EL GRAN CONFLICTO (PRIMERA PARTE)
Amados míos, en verdad sí existe un gran conflicto, pero no es un simple conflicto entre el bien y el mal o entre dos Entidades espirituales cósmicas universales que trascienda los contornos de la Humanidad, es decir, entre Dios Todopoderoso (el Dios Bueno) y otra entidad poderosa cósmica universal o dios malo a la que llaman "Diablo". El conflicto no comenzó en el Cielo antes de la creación del hombre como suponen los teólogos cristianos, sino que comenzó en la tierra, específicamente en el Jardín de Edén. Allí comenzó la enemistad y la miseria humana producto de la desobediencia y de la infidelidad de la primera pareja humana. En el Edén se probó si el ser humano era capaz de obedecer y seguir existiendo en gloriosa libertad de su relación el Creador, o si sucumbiría y caería en la muerte y en toda la miseria humana que la precede.
¿QUÉ ES NUESTRA VIDA?
Antes de que nacieran los montes y de que formaras la tierra y el mundo; desde los tiempos primeros y hasta los tiempos postreros, ¡tú eres Dios!
Nos devuelves al polvo cuando dices: «¡De vuelta al polvo, seres mortales!»
Para ti, mil años son, en realidad, como el día de ayer, que ya pasó; ¡son como una de las vigilias de la noche! ¡Nos arrebatas como una violenta corriente! ¡Somos etéreos como un sueño! ¡Somos como la hierba que crece en la mañana!
Por la mañana crecemos y florecemos, y por la tarde se nos corta, y nos secamos.
Con tu furor somos consumidos; con tu ira quedamos desconcertados.
Tienes ante ti nuestras maldades; ¡pones al descubierto nuestros pecados!
Nuestra vida declina por causa de tu ira; nuestros años se esfuman como un suspiro.
Setenta años son los días de nuestra vida; ochenta años llegan a vivir los más robustos. Pero esa fuerza no es más que trabajos y molestias, pues los años pronto pasan, lo mismo que nosotros. ¿Quién conoce la fuerza de tu ira, y hasta qué punto tu enojo debe ser temido? ¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que en el corazón acumulemos sabiduría! — Salmo 90:2-12.
Pero esa no era la expectativa humana en el Edén, el hombre fue enfrentado con la oportunidad de obedecer y de vivir para siempre sobre la tierra en completa armonía con sigo mismo y con su Creador. Pero sucumbió ante la tentación, una tentación no inducida por ningún ser cósmico maligno, sino por una lucha interna contra el deseo de la mente y de los sentidos humanos. El ser humano fue creado con la capacidad de decidir (la que algunos llaman libre albedrío). Estaba capacitado para escoger entre la obediencia y la desobediencia, entre el bien y el mal.
La Torá nos presenta el cuadro de dos seres humanos, un hombre y una mujer, con capacidad para labrar el huerto y para cuidarlo viviendo en perfecta relación amorosa con su Creador. ¡No había una cuarta entidad allí! Solo las criaturas y su Creador. Entónce Dios había colocado allí supuestamente dos "árboles" muy especiales, diferentes de todos los demás árboles del huerto: El "árbol del conoimiento del bien y el mal" y el "árbol de la vida" en medio del huerto. ¡Un simbolismo maravilloso! Dos caminos para que el ser humano escogiera uno de ellos. Al escoger uno perdería el derecho al otro.
Allí comienza el conflicto. Se nos presenta a la Mujer (que fue creada después del hombre y como ayuda idónea de éste). La Biblia llama a la mujer "un vaso frágil", de modo que fue a ella a quien le tocó empezar a usar los cinco sentidos (Vista, oído, gusto olfato y tacto). Y la el apóstol Pablo nos dice que esos sentidos fueron "extraviados" por una "serpiente", la cual engañó a la Mujer (Eva).
"me temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también los sentidos de ustedes sean de alguna manera apartados de la sincera fidelidad al Cristo" (2 Corintios 11:3). Veamos como los "sentidos" de Eva fueron extraviados, o apartados de la fidelidad al Creador en el Edén.
La mujer es enfrentada con la posibilidad de obtener conocimiento del bien y del mal y de llegar a ser poderosa sin la posibilidad de tener que enfrentar algo que se llama "muerte" o la consecuencia de la desobediencia. Aún cuando una animalito del campo, de los que Dios mismo había creado se pusiera a hablar con la mujer (y esto es altamente alegórico, mas bien que una conversación literal) la mujer estaba capacitada para rechazar la tentación, la tentación que estaba entrando por los oídos y por los ojos, dos de sus cinco sentidos.
Aquí muy bien pudiera inferir la Escritura que la "serpiente" no fuera otra cosa que el deseo de la mente carnal de la mujer, mas que una serpiente literal. Recordemos que la tentación estaba siendo introducida por los cinco sentidos de Eva; Oido, vista, olfato, gusto, tacto. Se nos dice que ella "vió" (sentido de la vista) "que el árbol era bueno para comer (sentido del gusto), apetecible a los ojos (la vanagloria del vida), y codiciable (la codicia) para alcanzar la sabiduría" (Génesis 3:6). Repito, aún cuando hubiera sido una serpiente literal la que estaba hablando con Eva, la mujer era un ser mucho mas inteligente que aquel animal, tenía la advertencia previa del Creador de ni siquiera tocar del fruto de aquel "árbol". Amados, si el "árbol de la vida" era simbólico de la obediencia y de la posibilidad de vivir eternamente sobre la tierra, el "árbol del conocimiento del bien y del mal" pudo también ser un simbolismo de la desobediencia y de sus consecuencias fatales.
La cosa es que la mujer tomó del "fruto prohibido", comió de el (usando los sentido del tacto y el gusto) y también le dio a su marido, el cual comió igual que ella. Resulta fácil juzgar cuando miramos retrospectivamente hacia aquel acontecimiento y ver las consecuencias de aquel acto de desobediencia y hasta pensar que talvez nosotros hubiéramos actuado totalmente diferente a Eva, pero no nos serviría de mucho, ya que estamos bajo las consecuencias del derivado de tal acontecimiento.
EL CONFLICTO ENTRE DIOS Y EL HOMBRE ES UN ASUNTO HUMANO.
No podemos ni debemos achacarle el conflicto y sus consecuencias ni a Dios ni a ningún supuesto rival, dios del mal, o ser cósmico maligno universal. El hombre siempre ha rechazado hacerse responsable de sus actos y de los resultados de estos culpando a otros tratando de evadir su responsabilidad. Si no lo han notado, la palabra hebrea "satán", que significa adversario u oponente no se encuentra en el libro de Génesis, ¡no aparece ni una sola vez! Esa palabra aparece por primera vez en la Torá en el libro de Números (Benidbar) capítulo 22, y no para referirse a un ser maligno cósmico, sino a un adversario angelical de Balaam, el "ángel de Yehováh".
El conflicto es entre Dios y el ser humano. Veamos el testimonio de Dios mismo:
"Y el Señor dijo: «No va a estar mi espíritu peleando siempre con el hombre, pues él no es más que carne. Vivirá hasta ciento veinte años.» El Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que todos los planes y pensamientos de su corazón eran siempre los de hacer solo el mal" (Génesis 6:3,5).
¡Dios siempre responsabiliza al hombre por su maldad, no a ningún diablo cósmico o ser maligno universal! Si existiera tal ser tan poderoso y tan perverso el hombre tendría la excusa perfecta para sus maldades, porque ¿quién puede hacerle frente a un ser tan malo y poderoso? ¿El simple hombre mortal? ¡Piensen en eso!
El ser humano perdió el derecho a la vida haciéndose reo de la muerte. "La paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Por ningún lugar de la Escritura encontramos que el ser humano siga vivo después de la muerte. Al contrario, somos prisioneros de la muerte que nos troncha la vida y nos envía al silencio de la sepultura. "Los muertos, los que han bajado al sepulcro, ya no pueden alabar al Señor" (Salmo 115:17)
"Y es que el reino de la muerte no te exalta, ni te alaba la muerte; tampoco los que bajan al sepulcro esperan tu verdad. Solo te alaban los que viven, como hoy vivo yo. Esta verdad la enseñarán los padres a sus hijos" (Isaías 38:18-19). De no ser por la esperanza de la resurrección y por la inmortalidad sacadas a la luz por el evangelio (2 Timoteo 1:10), seríamos los mas dignos de lástima. Pero entiendan que la vida y la inmortalidad son cosas que ahora las tenemos solo por fe, en esperanza, no literalmente, porque lo que uno ya tiene, ¿para qué esperarlo o buscarlo? (Romanos 2:7).
"Dios revelará su justo juicio, en el cual pagará a cada uno conforme a sus obras.
Dios dará vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad" ¡Nadie tiene que buscar lo que tiene, ¿o sí?
"Porque con esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza, porque ¿quién espera lo que ya está viendo? Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo con paciencia" (Romanos 8:24-25).
LA SOLUCIÓN DEL CONFLICTO.
En la próxima entrega estaremos analizando la solución del conflicto entre Dios y el hombre por medio de otro Hombre, otro ser humano, otro Adam, el segundo y último Adam. Veremos como el segundo Adam se enfrentó al pecado bajo condiciones extremas y lo venció "destruyendo por medio de su muerte al que TENÍA el imperio de la muerte, a saber, al diablo".
¡Hasta la próxima entrega, gracia, misericordia y paz sean con todos ustedes!
Comentarios
Publicar un comentario