ESTUDIO SOBRE EL LIBRO DE DANIEL (PARTE 3)...
Daniel 7:9-14. Anciano de Días
Capítulos 7:9 al 8:27:
Así como el sueño de Nabucodonosor (Dan. 2) culmina con el fin de los imperios del hombre, también el sueño de Daniel presenta el fin del dominio del hombre. Éste es el mensaje central del libro de Daniel: que Dios es Soberano y está sobre los reinos de este mundo.
(Daniel 2:21) Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
Al final del sueño de Daniel, se abre la revelación que hay alguien en el Cielo que juzga sobre los asuntos de la Tierra:
(Daniel 7:9-10) Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
“Anciano de Días” en arameo es: “Atik Yomin”, que también puede traducirse como: antiguo de días. Se refiere a Dios que es eterno.
(Salmo 90:2) Antes que los montes fueran engendrados, y nacieran la tierra y el mundo, desde la eternidad y hasta la eternidad, tú eres Dios.
El “Anciano de Días” es Dios Padre. Él es el rey del universo y el Juez justo. Él es quien determina a quien le será dada la autoridad sobre el mundo (Salmo 2).
El sueño de Daniel reveló que, al ser quitado el dominio a los reinos del hombre, la autoridad será dada a alguien designado por Dios:
(Daniel 7:13-14) Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
A diferencia de los reinos del hombre que suben y caen, el reino del Hijo del Hombre será para siempre. Este es el Reino del Mesías, Jesús (en hebreo: Yeshua). Por eso, Jesús se llamaba a sí mismo “hijo del hombre”, lo cual apuntaba a que él era el Mesías, anunciado por los profetas y esperado por todo Israel.
El profeta Miqueas recibió más detalles de quien es este líder eterno que recibirá el dominio de Israel: su tribu, su lugar de nacimiento, y su edad.
(Miqueas 5:2) Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad.
LIBROS ABIERTOS
En la visión, Daniel vio que cuando el Juez se sentó a juzgar, unos libros fueron abiertos. Al final de Apocalipsis también se mencionan estos libros, y se explica más sobre lo que en ellos está escrito:
(Apocalipsis 20:11-12) Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
Por el contexto, sabemos que son libros legales de las cortes celestiales. En ellos está escrito lo que cada persona ha hecho en su vida, y en base a eso seremos juzgados.
Más adelante explica la trascendencia del “libro de la vida”.
(Apocalipsis 20:15) Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
En la próxima entrada terminaremos de estudiar el capítulo 7, enfocándonos en los otros detalles que Daniel recibió sobre la cuarta bestia…
Daniel 7:19-26. Más sobre la Cuarta Bestia
En el sueño que Daniel tuvo de las cuatro bestias, la que más le intrigó fue la última:
(Daniel 7:19) Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras, espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies.
Daniel compara las otras bestias con animales, pero esta última queda sin comparación, describiéndola como “espantosa en gran manera”, y muy destructiva.
(Daniel 7:23) Dijo así: La cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará, trillará y despedazará.
DIEZ CUERNOS
La descripción de Daniel luego se centra en la cabeza: con diez cuernos, y uno extra que sale después.
(Daniel 7:20) asimismo acerca de los diez cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y parecía más grande que sus compañeros.
Más adelante, Daniel recibe la revelación de lo que representan estos cuernos:
(Daniel 7:24) Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará.
Unos versículos atrás leemos otros detalles del cuerno extra, que se describe como “pequeño”, pero es más fuerte.
(Daniel 7:8) Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas.
En la visión, Daniel vio que la cuarta bestia va a ser destrozada y quemada, pero va a sobrevivirla el cuerno pequeño.
(Daniel 7:11) Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para ser quemado en el fuego.
Aunque este cuerno es pequeño, se describe con una boca grande, la cual será usada para pelear en contra de Dios y de los santos.
(Daniel 7:25) Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
Ya vimos que los cuernos representan reyes (o líderes nacionales), por lo tanto “el cuerno pequeño” será un líder o gobernante, cuyo dominio durará 3 ½ tiempos (o años). Ese líder es conocido como “el anticristo”.
En Apocalipsis se confirma lo que Daniel describe: el apóstol Juan recibió una visión similar de los últimos tiempos; él también vio a la última bestia, y al líder de la boca grande.
(Apocalipsis 13:5-7) También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
GUERRA CONTRA DIOS Y LOS SANTOS
Tanto Juan como Daniel recibieron la revelación en sus visiones de la guerra que el anticristo hará en contra de los hijos de Dios. Y contrario a lo que podríamos suponer, Dios le va a permitir al enemigo vencer—pero sólo por el tiempo determinado por Dios para sus propósitos eternos.
(Daniel 7:21) Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.
A lo largo del libro de Daniel, vemos repetido el mensaje que Dios está en control. Aunque el Señor permita que los enemigos tengan triunfos temporales, al final se hace claro que Dios es Soberano, y que Él es quien determina lo que acontecerá.
Al final, Dios va a juzgar a todos, y el dominio que fue cedido a los enemigos cesará, porque el poder y la autoridad le será dada a quien le pertenece: al Mesías y a Su Pueblo.
(Daniel 7:26-27) Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.
Aunque la visión tiene un buen final para el pueblo de Dios, esto no resta lo terrible del proceso. Por eso, Daniel se quedó turbado por la visión.
(Daniel 7:28) Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón.
Es muy humano preocuparse por las imágenes fuertes de los últimos tiempos. Pero no debemos dejarnos infectar por el miedo, ya que el propósito de Dios al revelar lo que va a ocurrir es todo lo contrario: es advertirnos para que estemos preparados, y para que permanezcamos fieles hasta el final, sabiendo que todo está en control del Todopoderoso, y que todo será para bien.
(Apocalipsis 13:10) “…Aquí está la paciencia y la fe de los santos.”
(Apocalipsis 14:12) Aquí está la perseverancia de los santos que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
DANIEL 8:1-8. Visión del carnero y macho cabrío
Dos años después que Daniel tuviera el sueño de las cuatro bestias (cap. 7), él volvió a tener otra visión:
(Daniel 8:1) En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes.
Ya era el tercer año del reinado de Belsasar (el último rey de Babilonia). En esa ocasión, Daniel no estaba en Babilonia, sino en Susa, donde se cree que estaba localizado el palacio de invierno.
(Daniel 8:2) Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi, pues, en visión, estando junto al río Ulai.
VISION DEL CARNERO
Esto es lo que vio Daniel en su visión profética:
(Daniel 8:3) Alcé los ojos y miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro; y el más alto creció después.
En el capítulo anterior aprendimos que los cuernos representan reyes. Daniel no tuvo que adivinar lo que representaba el carnero, ya que un ángel se lo reveló: el imperio Medo-Persa, formado por dos reinos (“cuernos”): Media y Persia, siendo el segundo más poderoso que el primero.
(Daniel 8:20) En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia.
Tal como vio Daniel en su visión, eventualmente el imperio Medo-Persa se extendió hacia el norte, sur y oeste. Llegaron a derrotar al imperio babilónico, y nada parecía detenerlos.
(Daniel 8:4) Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su voluntad, y se engrandecía.
APARECE UN MACHO CABRÍO
Aunque el carnero parecía invencible, en la visión apareció otra figura que logró derribar al poderoso carnero:
(Daniel 8:5-7) Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre sus ojos. Y vino hasta el carnero de dos cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza. Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó, y no hubo quien librase al carnero de su poder.
El ángel le explicó a Daniel que el macho cabrío representaba Grecia (Dan. 8:21). Eso fue algo que Daniel ya no pudo atestiguar en su vida, pero efectivamente se cumplió la profecía, ya que un tiempo después se levantó Alejandro Magno, de Macedonia y Grecia, quien logró derrotar al gran imperio persa.
También se cumplió al pie de la letra la siguiente parte de la profecía, que anunciaba el fin de Alejandro y la división de su reino helénico.
(Daniel 8:8) Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.
Estando en la cúspide del poder, Alejandro murió a los 32 años en Babilonia, a causa de una extraña enfermedad. Dado que no tenía herederos, su imperio se dividió entre sus cuatro generales, formándose cuatro reinos (los 4 cuernos del macho cabrío):
a. Seleuco (Siria e Israel)
b. Ptolomeo (Egipto)
c. Casandro (Grecia y Macedonia)
d. Lisímaco (Tracia y Asia Menor)
Esta interpretación la dio el mismo ángel que apareció en la visión de Daniel:
(Daniel 8:21-22) El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él.
Daniel 8:9-14. El Cuerno Pequeño y la Abominación Desoladora
Luego del carnero y el macho cabrío, la visión de Daniel se enfocó en “un cuerno pequeño”, que era un reino que se extendió hasta “la tierra gloriosa” (Israel).
(Daniel 8:9) Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa.
CUERNO PEQUEÑO
De los reinos helénicos, el que creció hacia Israel fue el de los seléucidas (descendientes del general Seleuco). Entre sus descendientes, se levantó un rey con mucha prepotencia. Su nombre era: Antíoco IV, y él mismo se puso el sobrenombre de “Epífanes”, que significa: dios manifiesto. El quería que la gente lo reconociera como un dios. Esto es el cumplimiento de lo que Daniel describe de su visión:
(Daniel 8:10-11) Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.
ABOMINACIÓN DESOLADORA
Con respecto al Templo de Dios en Jerusalén, Antíoco envió a su ejército para tomar control del santuario y lo profanó, poniendo adentro estatuas de Zeus y sacrificando cerdos en el Altar del Holocausto. Esto es lo que se conoce como la “abominación desoladora”, es decir, la profanación del Templo que llevó a que se detuvieran los sacrificios continuos (hebreo, Korban Tamid), que era un holocausto que se ofrecía todos los días, dos veces al día (en la mañana, a las 9 am, y en la tarde, a las 3 pm).
MENCIÓN DE JESÚS
Jesús dijo que la “abominación desoladora” iba a volver a pasar en un futuro, relacionado con su segunda venida.
(Mateo 24:15) Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda)…
(Mateo 24:21) …porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás.
En la Biblia hay muchas profecías que tienen cumplimiento doble, y esta del “cuerno pequeño” evidentemente lo es, ya que cuando Jesús habló estas palabras, ya había sucedido lo de Antíoco, pero él estaba hablando de un evento en el futuro.
También se dio una especie de “abominación desoladora” cuando los romanos destruyeron el Templo de Jerusalén en el año 70 d.C. Posteriormente los romanos pusieron un templo de Júpiter en el lugar donde estuvo el Templo de Dios. Esto podría tomarse como el cumplimiento de lo que anunció Jesús; sin embargo, el Señor lo vinculó con su segunda venida y la gran tribulación. Por lo tanto, sabemos que la abominación que se dio en tiempos de Antíoco IV y de los romanos fueron solamente “sombra” de lo que vendrá al final de los tiempos, siendo Antíoco una figura del anticristo.
REY ALTIVO
Cuando el ángel dio la interpretación a Daniel, dio más detalles acerca del “cuerno pequeño”:
(Daniel 8:23-25) Y al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas. Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia; y causará grandes ruinas, y prosperará, y hará arbitrariamente, y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos. Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana.
En tiempos de Antíoco IV, este rey fue en contra del pueblo de Dios, no sólo militarmente, sino ideológicamente. Luego de tomar el control militar y político, el rey procedió a prohibir ciertos principios básicos de la fe de los judíos, con el fin de helenizar al pueblo de Israel:
1. Prohibió el estudio de la Biblia;
2. Canceló el día de reposo (heb. Shabat);
3. Cambió los tiempos, obligando dejar el calendario hebreo y las fiestas bíblicas;
4. Prohibió la circuncisión;
5. Violó la santidad del matrimonio, obligando a las novias a pasar la primera noche con un militar griego.
Este mismo patrón y la profecía de Daniel se volverá a cumplir en los últimos días. Pero en ese tiempo, el rey altivo será conocido como “anticristo”. Se le llama así porque se levantará en contra del “Príncipe de príncipes” (el Cristo o Mesías), y hará guerra contra el pueblo de Dios en los últimos días.
PROSPERÓ
Al hablar del cuerno pequeño, figura del anticristo, Daniel dice que a este rey se le va a dar libertad para vencer al pueblo de Dios.
(Daniel 8:12) Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.
Podemos preguntarnos: ¿Por qué Dios permitiría que este enemigo prosperara? La respuesta la encontramos al principio del versículo: por el pecado (heb. Pesha: transgresión, rebelión). La iniquidad del pueblo le dio el derecho al enemigo de vencerlos.
¿HASTA CUÁNDO?
En la visión se revela la duración del tiempo de esta profanación:
(Daniel 8:13-14) Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.
Los reinos del hombre, incluyendo al anticristo, tienen un tiempo limitado; tienen fecha de caducidad determinado por Dios.
En la próxima entrada hablaremos sobre el ángel que le dio a la interpretación a Daniel, y también veremos otros paralelos sorprendentes en la Biblia…
Daniel 8:15-27. Intérpretación del Ángel Gabriel
Cuando Daniel recibió la visión del capítulo 8, le fue difícil comprenderla. Pero Dios le envió ayuda en la forma de un “intérprete celestial”:
(Daniel 8:15-16) Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí uno con apariencia de hombre. Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión.
Dios no envió a cualquier ángel a explicar la visión a Daniel. El ángel que llegó fue Gabriel, que la Biblia reconoce como uno de los ángeles más cercanos a Dios (Lucas 1:19). Según la tradición, Gabriel es un ángel defensor de Israel, junto con Miguel. En la Biblia, Gabriel aparece en momentos de transición y antes de la llegada del Mesías. Fue Gabriel quien anunció el nacimiento de Juan el Bautista (Luc. 1:10-20) y el nacimiento de Jesús (Luc. 1:26-38).
Este ángel especial fue enviado a Daniel para explicarle esta visión, y le señaló que era para los tiempos del fin.
(Daniel 8:17-19) Vino luego cerca de donde yo estaba; y con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin. Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie. Y dijo: He aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira; porque eso es para el tiempo del fin.
Daniel se quedó sin entender porque la visión no era para sus días sino que para el tiempo del fin. Fue tan fuerte la experiencia que Daniel quedó indispuesto por varios días.
(Daniel 8:27) Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.
PARALELOS EN LA BIBLIA
Antes de pasar al siguiente capítulo del libro de Daniel, quiero que regresemos a leer los versículos 10 al 12, ya que quiero resaltar unos paralelos muy interesantes con otras escrituras bíblicas…
En la descripción del cuerno pequeño, Daniel dice lo siguiente:
(Daniel 8:10-11a) Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el príncipe de los ejércitos…
Estos versículos me llamaron mucho la atención, porque me recordaron a la descripción que Isaías hace de Lucifer:
(Isaías 14:12-15) ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Pero tú derribado serás hasta el infierno, a los lados del abismo.
El anticristo sigue el patrón exacto de Satanás, que se levanta en contra de Dios, queriendo tomar su lugar. Hace guerra en los cielos, pero será derrotado al final, hasta el abismo mismo.
Otro detalle curioso es que, en la descripción de Lucifer en Isaías 11, dice que está cubierto de gusanos.
(Isaías 14:11) Descendió al sepulcro tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.
De forma similar, cuando Antíoco IV se levantó contra el pueblo de Dios para acabarlo, el Señor lo frenó de forma abrupta, y lo enfermó al punto que gusanos se lo estaban comiendo vivo. La descripción de esto se encuentra en el segundo libro de los macabeos:
(2 Macabeos 9:4-12) Pero el juicio de Dios lo seguía. En su arrogancia, Antíoco había dicho: “Cuando llegue a Jerusalén, convertiré la ciudad en cementerio de los judíos”. 5 Pero el Señor Dios de Israel, que todo lo ve, lo castigó con un mal incurable e invisible: apenas había dicho estas palabras, le vino un dolor de vientre que con nada se le pasaba, y un fuerte cólico le atacó los intestinos. 6 Esto fue un justo castigo para quien, con tantas y tan refinadas torturas, había atormentado en el vientre a los demás. 7 A pesar de todo, Antíoco no abandonó en absoluto su arrogancia; lleno de orgullo y respirando llamas de odio contra los judíos, ordenó acelerar el viaje. Pero cayó del carro, que corría estrepitosamente, y en su aparatosa caída se le dislocaron todos los miembros del cuerpo. 8 Así, el que hasta hacía poco, en su arrogancia sobrehumana, se imaginaba poder dar órdenes a las olas del mar y, como Dios, pesar las más altas montañas, cayó derribado al suelo y tuvo que ser llevado en una camilla, haciendo ver claramente a todos el poder de Dios. 9 Los ojos del impío hervían de gusanos, y aún con vida, en medio de horribles dolores, la carne se le caía a pedazos; el cuerpo empezó a pudrírsele, y era tal su mal olor, que el ejército no podía soportarlo. 10 Tan inaguantable era la hediondez, que nadie podía transportar al que poco antes pensaba poder alcanzar los astros del cielo. 11 Entonces, todo malherido, bajo el castigo divino que por momentos se hacía más doloroso, comenzó a moderar su enorme arrogancia y a entrar en razón. 12 Y como ni él mismo podía soportar su propio mal olor, exclamó: “Es justo someterse a Dios y, siendo mortal, no pretender ser igual a él”.
(2 Macabeos 9:28) Así pues, este asesino, que injuriaba a Dios, terminó su vida con una muerte horrible, lejos de su patria y entre montañas, en medio de atroces sufrimientos, como los que él había hecho sufrir a otros.
No es casualidad que lo mismo le sucedió a Herodes cuando él quiso hacerse pasar como dios, en el tiempo de los apóstoles.
(Hechos 12:21-23) Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en su trono, y les arengó. Y el pueblo aclamaba, diciendo: ¡Voz de un dios, y no de hombre! Y al instante el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.
Parte esencial de los reinos del hombre es que los reyes se enorgullecen tanto que llegan a proclamarse como “dios”. Lo vimos con Nabucodonosor, Antíoco, Herodes, y lo mismo hicieron varios emperadores romanos (Octavio, Julio César). Lo mismo se repetirá con el anticristo en los tiempos finales.
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