es bueno es el hecho que gobierne en base a lo que Dios manda, tal como está
escrito en la Ley. Un rey no era juzgado por sus políticas económicas o
sociales, sino por su obediencia a la Ley de Dios (heb. Torá, o Pentateuco). Eventualmente,
si un rey guarda la Ley de Dios, eso se traducirá en bienestar social,
económico y político en la nación.
Lamentablemente, el rey Acab fue uno de
esos reyes malos que no guardaron el orden de Dios. La Biblia dice que hizo lo
malo “más que todos los que reinaron
antes de él”. Y las cosas empeoraron luego que Acab se casó con Jezabel.
(1 Reyes 16:31-33) Porque le fue ligera
cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a
Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo
adoró. E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en
Samaria. Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que
todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de
Jehová Dios de Israel.
JEZABEL
Jezabel era la hija del rey de Sidón, y
es muy probable que el matrimonio fue por conveniencia estratégica y
diplomática. Era una princesa extranjera que traía costumbres paganas, ajenas
al Dios de Israel. La Ley advierte en contra de matrimonios con pueblos paganos
porque ellos desviarán los israelitas de su fe en Jehová (Deu. 7:3-5). Eso fue
lo que sucedió con Acab: luego que el rey se casó con Jezabel, ella comenzó a
ejercer una mala influencia sobre él y sobre todo el Reino de Israel, de forma
que promovió la idolatría a Baal y Asera.
La influencia de Jezabelse puede resumir
en los siguientes puntos:
a.
Procuró exterminar a los profetas de Dios.
Jezabel persiguió y mandó a matar a los
verdaderos profetas de Dios (1 Reyes 18:4,13). Sin embargo, tratando de
contrarrestar esto, el mayordomo del rey Acab, Abdías, hombre temeroso de Dios,
logró salvar la vida de 100 profetas de Dios.
(1 Reyes 18:3-4) Y Acab llamó a Abdías su mayordomo.
Abdías era en gran manera temeroso de Jehová. Porque cuando Jezabel destruía a
los profetas de Jehová, Abdías tomó a cien profetas y los escondió de cincuenta
en cincuenta en cuevas, y los sustentó con pan y agua.
b.
Promovió la idolatría de Baal y Asera.
Jezabel fortaleció y organizó el sistema
de adoración a Baal y Asera. Para mantener en pie la religión pagana. Aún en
tiempos de sequía, ella le daba de comer a 450 profetas de Baal y 400 profetas
de Asera (1 Reyes 18:19).
c.
Promovió la inmoralidad.
Apocalipsis advierte en contra de
profetas que tienen “el espíritu de Jezabel” (Apoc. 2:18-29).
(Apocalipsis 2:20) Pero tengo esto
contra ti: que toleras a esa mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña
y seduce a mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas
a los ídolos.
Ahora no hablaremos a fondo sobre lo que
la Biblia dice sobre Jezabel; pero si nos enfocaremos en lo que Dios espera de
los creyentes ante esta situación. En Apocalipsis, el llamado que Dios hace a
la iglesia (Apoc. 2:18-29) es: “No
toleres a Jezabel”. Este es
un mensaje similar al que el profeta Elías lanza al pueblo de Israel en la
historia antigua…
CONVOCACIÓN
En el tiempo de Acab y Jezabel, muchos
israelitas siguieron el mal ejemplo de sus líderes, y adoraron a los ídolos
paganos. Sin embargo, quedó un remanente de israelitas fieles a Jehová; ellos
guardaron su fe a escondidas por miedo a la persecución de Jezabel, quien mandó
a matar a todos los profetas de Jehová. Aún Elías tuvo que esconderse para
evitar que lo mataran. En ese tiempo, el Señor mandó cuervos para llevarle
alimentos al profeta a la cueva donde estaba escondido (1 Reyes 17:1-7).
Pero llegó el día en que Dios llamó a
Elías para enfrentar la situación. Él se presentó ante Acab, e irónicamente el
rey le reclamó al profeta:
(1 Reyes 18:17-18) Cuando Acab vio
a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel?
Acab le estaba echando la culpa a Elías
por la sequía de los últimos tres años. Para entonces, ya no había comida, y
los animales se estaban muriendo. Poco faltaba para que las personas también
comenzaran a morir. El rey atribuía esa crisis a la profecía de Elías, pero el
profeta le recordó al rey que la causa real era la idolatría.
(1 Reyes 18:18) Y él respondió: Yo no he turbado a
Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehováh, y
siguiendo a los baales.
Elías le pidió a Acab que convocara a
todo el pueblo para un encuentro entre profetas:
(1 Reyes 18:19-20) Envía, pues,
ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos
cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de
la mesa de Jezabel. Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió
a los profetas en el monte Carmelo.
El Monte Carmelo queda al noroeste de
Israel (hoy cerca de Haifa), desde donde puede verse el mar, y también el valle
de Jezreel. Allí se reunió todo el pueblo de Israel para presenciar el
encuentro entre los profetas, pues había llegado el momento de la definición…
MOMENTO
DE DEFINICIÓN
Cuando el pueblo de Israel estaba reunido
en el Monte Carmelo, Elías se dirigió al pueblo para confrontarlos con una
decisión:
(1 Reyes 18:20-21) Entonces Acab
convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte
Carmelo. Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis
vosotros entre dos pensamientos? Si Jehováh es Dios, seguidle; y si Baal, id en
pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
El verbo que se traduce como: “claudicar”*,
en hebreo es: Pasaj (de donde viene la palabra “Pesaj”, Pascua), y significa:
saltarse, pasar sobre, brincarse. La pregunta del profeta conlleva la idea de
brincar de un lado a otro, como salta un pájaro de una rama a la otra, sin
decidirse.
*
(Nota: el diccionario define “Claudicar” como: rendirse, desistir, dejar de
oponer resistencia; dejar de cumplir con las obligaciones, o faltar a los
propios principios).
Al hacerles esa pregunta, Elías está
confrontando al pueblo para que dejen de vacilar y tomen una decisión. Deben
decidirse si sirven a Jehová o si van a ir tras los ídolos. ¡Había llegado el
momento de la decisión!
RETO
A LOS PROFETAS
Con el fin de probar ante los israelitas
quién es el Dios verdadero, Elías lanzó un reto divino a los profetas de Baal y
Asera:
(1 Reyes 18:24) Invocad luego vosotros el nombre de
vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehováh; y el Dios que respondiere
por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien
dicho.
El pueblo aprobó el reto. Pero a la hora
de la prueba, los profetas de Baal no pudieron hacer ningún milagro. Sin
embargo, cuando Elías oró, Jehováh si respondió:
(1 Reyes 18:36-38) Cuando
llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo:
Jehováh Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres
Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas
estas cosas. Respóndeme, Jehováh, respóndeme, para que conozca este pueblo que
tú, oh Jehováh, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de
ellos. Entonces cayó fuego de Jehováh, y consumió el holocausto, la leña,
las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
Ante tal milagro, el pueblo reconoció al
verdadero Dios:
(1 Reyes 18:39) Viéndolo todo
el pueblo, se postraron y dijeron: ¡JEHOVÁH ES EL DIOS, JEHOVÁH ES EL DIOS!
Pero no sólo se trata de “reconocer”
quien es el verdadero Dios, sino de comprometerse a “servirle”. No todos los
que dijeron “Jehováh es Dios” en esa ocasión dedicaron sus vidas a obedecer al
Señor. Para eso se requiere de un compromiso.
EN
TIEMPOS DE JOSUÉ
En el libro de Josué leemos sobre un reto
similar que Josué hizo al final de sus días. Los israelitas habían entrado a la
Tierra Prometida y la habían conquistado. Ahora ya estaban disfrutando del
fruto de la promesa.
Antes de morir, Josué quería cerrar su
generación transmitiendo a la siguiente generación el pacto que el pueblo había
hecho con Dios. Este es un pacto que cada generación debe renovar, ya que es
una decisión personal. Cada persona elige si servirá a Dios o no.
En ese momento, Josué los llevó a tomar
una decisión importante en su vida:
(Josué 24:14-15) Ahora,
pues, temed a Jehováh, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre
vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del
río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehováh, escogeos hoy a quién sirváis; si a los
dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del
río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa
serviremos a Jehováh.
Allí, la siguiente generación confirmó el
pacto que sus padres habían hecho en el Monte Sinaí.
Leamos ahora cuál fue la respuesta del
pueblo a la invitación de Josué…
(Josué 24:16-18) Entonces el pueblo respondió y dijo:
Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehováh para servir a otros dioses; porque
Jehováh nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la
tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes
señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en
todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y Jehováh arrojó de delante
de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra;
nosotros, pues, también serviremos a Jehováh, porque él es nuestro Dios.
(Josué 24:24-25) Y el pueblo
respondió a Josué: A Jehováh nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos. Entonces
Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en
Siquem.
DECISIÓN
DE CADA GENERACIÓN
Cada generación suele enfrentar un dilema
similar, y debe decir entre: Servir a Jehováh o servir a otros ídolos (ya sea
Baal, Asera, Mamón, o cualquier otro ídolo que sea dueño del corazón del
hombre). Cada persona tendrá que hacer su elección, porque no se puede “vacilar
o claudicar” para siempre. Jesús dijo:
(Mateo 6:24) Nadie puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y
despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Jesús menciona al dios Mamón, que es el
dios de las riquezas (muy popular en el mundo el día de hoy). Pero también
puede referirse a cualquier cosa a la cual le dediquemos nuestra devoción.
Si escogemos servir a Dios, debemos
hacerlo de todo corazón y con completa sinceridad. Este es el llamado de todo
aquel que quiera ser parte del pueblo de Dios.
(Deu. 6:4-5) Oye, Israel: Jehováh nuestro Dios,
Jehováh uno es. Y amarás a Jehováh tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu
alma, y con todas tus fuerzas.
La Biblia nos exhorta a no ser de “doble
ánimo”, como los que vacilan entre servir a Dios o a otro ídolo. O también
vacilar entre amar a Dios o a nosotros mismos. Santiago nos dice que si nos
acercamos a Dios, debe ser de todo corazón.
(Santiago 4:8) Acercaos a
Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y
vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Si esta devoción es sólo de labios, pero
no de hechos ni de corazón, entonces tal vez sea sólo una religión vacía, tal
como lo profetizó Isaías.
(Isaías 29:13) Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y
con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de
mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.
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