ESTUDIO SOBRE EL LIBRO DE DANIEL (PARTE 1)
Capítulos 1:1 al 3:30:
RECONOCIMIENTO DEL REY
El libro de Daniel comienza ubicándonos en el contexto histórico de ese tiempo:
(Daniel 1:1) En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.
El rey Joacim fue uno de los últimos reyes de Judá. Durante su reinado, Judá era vasallo de Egipto, pagando impuestos al Faraón. Pero en ese tiempo, se levantó otro imperio, Babilonia, que mandó a su ejército a conquistar la región.
TRES SITIOS A JERUSALÉN
En tres ocasiones, el rey de Babilonia (Nabucodonosor) puso sitio contra Jerusalén; y tras cada sitio, llevó población cautiva:
Año a.C. | Rey de Judá | Quiénes fueron llevados cautivos: |
605 a.C. | Joacim | Nobles y miembros de la familia real |
597 a.C. | Joaquín (Jeconías) | Guerreros y artesanos |
586 a.C. | Sedequías | Toda la población, excepto Jeremías y los débiles |
Daniel llegó a Babilonia en el primer exilio (605 a.C.). Seguramente él no merecía ser llevado cautivo porque él era un hombre temeroso de Dios; sin embargo, Dios lo permitió porque en ese exilio llevaron a los judíos al palacio del rey, y de esa forma se le abrieron puertas que no tuvieron los que llegaron después.
En Babilonia, Daniel estuvo en una posición de privilegio, sirviendo durante 70 años bajo cuatro reyes, en dos imperios (Babilonia y Medo-persia). Nadie pudo mover a Daniel de su liderazgo porque Dios lo puso allí. Pero a su alrededor, reinos cayeron, imperios surgieron para luego caer ante otros. Mejor que ningún otro personaje bíblico, Daniel entendió que Dios quita y pone reyes para cumplir sus propósitos divinos. El testimonio en las palabras de Daniel es el siguiente:
(Daniel 2:21) Él es quien cambia los tiempos y las edades; quita reyes y pone reyes; da sabiduría a los sabios, y conocimiento a los entendidos.
CHOQUE DE PODERES
En tiempos antiguos, las guerras no eran sólo entre reyes, sino también “entre dioses”. Antes de ir a la guerra, los reyes ofrecían sacrificios a su dios nacional para que los favoreciera en la batalla. Esto lo vemos reflejado en la historia de Daniel, cuando el ejército de Babilonia conquista Jerusalén:
(Daniel 1:2) Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
Los babilonios se llevaron los tesoros del Templo de Jerusalén y los pusieron en el Templo en Sinar. El botín no es sólo material, sino también religioso, ya que era una forma de decir que los dioses de los victoriosos son más poderosos que los dioses del pueblo derrotado.
Sin embargo, Daniel aclara que fue “el Señor” (Jehová, Dios de Israel) quien entregó a Israel a sus enemigos. La razón por la que Israel perdió la guerra contra Babilonia no fue porque los enemigos ni sus dioses fueran más poderosos, sino porque Israel pecó grandemente, y sin arrepentimiento.
(2 Reyes 21:14-15) Abandonaré al remanente de mi heredad y los entregaré en mano de sus enemigos, y serán para presa y despojo para todos sus enemigos; porque han hecho lo malo ante mis ojos, y han estado provocándome a ira desde el día en que sus padres salieron de Egipto, hasta el día de hoy.
Entre los pecados que Israel cometió están: idolatría (adulterio espiritual), adivinaciones, hechicerías, sacrificio de hijos, contaminación del Templo, etc. (1 Reyes 21:1-18). Cayeron cautivos por su propio pecado, y Jehová fue quien dictaminó la sentencia.
Un caso similar ocurrió al final del tiempo de los Jueces en Israel (1 Samuel 4 al 6). Dios permitió que los filisteos capturaran el Arca de Pacto, y la llevaran al templo de Dagon, dios filisteo. El Señor lo permitió porque el sacerdocio había caído en gran corrupción en Israel (con los hijos de Eli—1 Samuel 2). Sin embargo, Dios no permitió que se burlaran de El, y destruyó la imagen del dios filisteo y trajo una plaga sobre las ciudades de los enemigos. Más adelante en la historia de Daniel veremos que también Babilonia será juzgada por tratar con liviandad las cosas santas del Dios de Israel (Daniel 5).
PRÍNCIPES DE JUDÁ EN BABILONIA
Daniel fue llevado a Babilonia junto con la nobleza de Jerusalén, tal como había sido advertido por los profetas (2 Reyes 20:17-18).
(Daniel 1:3) Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes.
Lo que se traduce como “linaje real”, en hebreo es: Zera HaMeluka, que literalmente significa: simiente de la realeza. El historiador Josefo señala que Daniel venía de la línea de Sedequías, uno de los últimos reyes de Judá.
La nobleza de Jerusalén fue llevada cautiva, y de todos ellos, sólo unos pocos fueron elegidos para servir en el palacio de Babilonia.
LOS ELEGIDOS
En sus conquistas, el rey de Babilonia no sólo tomaba prisioneros de guerra para los trabajos pesados, sino que buscaba a la gente más hábil e inteligente de cada nación para sacarles provecho. El rey de Babilonia no sólo buscaba la riqueza material, sino también intelectual y aún espiritual; y al tener en su palacio lo mejor de todas las culturas, haría de Babilonia el imperio más poderoso e invencible.
Cuando el ejército babilónico conquistó Jerusalén, Nabucodonosor pidió que llevaran a los mejores del Reino de Judá. Muchos nobles judíos fueron llevados a Babilonia, pero no todos fueron elegidos para servir en el palacio. Antes debían pasar por ciertas pruebas y asegurarse que llenaban los siguientes requisitos:
(Daniel 1:4) …muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.
Luego de pasar la selección, los elegidos debían ser entrenados para trabajar en el palacio. Daniel estaba entre ellos.
POSICIÓN PRIVILEGIADA
Daniel no merecía ser llevado cautivo, pues él era un hombre temeroso de Dios, tal como lo demostró a lo largo de su vida. Ante eso, podríamos preguntarnos: ¿por qué Dios permitió que el justo pagara por los pecadores? Aunque suene injusto, al final resultó ventajoso para Daniel ya que lo puso en una posición de privilegio. El no fue llevado como esclavo para hacer trabajo forzado, sino que llegó directo al palacio del rey. Como veremos, Dios lo va a colocar en una posición de liderazgo e influencia sin igual, en el imperio más poderoso de ese tiempo, de forma similar a José en Egipto.
Aunque Daniel sirvió a los reyes de Babilonia, en realidad él estaba sirviendo a Dios y a sus planes. Daniel obedeció a las autoridades terrenales, pero a quien sirvió sobre todo lo demás fue a Dios y a sus planes eternos.
DANIEL 1:5-20. Propuso no contaminarse
La Biblia nos habla de cuatro jóvenes del Reino de Judá que fueron elegidos para servir en el palacio de Nabucodonosor, el rey más poderoso de la historia.
(Daniel 1:6) Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.
A Babilonia le gusta tomar lo mejor del mundo, porque supuestamente está a favor de la “diversidad”; pero al final lo que busca es asimilar a todos a su sistema, que considera como lo mejor del mundo. Como parte de eso, a los judíos cautivos les fue cambiado el nombre.
(Daniel 1:7) A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
Los nombres originales de estos jóvenes estaban relacionados con el Dios de Israel; pero en Babilonia les fueron dados nuevos nombres relacionados con las deidades locales.
Nombre hebreo | significado | Nuevo nombre | significado |
DANIEL | Dios es mi juez | Beltsasar | Bel protegerá |
ANANIAS | Jehová ha favorecido | Sadrac | Escriba, inspirado de Aku |
MISAEL | Quien es lo que Dios | Mesac | Que pertenece a Aku |
AZARÍAS | Jehová ha ayudado | Abed-nego | Siervo de Nego |
Daniel fue llamado “Beltsasar” en la corte de Babilonia, pero él nunca se llamó asimismo de esa manera. El se propuso guardar su identidad; Daniel vivió y sirvió en Babilonia, pero él nunca dejó de identificarse como israelita.
FIEL A JEHOVÁ
Daniel sirvió al rey de Babilonia con excelencia, pero su lealtad primordial siempre fue con Jehová, el Dios de Israel. Un ejemplo de esto lo vemos en la comida…
A todos los que servían al rey de Babilonia se les daban la mejor comida del reino, similar a lo que comía el rey en su mesa.
(Daniel 1:5) Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.
Aunque esto fuera un gran privilegio, para Daniel no era aceptable, ya que todos sabían que la carne y el vino del rey era ofrecida a los ídolos paganos antes de ser servida a la mesa. Daniel estaba en Babilonia, y no podía salir de allí; pero tomó la decisión de no asimilarse ni abandonar su fe. Antes de comer algo prohibido por Dios, él tomó el riesgo de apelar a la autoridad.
(Daniel 1:8) Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
Esta decisión podía ser cuestión de vida o muerte para el siervo hebreo, pero Dios le ayudó concediéndole gracia ante sus jefes.
(Daniel 1:9) Dios concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales.
Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la comida de Babilonia. La obediencia es una decisión intencional, no un “accidente” (2 Cro. 12:14); la santidad no se alcanza por coincidencia, sino que es fruto de determinación y consistencia.
DIFERENTE AL MUNDO
En el palacio del rey, la sabiduría babilonia decía que era mejor comer carne y vino; y para ellos era aún mejor si la comida era dedicada a los ídolos, porque creían que eso les traería un beneficio espiritual (Daniel 1:10).
En contraste, la sabiduría divina llevó a Daniel a proponer una dieta basada en vegetales y legumbres (la dieta del Jardín del Edén—Gen. 1:29), y agua en lugar de vino. Aún más importante, su comida estaría sin contaminación espiritual.
(Daniel 1:11-14) Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber. Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas. Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días.
Los resultados fueron positivos y muy visibles…
(Daniel 1:15-16) Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey. Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.
MEJORES RESULTADOS
Durante tres años, Daniel y sus amigos fueron entrenados y preparados para servir en el palacio de Babilonia. Aprendieron el idioma, la cultura, ciencia y sabiduría propia de Babilonia. Al cabo de ese tiempo, debían pasar el examen final con una entrevista con el rey. Los siguientes versículos nos cuentan cuál fue el resultado para los jóvenes judíos:
(Daniel 1:18-20) Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor. Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey. En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.
VENTAJA COMPARATIVA
¿Por qué Daniel y los jóvenes judíos aventajaron tanto a las personas de otras naciones y culturas?
La ventaja de Daniel no sólo era la dieta especial o la cultura o religión. El secreto de los judíos es que ellos conocen al Dios verdadero, Jehová. Conocen cómo funciona la creación porque conocen al Creador; saben cómo opera el ámbito espiritual, porque tienen relación con el Espíritu de Dios; conocen cómo funciona mejor una sociedad, porque conocen cuál es el orden que Dios estableció para que nos vaya bien.
Esta ventaja comparativa de Israel está explicada en los siguientes versículos:
(Deu. 4:5-8) Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como el SEÑOR mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla. Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: "Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Porque, ¿qué nación grande hay que tenga un dios tan cerca de ella como está el SEÑOR nuestro Dios siempre que le invocamos? ¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta ley que hoy pongo delante de vosotros?
Daniel y sus amigos no tenían la ventaja por tener un coeficiente intelectual alto o por tener habilidades especiales, sino por conocer a Dios. El fue quien les dio conocimiento y también entendimiento. Lo que Babilonia les enseñó, Dios les ayudó a interpretar a la luz de la verdad eterna.
(Daniel 1:17) A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.
Así como Daniel se propuso no contaminarse con la comida del rey, también se cuidó de no contaminarse con la cultura y la mentalidad de Babilonia. Ellos adquirieron conocimiento sin perder el discernimiento espiritual. Daniel siguió siendo un verdadero israelita, hijo de Dios, en medio de una cultura ajena al verdadero Dios. Daniel estaba en Babilonia, pero no se asimiló a Babilonia.
EN INTEGRIDAD
Daniel y sus tres amigos judíos vivieron en integridad ante Dios, y por eso el Señor los respaldó.
(Salmo 25:21) La integridad y la rectitud me preserven, porque en ti espero.
La palabra “integridad” viene de una palabra en latín que significa: “entero, completo”. Una persona íntegra es la que se comporta bien y correctamente, sin importar donde está o con quien está. Lo que uno tiene adentro, lo proyecta hacia fuera. Es lo contrario a ser de “doble ánimo” (a veces sí, y a veces no).
DANIEL 2:1-23. Sueño de un rey
La Biblia dice que Dios habla a través de los sueños.
(Job 33:15-16) En un sueño, en una visión nocturna, cuando un sueño profundo cae sobre los hombres, mientras dormitan en sus lechos, entonces El abre el oído de los hombres, y sella su instrucción.
La hora del sueño es un tiempo en que el cuerpo está inmóvil, sin control; sin embargo, el espíritu sigue despierto. En el momento del sueño, Dios puede hablar a los hombres sin el freno de la lógica y la razón, ni el impedimento de la emoción o la voluntad.
Fue precisamente en el momento del sueño cuando Dios habló al rey de Babilonia.
(Daniel 2:1) En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo Nabucodonosor sueños, y se perturbó su espíritu, y se le fue el sueño.
Hay muchos tipos de sueños, pero hay unos que nos sacuden, porque sabemos que tienen un mensaje oculto. Éste es el tipo de sueño que el rey tuvo. Por eso, mandó a llamar a los sabios de su reino para interpretarlo.
(Daniel 1:2-4) Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño. Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación.
El rey no sólo les pidió la interpretación a los adivinos, sino algo más difícil:
(Daniel 1:5-9) Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares. Y si me mostrareis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación. Respondieron por segunda vez, y dijeron: Diga el rey el sueño a sus siervos, y le mostraremos la interpretación. El rey respondió y dijo: Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones, porque veis que el asunto se me ha ido. Si no me mostráis el sueño, una sola sentencia hay para vosotros. Ciertamente preparáis respuesta mentirosa y perversa que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo. Decidme, pues, el sueño, para que yo sepa que me podéis dar su interpretación.
No sabemos a ciencia cierta si el rey de verdad había olvidado el sueño o si era una prueba; lo cierto es que el rey no estaba jugando…
(Daniel 1:10-12) Los caldeos respondieron delante del rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto del rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni señor preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni caldeo. Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne. Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.
El rey estaba poniendo a prueba a los adivinos de su reino. Cualquier persona puede “inventar” una interpretación; sin embargo, sólo un verdadero adivino puede “adivinar” un sueño. Por su propia admisión, los magos reconocieron que el único que puede adivinar un sueño es el Dios “cuya morada no está entre los hombres” (2:11). Y sólo hay un Dios que mora entre Su Pueblo, y tiene relación con ellos (2 Cor. 6:16; Apoc. 21:3), y ése es Jehová, Dios de Israel.
(Deut. 4:7) Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?
DANIEL PIDIO UNA OPORTUNIDAD
Cuando el rey llamó a los magos de Babilonia para que adivinaran su sueño, no fueron invitados Daniel y sus amigos (tal vez porque eran todavía novatos y aprendices). Sin embargo, ellos fueron incluidos en la lista de sabios que debían morir por no adivinar el sueño del rey.
(Daniel 2:13) Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel y a sus compañeros para matarlos.
Cuando los guardias llegaron por ellos, Daniel pidió que se le diera la oportunidad de revelar el sueño del rey.
(Daniel 2:14-16) Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. Habló y dijo a Arioc capitán del rey: ¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a Daniel lo que había. Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.
Daniel sabía que sólo Dios podía revelar el sueño. Por eso se puso en oración.
(Daniel 2:17-18) Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
Luego de orar, el Señor le dio la revelación en una visión:
(Daniel 2:19) Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.
REVELACIÓN DEL SUEÑO
Como respuesta a la revelación, Daniel bendijo a Dios, junto con sus amigos. Ellos no sólo estaban aliviados de salvar sus vidas, sino que muy agradecidos por la revelación recibida:
(Daniel 2:20-23) Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
A través de la revelación del sueño, Daniel entendió que Dios está en control de toda la historia de la humanidad, y no hay nada que se le escape de Sus manos.
DA SABIDURÍA
Daniel era un joven sabio, con mucho conocimiento, pero la inteligencia humana tiene sus límites. Por eso, él pidió revelación a Dios, y el entendimiento que va más allá de la razón humana.
(Daniel 2:22) El es quien revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con El.
La fuente de la sabiduría es Dios. El sabio se posiciona para oír, y Dios le revela.
(Proverbios 1:5-6) El sabio oirá y crecerá en conocimiento, y el inteligente adquirirá habilidad, para entender proverbio y metáfora, las palabras de los sabios y sus enigmas.
Ayer vimos que ningún mago en Babilonia pudo adivinar el sueño del rey. Pero lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios (Marcos 10:27). Dios es quien “revela lo profundo y lo escondido” (Dan. 2:22), y el Señor se lo reveló a Daniel.
DANIEL 2:24-49. Revelación del sueño
En la entrada anterior vimos que Daniel fue el único sabio que recibió la revelación del sueño del rey, y también su interpretación. Esto salvó su vida y la de todos los sabios de Babilonia.
(Daniel 2:24-25) Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación.
Cuando Daniel se presentó ante el rey, no fue directamente a contar el sueño, sino que comenzó reconociendo que la revelación venía de Dios Todopoderoso, porque ningún ser humano es capaz de tal milagro.
(Daniel 2:26-28) Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:
Este preámbulo aclaratorio era importante por tres razones:
- Daniel quería que el rey tuviera consideración hacia los demás sabios, porque era humanamente imposible adivinar el sueño del rey.
- Daniel no quería quedarse con la “gloria” del milagro; más bien, humildemente dejó claro que él sólo fue un instrumento de la revelación.
- Daniel dio toda gloria a Jehová, Dios de Israel.
REVELACIÓN PROFÉTICA
Daniel hizo otra aclaración antes de revelar el misterio: el dijo que el sueño del rey es profético, concerniente al futuro.
(Daniel 2:29-30) Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. Y a mí me ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más sabiduría que en todos los vivientes, sino para que se dé a conocer al rey la interpretación, y para que entiendas los pensamientos de tu corazón.
EL SUEÑO
Luego de la aclaración, Daniel procedió a contar lo que Dios le reveló acerca del sueño de Nabucodonosor:
(Daniel 2:31-35) Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra.
Al oír el sueño, podemos imaginar por qué el rey estaba tan turbado, ya que a simple vista daba la impresión que el sueño era una advertencia sobre un golpe de estado o una derrota en el reino.
INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO
INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO
Luego de adivinar el sueño, Daniel dio la interpretación…
(Daniel 2:36-45) Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; tú eres aquella cabeza de oro. Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.
REVELACIÓN HISTÓRICA
A través de este sueño, Dios le dio a Nabucodonosor la revelación de la historia de la humanidad. Las diferentes partes de la imagen del sueño representan los reinos más poderosos en la historia de la humanidad:
Cabeza de oro | Babilonia |
Brazos y pecho de plata | Media y Persia |
Vientre de bronce | Grecia |
Piernas de hierro | Roma |
Pies de hierro y barro | El último reino del hombre |
La ROCA | El Reino del Mesías |
Todo comienza en Babilonia, un imperio que fue construido sobre las ruinas de la Torre de Babel (Génesis 11:1-9), el lugar donde los hombres se levantaron en reto a Dios, buscando poder y gloria.
Cuando Daniel llama a Nabucodonosor como “el rey de reyes” (Dan. 2:37), no es que lo esté glorificando sobre Dios, sino que está reconociendo que en el ámbito de los reyes del mundo, éste ha sido el rey más poderoso de la historia. Pero, a partir de Babilonia, los reinos del hombre irán en descenso de calidad.
LA ROCA
Desde el principio de la historia, los hombres han tratando de construir su propio reino. Al elegir las piedras de construcción, rechazaron la mejor piedra, porque lo que buscaban no era la mejor edificación sino su propia gloria.
(Salmo 118:22-23) La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra principal del ángulo. Obra del SEÑOR es esto; admirable a nuestros ojos.
En el sueño del rey, una gran roca termina destruyendo la imagen del hombre. Esa piedra es la que destruirá los reinos humanos, y vendrá a ser la piedra angular de la edificación del Reino de Dios en la Tierra. La Roca es el último reino, pero no hecho de manos humanas, porque viene de Dios. Representa el Reino del Mesías que vendrá a derrocar a los reinos del hombre. Su reino será el verdadero imperio mundial que gobernará sobre toda la Tierra (Salmo 2).
El profeta Isaías nos revela que la capital del Reino de Dios estará en Sión (Jerusalén), y el rey será el Mesías (1 Pedro 2:5-8).
(Isa. 28:16-17) Por tanto, así dice el Señor DIOS: He aquí, pongo por fundamento en Sion una piedra, una piedra probada, angular, preciosa, fundamental, bien colocada. El que crea en ella no será perturbado.
RECONOCIMIENTO DEL REY
Luego que Daniel diera la interpretación del sueño, el rey de Babilonia reaccionó de una manera que sorprendió a todos los que estaban presentes, por lo insólito de lo que hizo:
(Daniel 2:46) Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso.
¿Cuándo se ha visto que un rey se postre y se humille ante un siervo—que además es extranjero? ¡Nunca! Seguramente todos quedaron sorprendidos por la reacción del rey. Pero aún más importante es lo que Nabucodonosor hizo a continuación:
(Daniel 2:47) El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio.
El rey del imperio más poderoso del mundo reconoció la superioridad del Dios de Israel, Jehová de los ejércitos.
Nabucodonosor es representativo de todas los reyes y naciones que doblarán sus rodillas ante el Mesías cuando venga a la Tierra (Isaías 49:22-23).
POSICIÓN DE PRIVILEGIO
La vida de una persona puede cambiar en un momento—ya sea para bien o para mal. Precisamente, la vida de Daniel cambió dramáticamente luego que Dios le revelara el sueño del rey de Babilonia.
(Daniel 2:48-49) Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.
De ser un siervo cautivo en peligro de muerte, Daniel pasó a ser el gobernador de la nación más poderosa del mundo. Esto fue muy parecido a lo que le sucedió a José en Egipto, ya que él también fue nombrado gobernador de Egipto luego de haber interpretado el sueño del Faraón. A Daniel y a José les cambió la vida el haber interpretado un sueño, llevándolos a una posición de influencia que nunca hubieran podido alcanzar por medios naturales. Y no sólo Daniel fue promovido, sino también sus tres amigos judíos se vieron beneficiados, recibiendo posiciones de liderazgo en Babilonia.
(Daniel 2:49) Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.
Tanto Daniel como José fueron fieles en lo poco, por eso después les fue confiado mucho más.
(Lucas 16:10) El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho.
DANIEL 3:1-8. Prueba de lealtad
En el capitulo anterior leímos sobre el sueño que tuvo Nabucodonosor, rey de Babilonia, sobre una estatua gigante que caía. Era un sueño profético que Daniel interpretó, relacionado a los imperios más poderosos del hombre (en relación a Israel).
Nabucodonosor se impresionó mucho por la interpretación de Daniel; pero luego, tuvo otra reacción al sueño: el rey decidió levantar una estatua gigante, similar a la de su sueño, pero toda hecha de oro.
(Daniel 3:1) El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia.
La estatua fue construida en la llanura de Dura, que hoy es Tikrit, Irak (lugar donde nació Sadam Hussein). En ese lugar, los arqueólogos encontraron un pedestal enorme que puede ser la base de esta estatua colosal. La Biblia dice que la estatua medía 60 codos de alto, que equivale a 90 pies de altura (aproximadamente ocho pisos).
En el sueño, sólo la cabeza de la imagen era de oro, y representaba el reino de Babilonia. Pero Nabucodonosor quería que toda la imagen fuera dorada, probablemente porque no quería que otro imperio sucediera ni suplantara al de Babilonia.
LLAMADO A ADORAR
Nabucodonosor no sólo levantó la estatua gigante por egolatría, sino también porque quería probar la lealtad de la gente que trabajaba para él, muchos de los cuales eran extranjeros.
(Proverbios 20:28) Lealtad y verdad guardan al rey, y por la justicia sostiene su trono.
La Biblia dice que la manera en que un rey conserva el poder no es por las amenazas o por su mano dura, sino por hacer justicia y por poner su confianza en Dios. Aún los enemigos son expuestos cuando el rey confía en Dios.
(Salmo 21:7-8) Por cuanto el rey confía en Jehová, y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido. Alcanzará tu mano a todos tus enemigos; Tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.
Pero en el caso de Nabucodonosor, lo que lo movió fue el miedo a perder su reino por un golpe de estado. Por lo tanto, para asegurarse la lealtad de sus súbditos, el rey convocó a todos los líderes de las provincias para la dedicación de la estatua.
(Daniel 3:3) Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes, oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey Nabucodonosor.
Los líderes se mencionan en orden de rango, comenzando con “sátrapa”, que era un tipo de príncipe que gobernaba sobre una provincia del imperio de Babilonia, y rendía cuentas sólo al rey. El último, que se traduce como “gobernador”, en arameo es: Tiftai, que también se puede traducir como jefe judicial o de la policía.
En la fiesta de la inauguración, todos estos líderes de las provincias debían probar su lealtad al rey arrodillándose delante de la imagen.
(Daniel 3:4-5) Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones y lenguas, que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado.
Entre los invitados, estaban los tres amigos de Daniel, a quienes se les puso en puestos importantes en Babilonia (aparentemente Daniel no llegó, probablemente porque tenía un puesto cercano al rey, y era de su confianza).
(Daniel 2:49) Y Daniel solicitó del rey, y obtuvo que pusiera sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.
Cuando llegó el día de la inauguración, a la señal de la música, todos se postraron ante la imagen del rey para demostrar su lealtad.
(Daniel 3:7) Por lo cual, al oír todos los pueblos el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había levantado.
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Todos los líderes del imperio de Babilonia se postraron ante la imagen del rey para rendirle pleitesía, y en señal de sumisión a Nabucodonosor. Todos lo hicieron… excepto: Sadrac, Mesac y Abednego.
Los tres jóvenes judíos estaban entre la espada y la pared, pues tenían que decidir entre dos opciones:
a. Por un lado, su vida estaba en riesgo si no se postraban ante la imagen, pues había una sentencia de muerte a quien no lo hiciera:
(Daniel 3:6) y cualquiera que no se postre y adore, inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
b. Por otro lado, su fe les prohibía postrarse y adorar a imágenes e ídolos (Éxodo 20:4-6). Una de las principales causas por las que Dios permitió que los judíos fueran llevados cautivos a Babilonia era precisamente porque el pueblo había caído en idolatría (Deu. 4:23-31; Josué 23:16).
En ese momento se pondría a prueba si esos jóvenes habían aprendido la lección, o si caerían en el mismo error.
LA DECISIÓN
Mientras que el rey de Babilonia estaba probando la lealtad de sus súbditos, también el Rey de universo estaba probando la fidelidad de sus hijos.
Felizmente, los tres jóvenes judíos escogieron obedecer a Dios antes que al hombre. Sadrac, Mesac y Abed-nego decidieron no postrarse ante la imagen, aunque esto les costara su vida.
Hay momentos en la vida en que cada persona tendrá que decidir si se tiene temor de Dios o de los hombres.
(Job 4:6) ¿No es tu temor a Dios tu confianza, y la integridad de tus caminos tu esperanza?
ACUSACIÓN DEL ENEMIGO
Los jóvenes judíos, amigos de Daniel, fueron fieles a Dios; por lo tanto, ellos no se postraron ante la imagen del rey. Pero pronto llegaron los acusadores:
(Daniel 3:8) Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y acusaron maliciosamente a los judíos.
La frase que se traduce: “acusar maliciosamente”, en el idioma arameo (original) usa literalmente palabras muy gráficas que hablan de: “comer o masticar a alguien con acusaciones o chismes”. También dicen que “se acercaron” a ellos (arameo, Kerev), lo cual es significativo, ya que los acusadores lo hicieron adrede y con mala intención, ya que se acercaron buscando la oportunidad para destruirlos.
Este ataque de acusación recuerda a las tácticas del diablo (el adversario), que busca destruir al pueblo de Dios. Curiosamente, Pedro también lo describe como alguien que “devora”.
(1 Pedro 5:8) Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar.
La Biblia describe al diablo como “el acusador de los hermanos”, que los acusa delante de Dios día y noche (Apoc. 12:10). Y las acusaciones no son “mentiras”, sino son señalamientos de cómo ellos le han fallado a Dios. Un ejemplo de esto lo encontramos en Zacarías, que describe cómo el sumo sacerdote Josué fue acusado por el diablo ante Dios, pero allí mismo describe que la intención del Señor no es condenar sino limpiar (Zac. 3:2-5; Rom. 8:1).
En el mismo patrón del diablo, los enemigos de los judíos quisieron destruirlos al acusarlos de fallar a la ley de Babilonia, y lo hicieron ante la máxima autoridad:
(Daniel 3:9-12) Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor: Rey, para siempre vive. Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.
DANIEL 3:9-30. Salvados del Horno
En la entrada anterior (Daniel 3:1-8), vimos como los enemigos de los judíos estaban esperando que los jóvenes faltaran al mandato para acusarlos ante el rey. Y cuando lo hicieron, el rey no reaccionó bien al desacato.
(Daniel 3:13-14) Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
Lo interesante es que el rey todavía les dio el beneficio de la duda. Les dio la oportunidad de obedecer para evitar su muerte. Sin embargo, si no aprovechaban esa oportunidad, les advirtió que no les perdonaría su vida.
(Daniel 3:15) Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
FIELES A DIOS, ANTES QUE AL HOMBRE
Nabucodonosor amenazó con lanzar a los jóvenes judíos al horno de fuego si no se postraban ante la imagen del rey. Lamentablemente, en este caso, la lealtad al rey significaba para ellos deslealtad a Dios. Al final, escogieron a Dios, aún cuando su vida corriera riesgo. Así fue como ellos respondieron:
(Daniel 3:16-18) Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
Es importante notar que la obediencia de los jóvenes judíos no era porque tenían la seguridad de ser librados de la muerte. Ellos obedecieron sin importar el resultado, sabiendo que Dios está en control. Esto es fe completa.
En Hebreos 11 menciona a varios héroes de la fe. Algunos fueron librados por milagro, y otros no—pero todos tuvieron fe en Dios, sabiendo que Él está en control y permitirá lo que sea mejor para sus hijos (Hebreos 11:32-35).
(Romanos 14:7-8) Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, y ninguno muere para sí mismo; pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos; por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.
¿Estarías dispuesto a morir por tu fe en Dios?
La meta no es guardar la vida, sino guardar la relación con Dios, teniendo la esperanza de la vida eterna. Como dijo Jesús:
(Mateo 16:25-26) Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?
ADORACIÓN A LA BESTIA
Los eventos de Daniel cap. 3 se repetirán de forma similar en los últimos tiempos, ya que el anticristo también levantará una imagen, y demandará que todos la adoren.
(Apocalipsis 13:14-15) Además engaña a los que moran en la tierra a causa de las señales que se le concedió hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tenía la herida de la espada y que ha vuelto a vivir. Se le concedió dar aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia también hablara e hiciera dar muerte a todos los que no adoran la imagen de la bestia.
Este es el mismo “espíritu de Babilonia” que volverá a levantarse. Pero nosotros debemos estar preparados, como lo estuvieron Daniel y sus tres amigos. La decisión de ser fiel a Dios, aún a costa de la vida…esa es una decisión que debemos tomar de antemano, porque en el calor del momento lo más seguro es que tomaremos una mala decisión, basada en el miedo y no en la fe en Dios.
CASTIGO CON FUEGO
Nabucodonosor creía tener todo el poder del mundo, y él quería hacerlo evidente obligando a todos a adorar su imagen. Cuando los jóvenes judíos se negaron a adorar la imagen, el rey dijo: “¿Qué dios los podrá librar de mí?” (Dan. 3:15).
El rey sintió su autoridad retada, y decidió acabar con esa amenaza. Y para hacer un ejemplo de ellos, intensificó el fuego del horno.
(Daniel 3:19-20) Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo.
Es interesante que el rey mandó a atar las manos de los jóvenes judíos. El objetivo de esto era evitar que pudieran defenderse. A veces pasamos por circunstancias en la vida que nos hacen sentir que tenemos “las manos atadas”, porque no hay nada humanamente posible que podamos hacer para salir de esa situación. Pero en momentos como este, Dios espera que nos mantengamos fiel a Él y a sus principios. Nosotros debemos hacer nuestra parte, y confiar que el Señor hará lo Suyo (Lucas 18:27).
LA MANO DE DIOS
Sadrac, Mesac y Abednego prefirieron perder sus vidas que perder sus almas por doblar rodilla ante otro que no fuera Dios (Mateo 16:25-26). Por eso, fueron lanzados al horno de fuego…
(Daniel 3:21-23) Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.
Seguramente los jóvenes creyeron que en ese momento iban a morir…pero sucedió un milagro…
(Daniel 3:24-27) Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses. Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían.
Al final, lo único que se quemó fueron las “ataduras” y los verdugos que los lanzaron al fuego. Como dice el profeta:
(Isaías 43:2-3) Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará. Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador…
EL REY RECONOCE A DIOS
Luego de ser testigo del milagro del Dios de Israel, la asamblea de inauguración de la estatua se transformó en una reunión de reconocimiento a Jehová.
(Daniel 3:28-29) Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.
El rey más poderoso del mundo reconoció el poder del Dios de Israel, y lo hizo delante de los principales líderes de todas las comarcas del imperio babilónico.
Lo que el enemigo diseñó para mal, Dios lo tornó para bien (Romanos 8:28), y los jóvenes recibieron aún más reconocimiento.
(Daniel 3:30) Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
La Biblia dice que Dios honra a quienes le honran (1 Samuel 2:30), y eso fue lo que recibieron los jóvenes fieles, amigos de Daniel. Ellos honraron a Dios, a pesar de que sus vidas estaban en peligro; luego Dios los honró, no sólo salvándoles la vida, sino que mejorando su posición y su calidad de vida.
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