EL VERDADERO DIABLO DE LA BIBLIA (Capítulo 3) El diablo en el Nuevo Testamento.

 El Diablo en el Nuevo Testamento.

El Nuevo Testamento revela al mismo Dios que se halla en el Antiguo Testamento. A Dios aún se le presenta como la fuente de nuestras pruebas, de juicio, y el origen del pecado se le ubica aún repetidamente en la mente humana. La supremacía de Dios se recalca tal como se hace en el antiguo Testamento. Incluso la bestia de Apocalipsis 17:17 "cumple su voluntad". Aquellos a quienes persigue, "padecen según la voluntad de Dios" (1 Pedro 4:19). Pero la historia que ahora vamos a considerar refleja una vez más como el pueblo de Dios tiene un inagotable deseo de añadir y cambiar las más básicas enseñanzas de la palabra de Dios. Se ha observado acerca de las deidades paganas que "se retuvieron su carácter y propiedades, pero que ahora eran entendidos y absorbidos en el contexto cristiano" (1). Esto ocurrió de muchas maneras. Considere lo siguiente: Cristo = Apolo [dios del sol] Dios el Padre = Zeus, Cronos Virgen María = Magna Mater, Afrodita, Artemisa Espíritu Santo = Dionisio [el espíritu de la posesión exultante], Orfeo Satanás = Pan, Hades, Promoteo Santos = Huestes de ángeles Miguel el Arcángel = Marte San Cristóbal = Atlas En nuestro contexto, observemos cómo Pan y Hades fueron importados por el cristianismo apóstata como "Satanás". 

El arte cristiano es un válido reflejo de las ideas dominantes que existen dentro del cristianismo popular. "La primera descripción cristiana que se conoce acerca del Diablo se halla en los Evangelios de Rábula, los cuales datan desde el año 586 d.C. Por qué el arte cristiano no describe al Diablo antes del siglo VI, no se sabe". Quizás la respuesta sea simple: porque la idea estaba aún desarrollándose. Un estudio de los padres apostólicos muestra cómo empezó a desarrollarse la idea del Diablo como un ser personal y ángel caído. Escribiendo a fines del primer siglo, Clemente de Roma escribió a los corintios como si Satanás fuera un ser personal responsable de instar a los cristianos a pecar (Clemente 51:1). Casi en la misma época, Ignacio empezó a escribir acerca de que en el cielo hay ángeles buenos y ángeles pecadores que siguen a un ser llamado el Diablo (Tralianos 5:2; Esmirnianos 6:1; Efesios 13:1). 

A medida que los cristianos padecían oposición y persecución, el lenguaje acerca del Diablo empezó a aplicarse a ellos; se consideraba que judíos, herejes, paganos, etc., estaban del lado de Satanás desarrollando en la tierra un reflejo de alguna batalla cósmica entre Cristo y Satanás, la cual se suponía que se estaba llevando a cabo en el cielo. Una carta de Policarpo a los filipenses alrededor del año 150 d.C. desarrolla esta idea; él ve a aquellos que no concuerdan con él no tan sólo como personas con una opinión diferente, sino, por consiguiente, como seguidores de Satanás. Él y muchísimos otros empezaron a "jugar a ser Dios" como incontables otros lo han hecho desde entonces, y usan la idea de una batalla cósmica que se estaría desarrollando en la tierra (representando ellos a los héroes justos, por supuesto) como una buena excusa para demonizar a su oposición. Estas ideas se usaron para justificar las cruzadas, tal como se usan en el presente para justificar la guerra. 

En el otro lado están los chicos malos, que reflejan a Satanás en el cielo; y en "nuestro" lado están los chicos buenos, con Dios de nuestro lado. Hemos mostrado bíblicamente que no hay ninguna batalla cósmica desarrollándose en el cielo; incluso la descripción simbólica de una lucha de poder en Apocalipsis 12 como una "guerra en el cielo" era una profecía de la situación que existiría inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. De ahí que la común idea pagana acerca de un conflicto cósmico fuera importada por el cristianismo y usada para justificar la demonización de cualquiera que sea visto como opuesto a los cristianos. Eso permitía a los "cristianos" usar el más sucio y amargo lenguaje en contra de sus oponentes, sobre la base de que al hacerlo estaban reflejando la supuesta guerra cósmica que Jesús estaba dando contra Satanás "allá arriba". Todo esto era lo menos parecido posible al amable y no violento testigo de Jesús frente al mal. Puede parecer de interés simplemente académico en cuanto a si hay o no una batalla cósmica desarrollándose en el cielo; pero la realidad es que aquellos que creen esto tienden a verse a sí mismos que están luchando aquí en la tierra del lado de Dios, y por lo tanto, ese fin (como en cualquier otra guerra) justificaría cualquier medio que elijan usar (2). Al pasar los años, se empezó a lidiar con las preguntas básicas que surgen de la idea de un Satanás personal caído. He enumerado algunas de ellas en la Sección 3-2. 

Una de éstas era bastante sencilla, ¿dónde está Satanás? ¿Está en la tierra, en la atmósfera, o bajo la tierra? La necesidad de encontrar una ubicación de Satanás fue una de las razones por qué el pensamiento cristiano se apartó del concepto bíblico de que el "infierno" es simplemente el sepulcro, y se volvió a un lugar de impactante horror, habitado por el Satanás caído. He examinado la naturaleza del infierno con más profundidad en la Sección 2-5. Las "Odas de Salomón", una obra cristiana-judía del segundo o tercer siglo d.C., fue la primera en afirmar que el Diablo está localizado en el centro muerto de la tierra, en el punto más bajo del infierno (3). Después, Dante desarrollaría esta idea gráficamente y la popularizaría. Sin embargo, fue la filosofía griega, especialmente el platonismo y el gnosticismo, la que tuvo un impacto aún más profundo sobre el pensamiento cristiano. Los platónicos creían que habían intermediarios entre los dioses y los humanos, llamados demonios [daimon]. 

Esta idea creó confusión en la mente de muchos cristianos con respecto a los ángeles de los cuales habla la Biblia. No obstante, no hay duda acerca de este asunto de que esto no es como la Biblia misma define a los demonios; véase la Sección 4-2 para más información sobre esto. La Septuaginta, traducción al griego del Antiguo Testamento, siempre tradujo la palabra hebrea mal'ak como angelos ["ángel"] más bien que como daimon [“demonio”]. Pero en medio de la tendencia general de mezclar ideas paganas con doctrina cristiana, fue fácil lograr esa asociación; de este modo, la idea de demonios como ángeles caídos empezó a entrar en la cristiandad. Filo equiparó a los demonios de la creencia griega con los ángeles en los que creían los judíos, y adicionalmente, la idea persa de que hay demonios buenos y otros malos se prestaba muy fácilmente a la idea de que hay ángeles buenos y otros malos. 

Pero en nuestro contexto el punto que deseamos hacer notar es que todo esto era una mezcla de doctrina bíblica con tradiciones y filosofías extra-bíblicas y paganas. No puede haber duda de que el gnosticismo influyó en el pensamiento de los primeros cristianos; las cartas de Juan, especialmente, están llenas de advertencias en contra del incipiente gnosticismo, redefiniendo, como lo hace Juan, los términos "luz" y "oscuridad" en contradicción con las falsas ideas que después llegarían a ser el gnosticismo. Los gnósticos eran dualistas, es decir, ellos veían todo en función de oposición. Para ellos, si Dios era bueno, entonces el mal no podía provenir de él, sino más bien de alguna otra fuente o principio independiente y opuesta. Esto era una forma más organizada y sofisticada de lo que los persas creían antes, con su dios de luz y su dios de oscuridad, un dios de paz y un dios de desastres. Era esta creencia persa la que Isaías 45:5-7 desafía específicamente, advirtiendo a los judíos que se hallaban en cautividad en Persia de que sólo el Dios de Israel es la fuente de luz y oscuridad, de paz y desastres. Los gnósticos sostenían que este mundo es irremediablemente maligno, y que, por lo tanto, el Dios del bien está lejos de él. Ellos afirmaban, especialmente por intermedio de su principal defensor, Marcio, que Dios no puede ser absolutamente bueno, todopoderoso, y sin embargo haber creado y permitido que existiera un mundo malvado. 

Por supuesto, ellos descartaban el argumento total del cristianismo: que el único Dios de toda bondad verdaderamente ama a los pecadores y a este mundo maligno, al extremo de que dio a su Hijo, el cual era "en semejanza de carne de pecado" (Romanos 8:3), a fin de que no sólo pudiera entrar en este mundo maligno y en la salvaje humanidad que existía aquí, sino que también lo salvara. Los gnósticos rechazaban esto y decidieron que este mundo afectado por el pecado fue creado y sostenido por otro dios, Satanás. R. M. Grant ha señalado que el mayor desafío del gnosticismo al cristianismo condujo a los líderes cristianos a definir más cuidadosamente el entendimiento del Diablo acerca del cual ellos deseaban predicar; y de este modo, se llegó a otra etapa en el desarrollo del dogma del Diablo (4). 

Crecientemente con el paso de los años, se usó al Diablo como una amenaza; por ejemplo, si no apoyas a la iglesia, ni pagas tus deberes, ni respaldas a los líderes, entonces se desarrolló la idea de que les esperaba un terrible futuro de tormento a manos del Diablo en un infierno ardiente. Esta idea siempre ha parecido extraña a la luz de la muy clara declaración del Señor de que los malvados serán castigados en el fuego [figurativo] "preparado para el diablo y sus ángeles [seguidores]" (Mateo 25:41). Son los ángeles de Jesús, y no del Diablo, los que castigan a los malvados (Mateo 13:42-50). Una distorsión de las Escrituras para dar a entender que el Diablo es el atormentador de los malvados simplemente se halla en directa contradicción con estas claras declaraciones del Señor Jesús. Notas. (1) Richard Tarnas, The Passion of the Western Mind: Understanding the Ideas That Have Shaped Our Worldview (London: Pimlico / Random House, 2000) p. 110. (2) 

El deseo de demonizar a otros de una manera espiritualmente respetable, me parece que es una de las mayores razones psicológicas del desarrollo de la idea de un Satanás personal. Este tema se explora y ejemplifica en detalle en M.E. Hills, Human Agents of Cosmic Power (Sheffield: S.U.P., 1990), especialmente en el capítulo 5. (3) Odes of Solomon 42 in J.H. Charlesworth, The Odes of Solomon (Missoula: Scholar‟s Press, 1977). (4) R.M. Grant, Gnosticism and Early Christianity (New York: Columbia University Press, 1966) pp. 128–131; vea también Elaine Pagels, The Gnostic Gospels (New York: Random House, 1979). 1-2-1 Satanás en el pensamiento de Justino Mártir La respuesta de los "padres de la Iglesia" fue afirmar que aunque es cierto que el mundo está en manos de Satanás, el bautismo libera a una persona del poder del Diablo. De ahí que en las fórmulas bautismales se empezara a decir de cómo los demonios eran expulsados de una persona (1). Esto contrastaba drásticamente con la reiterada evidencia en el Nuevo Testamento de que el bautismo es para el perdón de los pecados personales, un renacer "en Cristo", cubierto contra el pecado por su sacrificio (Hechos 2:37, 38; Colosenses 2:12-14). 

Ninguno de los pasajes sobre el bautismo en el Nuevo Testamento, en particular la exposición acerca del bautismo en Romanos 6 y la institución del bautismo en la gran comisión, mencionan jamás que su propósito es exorcizar demonios o liberarnos del poder de un ser personal llamado el Diablo. Producido alrededor del año 180 d.C., el apócrifo "Hechos de Pedro" intentó conscientemente mezclar el gnosticismo con el cristianismo afirmando que los aspectos negativos de este mundo es culpa de un Satanás personal que le tendió una trampa a Adán y "lo ató... con la cadena del cuerpo [humano, pecaminoso]". El relato del Génesis no dice nada --y es un silencio ensordecedor-- acerca de ningún "Satanás" tentando a Adán. Asimismo, el Nuevo Testamento declara simplemente que el pecado entró en el mundo por medio de Adán; no por alguien o algo (Romanos 5:12). 

Justino Mártir fue una de las principales eminencias que trató de defender al cristianismo en contra de las críticas gnósticas. Escribiendo a mediados del siglo II, habló mucho de cómo el universo entero se halla en verdad infectado de demonios y del poder del Diablo. Él llegó a esta conclusión debido a la necesidad de contestar la pregunta, "¿Adónde cayeron Satanás y sus ángeles?". Él ideó un esquema de diversos niveles de atmósfera, pobladas, aseguró, por diversas clases de ángeles caídos. Aquellos que cayeron más lejos descendieron al centro de la tierra, al infierno, mientras que otros permanecieron en la tierra, y aún otros quedaron en la atmósfera. Asimismo, él aceptó la falsa idea de una "alma inmortal" que va al cielo después de morir, y, por lo tanto, él supuso que los demonios de la atmósfera intentarían detener el avance de las almas al cielo. Esto carece totalmente de respaldo bíblico. La Biblia habla claramente de la resurrección del cuerpo y del galardón literal a los justos en el reino de Dios en la tierra, a la segunda venida de Cristo. 

Además, lo que decide el destino final de una persona es cómo vive y en qué cree; esto no puede ser impedido por seres que se hallen suspendidos en medio de la atmósfera (2). Justino Mártir muy claramente tenía necesidad apremiante de evidencia bíblica para sus ideas (3). Toda su cosmología, según se acaba de describir, carecía totalmente de apoyo bíblico. Lo mejor que pudo hacer fue referirse a la idea de que los hijos Dios se casaron con las hijas de los hombres, que se menciona en Génesis 6. Este pasaje, sin embargo, como quiera que se entienda, ciertamente no provee una base para la detallada cosmología que él expuso profusamente. En la Sección 5-3.1 se muestra el significado del pasaje de Génesis 6; por el momento, es suficiente decir que simplemente no apoya lo que Justino elaboró basándose en dicho pasaje. La apremiante necesidad bíblica e intelectual de Justino se destaca por el faux pas que él hace en su Diálogo con Trifo donde afirma que la palabra "Satanás" se deriva del hebreo sata ("apóstata") y nas (que él afirma que significa "serpiente"). 

Aunque esta etimología es evidentemente falsa, (4), en vista de que el hebreo para serpiente es nachash, Satanás claramente significa tan sólo "adversario"; sin embargo, tuvo el respaldo de Ireneo. Esta clase de necesidad intelectual apremiante, deshonestidad académica y arrogante distorsión de los significados de la raíz hebrea se necesitaba y se necesita tan sólo para defender lo indefendible; que la serpiente del Edén no era el animal literal que Génesis 3:1 dice que era, sino que más bien era un ser personal apóstata llamado Satanás. Es significativo que también se ha acusado a Gregorio de afirmar, a sabiendas, falsas derivaciones de palabras hebreas y griegas a fin de apoyar su caso; por ejemplo, que diabolous procede de una raíz hebrea que significa "caerse desde el cielo" (5). ¡No significa nada de eso! Pero quizás lo más significativo de todo fue que Justino recurrió a los escritos de otros "padres" en vez de ir a la Biblia misma. De este modo: "Porque entre nosotros el príncipe de los espíritus malignos se llama la serpiente y Satanás y el Diablo, como usted puede darse cuenta mirando en nuestros escritos" (La Primera Apología de Justino, cap. 28). 

Cómo se definió a Satanás "entre nosotros" se hizo importante, y se apeló a esa definición sobre la base de "mirar en nuestros escritos". Una fe basada en la Biblia, un interés por basar todo entendimiento cristiano en los términos de Dios y en la palabra de Dios, ya no era de suma importancia. Una revisión de este período revela como los "padres" lidiaban con las lógicas implicaciones de las teorías que ellos inventaban acerca de Satanás. Un notorio ejemplo es la forma en que cambian sus ideas respecto a cuál fue exactamente el pecado de Satanás. Teófilo tomó la idea judía [de Sabiduría 2:24] que el pecado de Satanás fue la envidia; Ireneo y Cipriano diferían en cuanto a si fue envidia a Dios o a [un supuestamente preexistente] Jesús, o a Adán; pero entonces Orígenes decidió que el pecado de Satanás no fue la envidia sino en realidad el orgullo. 

Una y otra vez rehusaban enfrentar los simples hechos del relato de Génesis, que Pablo resumió cuando dijo que "el pecado entró en el mundo por un hombre [Adán]" (Romanos 5:12). Ireneo lidiaba con la cronología de la caída de Satanás. Habiendo decidido que Satanás cayó porque le tenía envidia a Adán, tenía que colocar el pecado de Satanás después de la creación de Adán. Enfrentado con el problema de cuándo cayeron los ángeles de Satanás, él acomodó eso con la idea de que los hijos de Dios se casaron con las hijas de los hombres en Génesis 6, justo antes del diluvio. Por supuesto, eso, a su vez, plantea muchísimas otras preguntas. ¿Por qué se arrojó fuera a Satanás, pero no a los otros ángeles? ¿Cómo se las arreglaron para quedarse en el cielo por muchos siglos más? ¿Cómo reconciliar esto con la interpretación errónea de Apocalipsis 12 que declara que el Diablo y sus ángeles fueron arrojados juntos del cielo? ¿Cometieron Satanás y los ángeles el mismo pecado? Notas. (1) Véase J.B. Russell, Satanás: La Tradición de los Primeros Cristianos (Nueva York: Comell University Press, 1987), p. 61. (2) Para el entendimiento de Justino sobre este punto, véase J.B. Russell, ibid, p. 65. (3) Los puntos de vista de Justino Mártir se hallan bien resumidos en L. Barnard, Justino Mártir: Su Vida y Pensamiento (Cambridge: C.U.P., 1967). (4) Véase Barnard, ibid, p. 108. (5) Esto se examina y se ejemplifica detalladamente en J.F. O'Donnell, El Vocabulario de las Cartas de San Gregorio el Grande (Washington: Catholic University of America Press, 1934), p. 142. 

Satanás en el Pensamiento de Ireneo y Tertuliano 

Lidiando aún más con el problema que ellos crearon, los "padres" entonces tenían que lidiar con el problema de cómo la muerte de Cristo podía destruir o dañar a Satanás. Orígenes, Ireneo y Tertuliano crearon la idea que después se desarrolló y popularizó en novelas y en el arte, a saber, que Dios de algún modo engañó a Satanás. El razonamiento era que Satanás exigió la sangre de Jesús, y por eso él hizo que Jesús muriera; pero, sin que lo supiera Satanás, Jesús era [supuestamente] Dios y resucitó del sepulcro. No sólo nunca se definió a Jesús como "Dios" en un sentido trinitario en la Biblia, sino que la superstición completa es pura ficción. La sangre de Jesús no fue un "pago" a nadie. Y un Dios todopoderoso no necesita engañar a Satanás a fin de ganar un juego. 

De nuevo vemos que nuestro punto de vista acerca de Dios afecta nuestra idea acerca de Satanás, y viceversa. Y vemos también que un forzado, antinatural y antibíblico concepto acerca de la expiación afecta también lo que pensemos acerca de Satanás. Las criticas gnósticas y otras críticas acerca del "cristianismo" se centraban fácil y poderosamente en estas contradicciones y planteaban preguntas; y los "padres" tenían que profundizar aún más en una teología tortuosa y contradictoria. Ellos fueron presionados para que contestaran si Satanás y sus ángeles pecaron al mismo tiempo y fueron arrojados juntos del cielo, o si en realidad Satanás y sus ángeles cometieron el mismo pecado, o pecados diferentes. 

La respuesta de Tertuliano fue que Satanás pecó por envidia, y fue arrojado del cielo por esto. Luego ajustó su punto de vista para decir que a Satanás se le dio un período de gracia entre el momento que cometió su pecado y su expulsión, durante cuyo tiempo corrompió a algunos de los ángeles, y entonces ellos fueron arrojados tras él. Clemente, por contraste, insistía en que Satanás y los ángeles cayeron junto, al mismo tiempo. Las respuestas de los "padres" eran totalmente ficticias y no armonizaban en absoluto con ninguna declaración bíblica. Y sin embargo, estos hombres desesperados insistían en que Dios guiaba sus creencias, y muchas generaciones de la cristiandad los han seguido ciegamente. Tertuliano también participó en la discusión si Satanás era un ángel, después de todo, tal como lo habían afirmado los primeros padres de la iglesia. 

Tertuliano enmendó la controversia al afirmar que efectivamente Satanás era un ángel, después de todo. Entonces entró en el problema de exactamente cómo Satanás y los ángeles llegaron a la tierra desde el cielo. En vista de que tenían que viajar por el aire, Tertuliano afirmó [Apol. 22] que el Diablo y los ángeles tenían alas. Ireneo fue influenciado especialmente por los mitos judíos acerca de los "Ángeles Guardianes" del Libro de Enoc. Incluso, en su obra En Contra de los Herejes"él llama a Satanás como "Azazel", tal como lo hace Enoc, mostrando la fuerte influencia que tenía de los mitos judíos que Pablo, Judas y Pedro habían advertido tan fervientemente que no los aceptaran. Ireneo también denominó a sus oponentes como "ángeles del Diablo" (En Contra de los Herejes, 1:15.6), mostrando lo conveniente que era aplicar los mitos del conflicto cósmico a sus propios enemigos en la tierra. En vez de reconocer que todas estas eran tan sólo especulaciones, Ireneo y Tertuliano llegaron a insistir que la creencia en Satanás era una doctrina central del cristianismo. 

Tertuliano insistía en que al bautizarse el candidato debía reprender a Satanás (1). Efectivamente, Tertuliano [más tarde apoyado por Hipólito] estaba haciendo de su punto de vista acerca de Satanás una parte fundamental de la fe cristiana; sin aceptarla, una persona no podía ser bautizada en la fe cristiana. El candidato tenía que declarar: "Yo renuncio a ti, Satanás, y a tus ángeles". Esto distaba mucho de parecerse a los relatos del Nuevo Testamento en que hombres y mujeres confesaban sus pecados y se bautizaban en Cristo para el perdón de ellos. Esta clase de pensamiento fue llevado hasta su último término cuando mucho después, en 1668, Joseph Glanvill (un miembro de la Royal Society) afirmó que negar la creencia en un Diablo personal era lógicamente negar una creencia en Dios, y de este modo equivalía a ateísmo (2). Hasta este extremo puede llegar el dualismo: si el Dios de amor tiene paralelo con un dios del mal, entonces negar al dios del mal es negar la existencia del Dios de amor, el Dios y Padre del Señor Jesús. El calvinista John Edwards, en su publicación de 1695, Algunos pensamientos referente a las varias causas y ocasiones del ateísmo, afirmó que la negación de la existencia del Diablo y los demonios es causa de ateísmo. 

Todo esto es tan triste, y tan trágica perversión del cristianismo bíblico --aquellos que negamos la existencia de un Satanás personal como resultado de una cuidadosa investigación bíblica e histórica, aquellos que creemos en la omnipotencia total del único Dios, creemos esto a tal punto que no vemos cabida alguna para la existencia de un Diablo personal --se nos enmarca como ateos literales. Y esto no es algo del pasado; oímos de líderes cristianos contemporáneos que afirman que aquellos que niegan la existencia de un Diablo personal están negando la esencia misma de la fe cristiana, y se les debe considerar miembros de un culto más bien que cristianos (3). Esa fue precisamente la clase de demonización alarmista de la oposición teológica que empezó con los padres de la iglesia, y continuó con los luteranos como Augusto Pfeiffer, quien en 1695 afirmó que una creciente incredulidad en el Diablo conduciría al desmoronamiento moral de la sociedad (4). 

No obstante, un entendimiento puramente bíblico del Diablo seguramente promueve la espiritualidad en la moralidad; porque la idea del Nuevo Testamento de que el verdadero "enemigo" es nuestro propio pensamiento humano interior, y tentación, conduce a una lucha privada mucho más fiera contra la inmoralidad en lo más profundo del corazón de aquellos que saben cuál es realmente el verdadero enemigo de los cristianos. Tertuliano y la Oración del Señor La oración del Señor, "líbranos del mal", Tertuliano empezó muy arbitrariamente a traducirla como "líbranos del maligno", como si se refiriera a un Satanás personal. Pero el texto griego ciertamente no permite esta traducción. En griego, la frase "del mal" puede entenderse ya sea como neutro ("malo" [abstracto] o masculino, "el maligno", para personificar el mal. Dios efectivamente conduce a hombres y mujeres al momento del mal / probación; a Abraham se le ordenó que ofrendara a Isaac, y la probación que Dios puso a Israel en el desierto son ejemplos obvios. 

Es digno de notar que el Señor Jesús mismo oró la mayor parte de su oración modelo en sus propias situaciones. Frases como "hágase tu voluntad... líbranos del mal" (Mateo 6:13; Lucas 11:4) él las repitió en Getsemaní, cuando pidió que se hiciera la voluntad de Dios y no la suya; y sin embargo oró para que los discípulos fueran librados del mal (Juan 17:15). Las cartas de Pablo están llenas de alusión a los relatos del evangelio, y esas alusiones nos facultan para interpretar correctamente los pasajes aludidos. Él usa las mismas palabras griegas para "líbranos" y "mal" cuando expresa su confianza de que "el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial" (2 Timoteo 4:18). Asimismo, Pablo tenía su mente inspirada en esta frase de la oración del Señor cuando comentó que el Señor Jesús murió "para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios" (Gálatas 1:4; 2 Tesalonicenses 3:3). 

Con toda claridad, Pablo no entendía "el mal" como un Satanás personal, sino más bien el "mal" de este mundo y de aquellos que intentan perseguir a los creyentes. Quizás el Señor Jesús mismo basó esta parte de su oración en pasajes del Antiguo Testamento como 1 Crónicas 4:10; Salmos 25:22; 26:11; 31:8; 34:22; 69:18; 78:35, 42; 140:1 y Proverbios 2:12; 6:24, los cuales piden "liberación" de gente mala, pecado, angustia, tribulación, etc., aquí en la tierra. Ni uno de estos pasajes habla de liberación de un Satanás personal, sobrehumano. La oración de Ester en Ester 4:19 (LXX) es muy similar: "Líbranos del poder del malvado", pero ese "malvado" era Amán, no un Satanás personal sobrehumano. Incluso, si insistimos en leer "el maligno", en el Antiguo Testamento "el maligno" era siempre "el malvado en Israel" (Deuteronomio 17:12; 19:19; 22:21-24 compare 1 Corintios 5:13), nunca un ser sobrehumano. Y puede haber otra alusión del Señor a Génesis 48:16, donde a Dios se le llama el que "me liberta de todo mal". 

Como "la palabra hecha carne" del Antiguo Testamento, el pensamiento del Señor Jesús refleja constantemente los pasajes del Antiguo Testamento, pero en cada caso aquí, los pasajes a los que él aludió no se referían a una figura diabólica sobrehumana. Dios libra "de toda angustia" (Salmos 54:7), de perseguidores y enemigos (Salmos 142:6; 69:14), pero, como señala Ernst Lohmeyer, "No hay ningún caso en que al [entendimiento ortodoxo del] Diablo se le llame "el Maligno" en el Antiguo Testamento o en los escritos judíos" (5). También se ha observado que cada aspecto de la oración del Señor se puede interpretar con referencia a la futura venida del reino de Dios en la tierra. La oración pidiendo liberación del mal, del tiempo de probación (Gr), concuerda bien con la exhortación del Señor a orar para que podamos ser librados del tiempo del mal que finalmente vendrá sobre la tierra (Lucas 21:36). 

Otra percepción de esta petición es que Dios efectivamente dirige a los hombres en un espiral descendente así como en un espiral ascendente en su relación con él, siendo Faraón el ejemplo clásico. "¿Por qué, oh Jehová, nos has hecho errar de tus caminos?" fue el lamento de Israel a su Dios en Isaías 63:17. Es quizás esta situación más que cualquier otra la que debemos temer, o sea, endurecerse en el pecado, acercándonos cada vez más a la catarata de destrucción, hasta que lleguemos al punto en que las fuerzas que hay detrás de nosotros sean ya demasiado fuertes para poder rechazarlas. Saúl tendido boca abajo sobre el suelo de la antigua Palestina la noche antes de su muerte sería la imagen visual clásica de esto. Y el Señor estaría presionándonos para que oremos con empeño a fin de que no seamos llevados en ese espiral de bajada (9). 

Su conversación en Getsemaní, tanto con los discípulos como con su Padre, tenía muchos puntos de contacto con el texto de la Oración del Señor. "Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mateo 26:41) sería quizás su equivalente de "no nos metas en tentación, mas líbranos del mal". Tertuliano fue más lejos al glosar la oración del Señor para hacerla apoyar sus ideas. Él re-tradujo la frase "no nos metas en tentación" (que claramente implica que Dios puede llevarnos al camino de probación) como "no permitas que seamos llevados [por Satanás]". Más que una traducción, esta es una interpretación. Las Escrituras no concordaban con sus ideas acerca de Satanás, así que él tergiversó la traducción para acomodarlas a sus puntos de vista [como incontables religiosos lo han hecho desde entonces]. Dionisio de Alejandría también siguió la tendencia, añadiendo al texto, como nota al pie de página: "Eso significa, 'no nos dejes caer en tentación' ". El deseo de 'salvar' a Dios de ser el que nos lleva a tentación era patético. C. F. Evans era un teólogo que apoya nuestro entendimiento de este pasaje. 

Él observó: "San Cipriano, en su comentario a la Oración del Señor, repite la glosa de Tertuliano, 'no permitas que seamos llevados", sólo que ahora no como una explicación, sino como parte del texto de la oración misma, y dos siglos después San Agustín en su comentario a la Oración pudo escribir que muchos en su día oraron la petición de esta manera, y que él lo había encontrado en algunos manuscritos en latín... no obstante [continúa Evans], en algunos de los grandes casos de tentación en el Antiguo Testamento se dice que Dios mismo es el tentador, y este es el claro significado de las palabras aquí" (7). Esta historia de la interpretación provee una ventana por la cual ha entrado doctrina falsa en la iglesia. Tertuliano fracasó en su intento de cuadrar la Oración del Señor con su punto de vista acerca de Dios y de Satanás. Y así él tergiversó la interpretación y la traducción para implicar que Dios no puede someter a los hombres a prueba, pero Satanás sí puede. 

Y entonces los subsiguientes "padres" de la iglesia elaboraron esta interpretación para que de hecho fuera parte del texto mismo; algo muy fácil de hacer con congregaciones analfabetas. El milagro es que Dios ha preservado su palabra fielmente, de modo que incluso el estudiante bíblico principiante puede descubrir como estos "padres" extraviaron a la iglesia. Cualquier estudiante serio de evidencia básica de los tiempos antiguos estará consciente de que muchísimas historias, biografías, relatos, etc., han perdido partes de ellas en el proceso de trasmisión; volúmenes completos han desaparecido, y a menudo sólo nos quedamos con fragmentos de los textos originales (8). La forma en que la Biblia cita de dentro de sí misma sin que haya segmentos "perdidos", es totalmente asombroso; ha sido preservada milagrosamente por Dios porque es su palabra a nosotros. Por lo tanto, nos corresponde a nosotros buscar con gratitud la verdad en vez de aceptar tradiciones humanas como si fueran la palabra de Dios; porque no son más que la palabra de los hombres. T.S. Eliot dijo, aparentemente bromeando: "El cristianismo está siempre adaptándose a algo que pueda ser digno de creer"(9). 

Y esto es muy cierto. Especialmente en la difícil área del sufrimiento humano, la justicia de Dios, responsabilidad por el pecado humano... el cristianismo estándar como religión verdaderamente se ha adaptado sobre la base de que su popularidad aumentará si adopta ideas y creencias que el mundo piensa que son populares, aceptables o simplemente "geniales". De esta forma fue como los mitos paganos acerca de un Satanás personal se mezclaron con el cristianismo. La única forma de salir del enredo es ciertamente leer la Biblia por nosotros mismos, reconociendo que el verdadero cristianismo bíblico no es lo mismo que el "simple cristianismo" que existe como religión, uno más entre muchas opciones, en el mundo que nos rodea. Notas: (1) J.N.D. Kelly, Early Christian Creeds (London: Longmans, 1972), pp. 31-38, 44, 399-409. Véase también H.A. Kelly, The Devil at Baptism (Ithaca: Comell University Press, 1985). (2) Joseph Glanwill's paper, A Blow at Modern Sadducism, es comentado en Moody E. Prior, "Joseph Glanwill, witchcraft, and seventeenth-century science", Modern Philology, Vol. 30, pp. 167-193. (3) Véase, por ejemplo, declaraciones de The Christian Apologetics and Research Ministry, ampliamente difundidas en la internet. La posición bautista a finales del siglo XX era tan extrema como esto: "Cualquier sistema de creencia religiosa que niega la realidad literal y la personalidad efectiva de Satanás posee una naturaleza radicalmente anticristiana y antibíblica, y claramente se halla bajo el dominio del Diablo mismo al cual niega" - tomado de "¿Existe realmente Satanás?". Our Baptist Heritage, marzo / abril 1993. 

Texto publicado en www.worldmissions.org/Clipper/Doctrine. (4) Citado en Jonathan Israel, Radical Enlightenment: Philosophy and the Making of Modernity 1650–1750 (Oxford: Oxford University Press, 2001), p. 395. (5) Ernst Lohmeyer, The Lord's Prayer, traducida por John Bowden (London: Collins, 1965) p. 214. Lohmeyer era un pastor de Alemania Oriental, detenido y luego asesinado por las autoridades comunistas en 1946, después de pasar años ante de eso sufriendo a manos de los nazis. Como Solzhenitsyn, él vio el mal muy de cerca en su propia vida, y sus reflexiones teológicas sobre el mal son significativas. Él coincidió con nuestra propia tesis de que la creencia en un único Dios excluye la creencia en un Satanás personal, y que la raíz de la maldad humana se halla dentro del corazón humano. Él continúa citando extensamente en conexión con esto: "Mientras dure esta generación, en la cual el bien y el mal se hallan mezclados, puede decirse que el mal reina en la tierra. 

Las diversas clases de acciones malignas y sucesos malignos son manifestaciones del elemento maligno que las produce [es decir], el corazón de los hombres... Mientras más firme es la fe en un solo Dios... más prescindible se hace el pensamiento y más tenue la forma del [entendimiento tradicional del] Diablo" (pp. 216, 218). (6) He ejemplificado el tema de la "espiral hacia abajo" en el capítulo con ese título en Beyond Bible Basics (South Croydon: C.A.T., 1999). (7) C.F. Evans, Tle Lord's Prayer (London: S.C.M., 1997), p. 64. (8) Para dar unos pocos ejemplos, documentados en Martin Hengel, Acts and the History of Earliest Christianity (London: S.C.M., 1979), pp. 6, 7. 

Los historiadores griegos, Polibio y Diodore, cada uno escribió una historia del mundo, llegando cada uno a alrededor de 40 volúmenes, según referencias y citas de los otros volúmenes dentro de sus propios escritos hasta esa fecha. Pero sólo alrededor de un tercio de los 40 volúmenes de Polibio han sobrevivido, y sólo 16 de los volúmenes de Diodore. Los Anales de Tácito constaban de 16 volúmenes, pero faltan los volúmenes 7 al 10. Asimismo, sólo cuatro libros de su Historia de 16 volúmenes han sobrevivido. Contraste esto con la forma en que los cinco libros de Moisés se han preservado intactos, como puede demostrarse mediante un análisis de su estructura, y la forma en que son citados por Escrituras posteriores, considerando que las Escrituras posteriores no afirman que están citando de ninguna obra desconocida de Moisés. (9) Citado en John Hick, The Mit. Of God Incarnate (London: S.C.M., 1977), ix.

Satanás en el Pensamiento de Clemente y Orígenes 

Uno de los más desconcertante problemas para aquello que creen en un Diablo personal se relaciona con lo que realmente ocurrió cuando Cristo murió. Hebreos 2:14 afirma claramente que, por medio de su muerte, Cristo destruyó "al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo". Como explicaré más adelante, encuentro que aquí el único enfoque bíblicamente coherente y con sentido, es entender que el Diablo se usa aquí como una personificación del pecado, porque es el pecado lo que produce la muerte (Romanos 6:23). La maldición completa que cayó sobre la tierra como resultado del pecado humano se describe en Génesis que fue impuesta por Dios y no por ningún Satanás personal. El pecado y la muerte se hallan con mucha frecuencia conectados en la Biblia (Romanos 5:12, 21; 6:16, 23; 7:13; 8:2; 1 Corintios 15:56; Santiago 1:15). 

En ninguno de esos pasajes hay la más leve insinuación de que es un Satanás personal el que causa nuestra muerte; la causa de la muerte es finalmente el pecado humano. No obstante, Orígenes insistía en que "el Diablo controla el mal final, la muerte" (Against Celsus 4.92, 93). Los primeros "padres", habiéndose comprometido con la creencia en un Satanás personal, tenían que enfrentar la crítica de los gnósticos y de otros críticos sobre estos temas; siendo que el pecado y el mal continuaban e incluso aumentaban diariamente en el mundo, ¿cómo puede ser que Cristo destruyó al Diablo? Una posición puramente bíblica no habría tenido ningún problema en contestar a esa objeción, es decir, Cristo destruyó el poder del pecado, en el sentido que nosotros podemos ahora ser perdonados y contados como "en Cristo" por medio del bautismo. 

Él, como nuestro representante, nos ha facultado para que lleguemos a estar en una posición en la cual todo lo que es cierto en él ahora se hace realidad en nosotros, y de este modo nuestra resurrección de entre los muertos y recepción de vida eterna está asegurada por medio de su gracia. Pero esta no era la posición de los "padres". Tanto ellos como todos los que han venido después de ellos se han esforzado por explicar cómo pudo Cristo "destruir" en la cruz a un ser personal llamado el Diablo, y sin embargo ese Diablo aparentemente aún está vivo y activo, y lo ha estado por los pasados 2000 años. La total variedad de explicaciones indica el profundo problema que esto plantea para el cristianismo estándar. Tertuliano y Clemente fueron algunos de los primeros en tratar de zafarse del problema. Tertuliano escribió acerca de cómo Jesús rompió los cerrojos del infierno y destruyó el lugar. 

Clemente fue aún más lejos y afirmó que después de su muerte, el Señor Jesús descendió al "infierno" y liberó a la almas de los justos que previamente habían sido hechas cautivas por el Diablo. Hipólito llegó a enseñar que por lo tanto el descenso de Cristo al infierno era una parte tan importante de su obra redentora como su muerte en la cruz (1). Todo esto se originó por haber aceptado en el cristianismo las ideas paganas del infierno como un lugar de castigo y de las almas inmortales, ambas importadas del paganismo y del platonismo. La palabra "infierno" en realidad se derivaba de la diosa teutónica del inframundo. La posición del cristianismo bíblico original era que el infierno es simplemente el sepulcro, que es como la palabra hebrea sheol se traduce habitualmente; y el alma se refiere a la persona o cuerpo, la cual cesa la existencia consciente al morir. 

La nueva posición adoptada estaba en desacuerdo con la enorme insistencia del Nuevo Testamento de que la muerte y resurrección de Cristo habían de entenderse como el punto final y culminante del plan de Dios, el cual, en sí mismo, destruyó al Diablo y permitió la salvación humana (Romanos 5:5-8; 6:3-9; 1 Pedro 3:18). Fue debido a que Cristo "murió y resucitó, y volvió a vivir" que él llegó a ser Señor de todos (Romanos 14:9); nunca hay mención alguna de su "angustiosa experiencia en el infierno" durante sus tres días en el sepulcro. Y él, por supuesto, nada dijo acerca de semejante actividad durantes sus apariciones a los discípulos después de su resurrección. El resumen que hace Pablo del evangelio básico en 1 Corintios 15:3, 4 simplemente declara que Cristo "murió... fue sepultado... y resucitó". 

Asimismo, Pedro hizo un contraste con David, quien murió, fue sepultado y aún permanece muerto; mientras que Cristo murió y fue sepultado, pero su cuerpo no permaneció en el sepulcro, sino que resucitó (Hechos 2:29-32). El único pasaje al cual se aferró Clemente fue la referencia en 1 Pedro 3 a la predicación de Cristo a los encarcelados; y consideramos esto en la Digresión 5. Habiendo entrado en un callejón sin salida, los "padres" no tuvieron el valor de echar marcha atrás. Se produjeron debates acerca de lo que el Señor Jesús hizo exactamente allí en el "infierno". Pero, a pesar de eso, Hipólito llegó al extremo de decir que la creencia en la "angustiosa experiencia en el infierno" era una parte vital del evangelio que se debe creer para alcanzar la salvación (véase su tratado sobre El Anticristo). 

Entonces surgió el problema que si la gente buena podía ser salvada del infierno como un lugar de tormento y castigo, entonces debe haber una diferencia entre ese lugar y el lugar final de inalterable condenación. Y así nació la idea del purgatorio (2). Los protestantes pueden quejarse y comentar que eso es sólo lo que creen los católicos romanos; pero su propia teología deriva de los "padres" mismos que llegaron a inventar la idea. Pero entonces, ¿no fue Satanás arrojado a este mismo "infierno", según el pensamiento de los primeros "padres"? Ciertamente. Y así Orígenes ideo una historia de cómo al momento de la crucifixión y del supuesto descenso de Cristo al "infierno", Satanás fue atado y encarcelado en el infierno... y de nuevo surgió mucho debate en cuanto a si, por consiguiente, Satanás tiene o no una oportunidad de salvación final, y en qué forma de "infierno" estaba encarcelado. 

Porque si estaba en aquel donde se hallaba la gente buena y de cuyo lugar serían salvado, entonces ¿por qué no se le confinó al "nivel más bajo del infierno"? Y así las explicaciones tenían que continuar, y la tradición acerca de Satanás fue embellecida y aumentada. De nuevo, estos problemas lógicos, intelectuales y éticos fueron recogidos por los críticos del cristianismo. Celsio presionó con impaciencia a Orígenes sobre estos mismos problemas. Celsio señaló que las enseñanzas de Orígenes estaban diciendo realmente que el Diablo era un ser absurdamente poderoso si efectivamente podía matar al propio Hijo de Dios; y Celsio no era lento en señalar que Orígenes y el movimiento cristiano estaban ahora en una posición que contradecía al texto bíblico. Esto condujo a Orígenes a recorrer las Escrituras en busca de cualquier apoyo que él pudiera reunir. Orígenes fue el primero en usar el pasaje de Isaías 14 acerca del rey de Babilonia en apoyo de la doctrina del cristianismo acerca del Diablo. Este pasaje, considerado en más detalle en la sección 5-5 más adelante, se refiere al humano rey de Babilonia como la más brillante de las estrellas, la estrella matutina [latín, "Lucifer"], quien metafóricamente "cayó". 

Significativamente, "estrella matutina" era un título de Cristo, y se había usado en el primer siglo como un "nombre cristiano" por aquellos que se habían convertido al cristianismo. Pero ahora Orígenes intentaba dar al nombre "Lucifer" una connotación negativa. Asimismo, Orígenes insistía en el uso de un pasaje similar en Ezequiel 28 que hablaba de la caída del Príncipe de Tiro, considerado más adelante en la sección 5-6. Él incluso usó la referencia que se hace en Job a la enorme bestia Leviatán (Job 41:1, 2). Las palabras "Satanás" o "Diablo" ocurren en cualquiera de estos pasajes; pero Orígenes insistía en su uso dándoles un carácter superficialmente similar a algunas de las imágenes acerca del Diablo que él intentaba defender. Durante toda la discusión, Orígenes abandonó la idea de que el pasaje de Génesis 6 acerca de los hijos de Dios que se casaban con las hijas de los hombres se refería a ángeles caídos; porque esta interpretación lógicamente causaba trastornos a su idea de que los ángeles del Diablo cayeron todos al infierno después de su pecado inicial (3). 

De este modo, los "padres" tuvieron que cambiar de opinión varias veces respecto a estos asuntos, tal como los líderes cristianos han tenido desde entonces que hacer lo mismo cada vez que se han visto forzados a dar una respuesta seria a preguntas directas, las cuales surgían de la posición que ellos tenían. He resumido esas preguntas directas en la sección 3-2. Inevitablemente, debido al calor de la batalla y a su desesperación, ellos cometieron algunos faux pas. Celsio presionó a Orígenes en cuanto a si la humanidad pecaría si el Diablo no existiera, y Orígenes admitió que la humanidad sin duda aún pecaría. Celsio dejó en claro el punto obvio: que los "padres" cristianos no tenían, por lo tanto, necesidad lógica alguna de un Diablo personal, y que simplemente habían recogido la idea de fuentes paganas. La pregunta de Celsio es válida hoy día. La respuesta oficial parece ser que nosotros pecamos más porque el Diablo existe, lo cual da origen a una plétora de preguntas acerca de la naturaleza del juicio y la justicia de Dios al juzgarnos por el pecado. Hay varias representaciones medievales del juicio final que muestran a los justos que se les pesa en la balanza del juicio mientras el Diablo trata de inclinar la balanza a su favor. 

No debería haber ningún arqueo de cejas ni encogimiento de hombros ni risitas burlonas de parte de aquellos que creen en un Diablo personal que nos impulsa a pecar, porque esa es la curiosa posición a la que ellos mismos han adherido. Jaroslav Pelikan documenta extensamente los lógicos impasses en los que incurrió Orígenes (4). Orígenes estaba preocupado de probar que la justicia de Dios estuvo siempre presente; ya que esta era una crítica frecuente que se hacía respecto a la doctrina de un Diablo personal. A Orígenes se le presionó sobre la cuestión de si todos los ángeles caídos se hallaban en el infierno, atados ahora debido al sacrificio de Cristo; y si era así, entonces, ¿por qué estaban supuestamente activos? Su respuesta fue formular teorías de que los demonios podían entrar y salir del infierno para tentar a la gente de la tierra, y que algunos ángeles caídos aún se hallan activos en el aire, etc. Todo esto no tenía el más leve respaldo bíblico. 

Orígenes desarrolló aún más la idea de que Dios pagó al Diablo un rescate por nuestra salvación, y ese rescate fue la sangre de su Hijo Jesús. Pero debido a que Cristo era Dios [según Orígenes, quien había adoptado lo que yo considero que es también otro falso entendimiento en esa área], Cristo resucitó de entre los muertos, y de este modo el Diablo fue burlado y con engaños se le quitó su poder. Este intento por preservar la justicia de Dios me parece a mí que consiguió todo lo contrario. Todo esto no sólo es una estudiada indiferencia por la enseñanza del Nuevo Testamento acerca de la expiación, sino que además la idea de que Dios haya recurrido a trampas y engaños en contra de Satanás está totalmente en desacuerdo con la revelación bíblica acerca de Dios. 

A mí me parece que el poder de un Diablo personal había crecido tanto en la mente de Orígenes que llegó al extremo de concluir que incluso Dios Todopoderoso tenía problemas con el Diablo y tuvo que recurrir a medidas desesperadas. La revelación del Nuevo Testamento es que Cristo era, por así decirlo, el cordero inmolado desde la fundación del mundo (Apocalipsis 13:8), es decir, el propósito de Dios por medio de Jesucristo fue establecido al principio, y no creado ad hoc debido al extremo poder del Diablo. En lo que a mí respecta, la admisión más significativa de Orígenes fue que la Biblia simplemente no apoyaba sus ideas, y que la total doctrina cristiana acerca de Satanás [tal como él la creía y la defendía] se afirmaba únicamente en la tradición de los hombres. Esa admisión debería conducirnos a rechazar sus enseñanzas y a sacar de nuestra mente de que él sea alguna clase de "padre fundador" del verdadero cristianismo. "Las Escrituras no explican la naturaleza del Diablo y sus ángeles, y de los poderes adversos. 

Sin embargo, la opinión más difundida en la iglesia es que el Diablo era un ángel..." (De Principiis, Prefacio). Notas. (1) Todo esto está documentado en J.A. McCulloch, The Harrowing of Hell: A Comparative Study of an Early Christian Doctrine (Edinburgh: T. & T. Clark, 1930). (2) Para más información sobre esto, vease Jaques Le Goff, The Birth of Purgatory (Chicago: University of Chicago Press, 1984). (3) Referencias a los escritos de Orígenes relacionadas con todo esto se pueden encontrar en J.N.D. Kelly, Early Christian Doctrines (San Francisco: Harper, 1980) pp. 180–1; J. Danielou, The Gospel Message and Hellenistic Culture (Philadelphia: Westminster Press, 1973) pp. 418–9. (4) Jaroslav Pelikan, The Christian Tradition (Chicago: University of Chicago Press, 1971) Vol. 1 pp. 148–151

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA CARTA A LAODICEA (CARTA PERDIDA DEL APÓSTOL PABLO)

VÍA CRUCIS: UN ENGAÑO MÁS DEL CLERO VATICANO.

Diferencias entre un título y un Nombre