EL DIABLO Y SATANÁS: HISTORIA DE UNA IDEA




 

UNA EXPOSICIÓN DEL TEMA DE SATANÁS, EL DIABLO Y LOS DEMONIOS.

Empezando por el principio. Las palabras Satanás, Diablo, demonio, Lucifer, ángel caído, etc., simplemente no aparecen en ningún pasaje del libro del Génesis. En todo el Antiguo Testamento, el único Dios se presenta como todopoderoso, sin igual y sin oposición de ninguna otra fuerza cósmica. El Antiguo Testamento deja en claro que todo "adversario" del pueblo de Dios estaba finalmente bajo el control de Dios mismo. De todos los ángeles se dice que son justos y siervos de Dios; incluso "los ángeles del mal o del desastre", los cuales pueden traer destrucción sobre los pecadores, son también ángeles de Dios que llevan la voluntad y juicios de Dios. Israel, el pueblo de Dios, inicialmente tenía esta creencia, pero como con tanta frecuencia ocurrió con el pueblo de Dios, mezclaron sus verdaderas creencias con las del mundo que los rodeaba. Los primeros rabinos judíos mismos hablaban de la tendencia humana hacia el mal [yetser ha-ra] y la tendencia hacia el bien [yetser ha-tob].  Ellos entendían que esta tendencia hacia el mal estaba a veces personificada  o simbolizada por "el Diablo". "Satanás y el yetser ha-ra son uno solo" (1). Pero esos primeros rabinos judíos rechazaban la idea de que los ángeles se habían rebelado, y ellos específicamente rechazaban la idea de que la serpiente del Génesis era Satanás. En aquel tiempo "el Diablo judío era poco más que una alegoría de la inclinación maligna de los humanos" (2). El editor de la edición Dent del Talmud señaló que ni el Talmud ni el Midrash (las interpretaciones judías de la ley de Moisés) hacen mención alguna de Satanás como un ángel caído (3).

Mitos de los Cananeos Circunvecinos

 

Se ha señalado con razón: "El Satanás de la imaginación de tiempos posteriores se halla ausente en la Biblia hebrea" (4). El Antiguo Testamento enseña que Dios es todopoderoso, sin igual; que el pecado nace del interior de la mente humana. Nunca hay una indicación de una batalla entre ángeles, ni de ángeles que caen del cielo a la tierra. En verdad, a veces el relato bíblico hace alusiones a los mitos circundantes que hablan acerca de un Satanás personal [o su equivalente] y los deconstruye. El antiguo Cercano Oriente estaba lleno de historias de combates cósmicos, p. ej., Tiamat que se rebela contra Marduk, Astar el rebelde; todos éstos se hallan resumidos en extenso por Neil Forsyth (5). El Antiguo Testamento se distingue de otras religiones locales por no enseñar tales ideas. Y además, hay numerosos pasajes bíblicos que aluden a estos mitos y muestra que son falsos. Lea Salmos 104, lleno de alusiones al mito de Ninurta. Pero el escritor inspirado recalca que es Yahvéh,no Ninurta, el que anda en una carroza "sobre las alas del viento". Ninurta supuestamente lucha con la figura de Satanás que está en las "aguas", pero en Salmos 104 se muestra que Yahvéh hace con los océanos o temo (cognado con la figura acadia de Satanás, Tiamat) conforme a sus deseos; él no lucha con nadie (6). Job 26:5 tiene toda una cadena de alusiones a los populares mitos cananeos de combates cósmicos; y el sentido del pasaje es que Yahvéh es tan superior a ellos que en la práctica ellos no existen. De este modo, "las sombras se retuercen debajo de él [una referencia a Mot, que se retuerce como una serpiente]… desnuda completamente a Abadón… viaja  por todo Zafón… por su poder calmó al mar [una referencia al dios Yamm]. Por su astucia afligió a Rahab. Por su viento despeja los cielos [una referencia al mito de Labú, según el cual el dragón es desalojado del cielo], su mano perforó a la sinuosa serpiente". Comparados con Yahvéh, esos dioses no tienen poder y efectivamente fueron "desalojados del cielo" por el poder de Yahvéh; ellos simplemente no existen allá en el cosmos (7). Aunque los relatos del evangelio usan el lenguaje del día, debe notarse que implícitamente Jesús está trabajando para corregir los erróneos entendimientos. De este modo, en la tempestad de Galilea, la que no debería entenderse como maquinaciones del Diablo, Jesús le dice al mar: "Calla" (Marcos 4:37-41), en los mismos términos que le dijo al demonio: "Cállate", en Marcos 1:25. Él se dirigió al mar directamente en vez de hacerlo a alguna representación de dragón o Satanás.

El bien conocido pasaje sobre "Lucero" (refiriéndose a "Lucifer") en Isaías 14 es otro pasaje relevante que consideramos en la sección 5-5. Este pasaje trata acerca del ascenso y caída del rey de Babilonia. Las palabras Satanás, Ángel y Diablo no aparecen ahí en absoluto. Pero el parecido con el lucero sugiere paralelos con los mitos cananeos acerca de Athtar, el "luminoso Hijo del Alba", el cual va hasta "los dominios de Zafón" para desafiar al rey Baal, y es arrojado hacia abajo. Sin duda, el argumento de Isaías era que Israel y Judá deberían preocuparse más por el rey de Babilonia, y poner su atención en las realidades de la tierra más bien que dedicarse a tales especulaciones cósmicas, con las que obviamente estaban familiarizados. Era el rey de Babilonia, y no un grupo de rebeldes cósmicos que estarían tiranizando al pueblo de Dios. La potencia babilónica invadió Israel por el norte hasta el fértil creciente. Y no obstante, en el pensamiento pagano, "el norte" estaba relacionado con el origen de los dioses del mal (8). Los profetas estaban intentando alejar a Israel de semejante temor poniendo énfasis en que el enemigo humano, literal, y juez de Israel por los pecados de ellos, había de venir del norte literal. Ellos debían dejar sus mitos cósmicos y ser realistas, enfrentando las realidades literales de la vida humana en la tierra. Es por eso que Ezequiel habla de los reyes de Tiro y Egipto en un lenguaje con mucha reminiscencia de los mitos acerca de Tiamat, Mot, etc., los cuales habían de ser capturados como a un dragón [tañí, compare con Tiamat], cortados y sangrados hasta morir (Ezequiel 29:3-5; 32:2-31). De nuevo, el propósito es apartar a Israel de los seres míticos y guiarlos hacia las realidades de la tierra. Situado como está en la encrucijada de tantas culturas, Israel inevitablemente era un Estado expuesto a la influencia de las naciones circunvecinas y a sus creencias. A pesar de tantos llamados proféticos para que conservaran su fe pura, fueron influenciados por las creencias de aquellos que los rodeaban, especialmente respecto a otros dioses y a la idea común de un dios del mal. Estas influencias se hallan resumidas en la tabla que va a continuación.

Seres Sobrenaturales y el Punto de Vista Cristiano Común Acerca de Satanás: Aspectos Compartidos (9)


Ser Sobrenatural

Fuente

Relación con la Deidad

Aspecto Aterrador

Donde habita

Relación con la muerte

Los humanos le temen

Incluye batalla o engaños

Humbaba

Mesopotamia

Nombrado por Enlil para proteger el bosque de cedros

Monstruo gigantesco

En el bosque de cedros

Respira fuego y muerte

Todos le temen

Batalla con Gilgamés

Mot

Canaán

Hijo de El

Demonio

Dios del submundo

Dios de la muerte

Todos le temen

Baal debe subyugarlo

Habayu

Canaán

El ve a Habayu en una visión  de ebrio

Cuernos y cola

Submundo

Conectado con el culto a los muertos

Todos le temen

Profana a El con  excremento y orina

Set

Egipto

Hijo de la diosa Nut y del dios Re

Cabeza de animal negro parecido al chacal; lengua partida, cola

Dios de la tormenta; habita en el desierto abrasador 

Relacionado con el calor del desierto y con la muerte

Todos le temen

Asesina a Osiris con engaños

Ahrimanes

Persia

 

Increado

 Demonio temible

Dios del submundo

Causa la muerte y la destrucción

Todos le temen

Perpetua batalla con Ahura Mazda

Hades

Grecia

Hijo de Zeus

Odioso y feo; temible

Dios del submundo

Trae la muerte a la tierra; vive en la tierra de los muertos

Todos le temen

Rapta a Perséfone y se la lleva al submundo

Punto de vista cristiano común acerca de  "Satanás"

 

Uno de los hijos de Dios

Cuernos, cola,  feo, etc.

Comandante del infierno

Causa la muerte y la destrucción

Todos le temen

Batalla contra  Jesús por el Reino; luchó contra otros ángeles

 

Los dioses del mal, en muchas de estas antiguas culturas tenían cuernos, y esto explicaría de donde surgió la idea de una figura del Diablo con cuernos. En ningún pasaje de la Biblia hebrea se dice que el Diablo tenga cuernos; lo que indica claramente que se trata de una importación del paganismo circundante.

Deconstrucción de los Mitos

 

El antiguo Cercano Oriente estaba lleno de creencias de que el mar era, en cierto modo, donde vivía la figura de Satanás; casi siempre al mar se le identificaba con un dios del mal personal (10). Los antiguos mitos cananeos veían al mar en rebelión contra el Creador. Los textos ugaríticos presentan a Baal en batalla contra el Príncipe del Mal y el Juez del Río. El Antiguo Testamento tiene una enorme cantidad de referencias al control de Yahvéh sobre el mar; empieza cuando él reúne a las aguas a su palabra: "Le pusiste término, el cual no traspasarán", y hay una amplia variedad de términos que se usan para describir los mares /aguas bajo su control soberano: "las aguas", "el abismo", "las impetuosas aguas", "las majestuosas aguas", "las muchas aguas", etc. A todas éstas se les describe bajo su control y total manipulación a su antojo, en vista de que él es su creador.

Los egipcios, quizás más que ningún otro pueblo creían en las aguas, especialmente en el Nilo, como fuente de del bien y del mal. Dios, con potencia, deconstruyó esto permitiendo que Moisés convirtiera las aguas en sangre, es decir, para destruir drásticamente toda deidad que se suponía que vivía en el Nilo, para después revertir el agua a como estaba antes (Éxodo 4:9). Esto fue seguramente para demostrar que cualesquiera deidades relacionadas con el agua, Yahvéh era mayor y podía destruirlas y revivirlas con suma facilidad. En este sentido, el relato de la destrucción del mar Rojo es instructivo. Pasajes posteriores identificaron a los egipcios y no al mar mismo como "Rahab […] el dragón" (Isaías 51:9); Salmos 51:9-10), mientras que la idea común era que el mar mismo era la figura de Satanás. El énfasis de Moisés era que los verdaderos adversarios / satanases de Israel era la gente, y no alguna mítica figura de dragón. Incluso si existiera semejante figura, entonces Yahvéh lo habría destruido en el mar Rojo, en vista de que él claramente podía manipular el mar a su antojo. El conflicto era entre Israel y Egipto, Dios y Faraón, y no Dios y algún dragón del mar. Habacuc, quizás escribiendo en un contexto en el que Israel se hallaba influenciado por ideas paganas acerca del dios del mar, recalcó que en el mar Rojo Dios golpeó y "caminaste en el mar con tus caballos" (Habacuc 3:8, 12, 15), --como Marduk supuestamente golpeó al dios de la tormenta, así a Israel se le está diciendo que en realidad Yahvéh es el único que pisotea al dios "Mar"--, y otros pasajes confirman esto. Yahvéh "anda sobre las olas del mar", es decir, sobre la supuesta figura de Satanás llamada "Mar" (Job 9:8; Deuteronomio 33:29; Amós 4:13; Miqueas 1:3; Isaías 63:3). Incluso, si existiera semejante ser, habría sido destruido para siempre por Yahvéh en el mar Rojo. "Dividiste el mar […], cortó a Rahab, y el que hirió al dragón" (Salmos 78:13; Nehemías 9:11; Isaías 51:9-11). De este modo, la partición del mar Rojo se entendió como una partición de la figura de Satanás o dios conocido como "Mar". Diversos eruditos coinciden en la necesidad de leer las referencias al "Mar" de esta manera (11). Todo esto era lo que Moisés tenía en mente cuando procuraba explicar a su pueblo lo que había sucedido en el mar Rojo; incluso si existiera semejante ser como el "Mar", dios del mal, Yahvéh, su Dios, lo habría destruido totalmente y lo habría partido en pedazos. Y el verdadero 'Satanás' era Egipto, hombres reales sobre una tierra literal que representaban un peligro para Israel. “De este modo, el más conocido de todos los mitos del antiguo Cercano Oriente, el mito del dragón del caos, ya no se entiende como el conflicto original entre las fuerzas deificadas de la naturaleza, sino como la victoria de Yahvéh sobre Egipto al liberar a su pueblo de la esclavitud. En un sentido radical, en el Antiguo Testamento el mito sufre una transformación... Yahvéh libra una batalla contra todas las fuerzas que intentan hacer prevalecer su independencia contra él, ya sea que sean las malignas propensiones  del corazón del hombre, o la aspiración de las naciones a la soberanía, o el orgullo y el poder de los reyes terrenales. El mundo de los demonios está relegado a una posición de sólo menor importancia, y en contraste con otras religiones del Cercano Oriente, el hombre está liberado del temor y terror de su destructivo poder” (12). Esto era y es aquello que es tan especial en la única verdadera fe, desde Génesis al Apocalipsis. El mundo de los demonios y Satanases se vuelve irrelevante, verdaderamente inexistentes, debido a la sorprendentemente poderosa relación de Yahvéh con su pueblo. La Biblia empieza tempranamente con el comentario que “creó Dios los grandes monstruos marinos” (Génesis 1:21). En la mitología circunvecina se percibía al mar como la habitación de ‘Satanás’ así como criaturas y demonios. Y desde el principio mismo de la historia bíblica queda establecido que cualesquiera monstruos que haya en el mar, Dios los creó y los controla y están cumpliendo su voluntad. De ahí que Salmos 148:7 establezca que los monstruos marinos en las partes más profundas del mar ciertamente alaban a Dios. La Biblia hebrea sale al paso, por decirlo así, para recalcar que ninguno de estos monstruos marinos era parte de algún conflicto cósmico contra Dios; creados por él, lo alaban y están, por decirlo así, de su lado y no en contra de él.

En la Digresión 3 veremos como una de las intenciones de Moisés en el Pentateuco fue la deconstrucción de los mitos egipcios y cananeos acerca del mal. Mientras más estudiamos el Antiguo Testamento, más evidente se hace que éste es en realidad un tema importante. Se alude a las ideas contemporáneas acerca de Satanás, demonios, etc., y a Israel se le da el verdadero entendimiento. Tomemos el bien conocido mandato a Israel de llevar una filacteria como un recordatorio de la liberación de Egipto durante la Pascua: “Llevarás constancia de ello como una señal sobre tu mano, y como una filacteria sobre tu frente, por cuanto Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte” (Éxodo 13:16 -  N.E.B.). El llevar una filacteria no era un concepto nuevo; la idea “se refiere a amuletos que se usan para proteger de los demonios a quienes los lleven” (13). De este modo, al dar este mandamiento, el Dios de Israel estaba mostrando a su pueblo que en vez de estar a la defensiva de los demonios, teniendo que usar amuletos en contra de ellos, debían en cambio reemplazarlos por un recordatorio positivo acerca de cómo Yahvéh había salvado a su pueblo de todo el poder del mal que estaba simbolizado por el Egipto de Faraón. Regocijarse en su salvación y recordarlo constantemente tenía el propósito de hacer a un  lado totalmente las diversas creencias falsas acerca de demonios que prevalecían en aquel tiempo.

Dualismo cananeo

 

Explorando aún más, descubrimos que los dioses de Canaán se dividían en dos grupos generales: buenos y malos. Los cananeos eran dualistas; creían en Mot como el dios del submundo llamado “el ángel de la muerte” en las tablillas de Ras Shamra, secundado por diversos monstruos; contra todo lo cual estaba Baal como el dios de los cielos. El “ángel de la muerte” es una idea recogida por Moisés en su relato de la liberación durante pascua, para mostrar que el ángel de la muerte no es en realidad Mot, sino un ángel de Yahvéh, bajo su completo control. Porque fue nada menos que Yahvéh mismo el que dio muerte al primogénito de Egipto (Éxodo 12:11, 12). Asimismo, fue el ángel de Yahvéh el que desempeñó el papel del ‘ángel de la muerte’ al dar muerte al ejército asirio (Isaías 37:36). Se pensaba que Mot tenía ayudantes, dragones como Leviatán que vivía en el mar y en los ríos. Salmos 74:12-15 descarta majestuosamente esta idea, proclamando a Yahvéh como el Dios que ha dividido el mar, que ha roto la cabeza de los dragones en las aguas, que ha aplastado las cabezas de Leviatán [se pensaba que era un monstruo de muchas cabezas]. Asimismo, la poderosa fuerza de Dios “reprime” a “las bestias que moran entre los cañaverales” de los ríos” (Salmos 68:30). La mano de Dios penetró en la “serpiente torcida”; otra forma del mito de Leviatán (Job 26:13 – la frase misma btn btn, o sea, la serpiente torcida, aparece en los textos de Ras Shamra).

Observe cómo se usa el tiempo pasado; estos seres, incluso si hubiesen existido, no habrían tenido poder ante Dios. Y, por supuesto, las alusiones se refieren a lo que Dios hizo en el Mar de los Cañaverales, como si se afirmara que su liberación salvadora de su pueblo es la salvación final a la que deberíamos darle importancia.

El Antiguo Testamento describe a Yahvéh, el único Dios verdadero, viajando sobre los cielos en carros para ir en ayuda de su pueblo Israel (Deuteronomio 33:26; 2  Samuel 22:11; Salmos 18:10; 104:3; Isaías 19:1; Habacuc 3:8). Pero Baal era conocido como el rkb ‘rpt, el que viaja sobre las nubes (14). Claramente, se está aplicando el lenguaje de Baal a Yahvéh. Hay otro ejemplo en Salmos 92:9 –“Porque he aquí, perecerán tus enemigos; serán esparcidos todos los que hacen maldad”. Esto es casi palabra por palabra de una línea de las tablillas de Ras Shamra acerca de Baal: “He aquí tus enemigos, oh Baal, he aquí tus enemigos destruirás, aniquilarás a tus enemigos”. Asimismo, las referencias a Yahvéh en que da su voz desde el cielo y sus enemigos huyen de delante de él (Salmos 18:13, 14: 68:32, 33) son referencias a Baal que supuestamente puede hacer lo mismo, según los textos de Ras Shamra (15). Los cananeos creían que el trueno era la voz de Baal cuando luchaba; pero es a la voz de Yahvéh que la Biblia presenta como truenos. Jeremías 23:27 lamenta que Israel haya olvidado el nombre de Dios por el de Baal; de ahí su llamado a que se den cuenta de que lo que afirmaban de Baal en realidad deberían afirmarlo de Yahvéh. Esto explica por qué el Antiguo Testamento contiene con tanta frecuencia alusiones al culto a Baal, deconstruyéndolos y reaplicando el lenguaje de Baal a Yahvéh.

Esta apropiación de lenguaje pagano y su reaplicación al único Dios verdadero es muy común. Observe como Abraham hizo esto; Melquisedec habló de su deidad como el “Dios Altísimo” y “creador de los cielos y de la tierra”, y Abraham inmediatamente recoge esos términos y los aplica a su Dios, Yahvéh (Génesis 14:19-22). Abraham intentó comunicarse con Melquisedec hasta donde pudo en los términos y lenguaje que Melquisedec entendiera. Y esto es lo que Dios hace siempre; se recoge el lenguaje pagano que se usa tanto para los dioses buenos como para los dioses malos y se aplica a Yahvéh a fin de demostrar que él era y es el único y verdadero Dios, y que él es responsable de todo aquello que los paganos pensaban que los otros dioses eran los responsables. Y esto incluye a Yahvéh como fuente tanto del bien como del mal, de bendiciones como de desastres. El dualismo no había de ser la religión de Israel; su único Dios, Yahvéh, era responsable de todo. Pero las ideas paganas eran atractivas; y de este modo, en todo el Antiguo Testamento se daban recordatorios. Parecería que mientras se hallaban en cautividad en Babilonia, los judíos regresaron a algunos de estos mitos. El Talmud consigna: “Cuando R. Dimi regresó a Babilonia, él informó en el nombre de R. Johanan: Al fin de los días Gabriel organizará una cacería de Leviatán” (16).  De ahí que en otra parte he sugerido que Isaías y el libro de Job fueron re-escritos en Babilonia, bajo inspiración divina, junto con muchos de los salmos, a fin de corregir estas falsas ideas de que Leviatán era una criatura real en contra del cual Dios estaba de algún modo luchando.

Todas las alusiones a Mot, Leviatán, Baal, etc. se hallan expresadas en función de la victoria de Dios sobre Egipto y su conquista final de Babilonia. Dios deseaba apartar la atención de estos mitos y la dirigieran hacia lo que él había hecho concretamente, y que hará para la salvación de su pueblo del pecado y de enemigos humanos concretos y visibles, tal como él los había liberado en el pasado de sus enemigos históricos, como Egipto. "En los mitos cananeos Baal hiere al Príncipe del Mar y al Juez del Río, los ayudantes de Mot, en la cabeza y en el cuello" (17). Esto es precisamente a lo que hemos aludido en Habacuc 3:13, 14, donde  Yahvéh hiere ["traerás muerte a" - Septuaginta] "la casa del impío" en la cabeza y en el cuello. Pero las míticas criaturas satánicas se reaplican a la muerte y a "la casa del impío", hombres pecadores, a los cuales los oyentes de Habacuc conocían personalmente; o la muerte, el temor de cada persona. Incluso por entre la envoltura de la traducción, la majestad del argumento de Cassuto sobre este punto se expresa aptamente: "La idea cananea de la victoria del dios del cielo sobre las fuerzas de la muerte se transforma entre los israelitas en el concepto del triunfo del Único Dios, la fuente última del bien absoluto, sobre el principio del mal... La tradición aceptada [equivocadamente] por los israelitas referente a la derrota de las rebeldes criaturas llegó a ser un símbolo del castigo a los inicuos, los enemigos del Señor y de Israel, y la liberación de los justos" (18).

Cassuto analizó extensamente el poema ugarítico sobre Baal que se encontró en los textos de Ras Shamra. Describe el conflicto entre Baal y Mot; y sin embargo el Antiguo Testamento alude al lenguaje del poema y aplica a Yahvéh las características tanto de Baal como de Mot. De este modo, Salmos 68:5 habla de Yahvéh como el único que viaja sobre las nubes, aludiendo a Baal, 'el jinete de las nubes'. Salmos 68:6 habla de Yahvéh como "Padre de huérfanos y defensor de viudas"; otro término que se aplica a Baal en los textos de Ras Shamra. Cassuto percibió que el Antiguo Testamento está desarticulando la idea pagana de un conflicto entre deidades, y en cambio habla de la única rebelión esencial que es la de las criaturas en contra de su único Creador (19). Habacuc 3 está lleno de alusiones al poema sobre el conflicto entre Baal y Mot. Ese poema habla de cómo Mot y sus amigos monstruos eran arrojados por Baal al mar, y esta estrofa está virtualmente traducida al hebreo en Habacuc 3:8 -"¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos? ¿Contra los ríos te airaste? ¿Fue tu ira contra el mar cuando montaste en tus caballos, y en tus carros de victoria?" (20). Pero los versículos de Habacuc surgen en el contexto de la reflexión acerca de la victoria de Yahvéh sobre los enemigos de Israel en el mar Rojo. De este modo, el foco se transfiere de las leyendas acerca del conflicto cósmico entre los dioses a la victoria de Yahvéh sobre los enemigos humanos, terrenales, tangibles y reales de su pueblo. Cassuto comenta: "En los versículos bíblicos los hechos se atribuyen al Señor, en tanto que en los poemas gentiles se refieren a deidades paganas" (21).  

Notas

(1) Rabí Simón ben Lakish en The Babilonian Talmud, Baba Bathra 16ª.
(2) Joshua Trachtenberg, The Devil and the Jews (New Haven: Yale University Press, 1943), p. 19.
(3) A. Cohen, Everyman's Talmud (London: J.M. Dent, 1949), p. 55. El mismo hecho se nota extensamente en Roy A. Stewart, Rabbinic Theology: An Introductory study (Edinburgh: Oliver and Boyd, 1961), pp. 81-5, 88.
(4) T. J. Wray y Gregory Mobley, The Birth of Satan: Tracing the Devil's Biblical Roots (New York: Palgrave Macmillan, 2005), 52.
(5) Neil Forsyth, Satan and the Combat Myth (Princeton: Princeton University Press, 1989), capítulo 2.
(6) Esta y otras conexiones se desarrollan en W. G. Lambert, The Background of Jewish Apocaliptic (Londres: Athlone Press, 1978).
(7) Este no es más que un breve resumen de la cuidadosa investigación de John Day, God's Conflict UIT the Dragon and the Sea (Cambridge: Cambridge University Press, 1985). V ea especialmente las pp. 38, 39. Es también la interpretación de Marvin Pope, Job (New York: Doubleday), 1965, pp. 164-167.
(8) R. J. Clifford, The Cosmic Mountain in Canaan and the Old Testament (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1972).
(9) Tomado de T. J. Wray y Gregory Mobley, The Birth of Satan: Tracing the Devil's Biblical Rotos (New York: Palgrave Macmillan, 2005), pp. 92, 93.
(10) Neil Forsyth, Satan and the Combat Muth (Princeton: Princeton University Press, 1989), capítulo 4 suministra amplia evidencia de esto.
(11) B. W. Anderson, Creation Versus Chaos: The Reinterpretation of Mythical Symbolism in the Bible (New York: Association Press, 1967), pp. 98, 99; F. M. Cross, Canaanite Myth and Hebrew Epic (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1973), pp. 132, 140; Marvin Pope, Job (New York: Doubleday), 1965, pp. 67-70.
(12) James Muilenburg, The Way of Israel (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1962), p. 45.
(13) R. E. Clements, Exodus [Cambridge Bible Commentary] (Cambridge: C.U.P., 1972), p. 80.
(14) Umberto Cassuto, Biblical and Oriental Studies (Jerusalén: Magnes Press, 1973), vol. P. 246.
(15) Cassuto, ibid pp. 251, 278.
(16) B. Baba Batra 74b-75a, citado con otra evidencia a este efecto) en L. Ginzberg, Legends of the Jews (Philadelphia: Jewish Publication Siciety, 1909), vol. 1 pp. 27, 28; vol. 5, pp. 43-46.
(17) Cassuto, op cit, p. 268.
(18) Cassuto, op cit, pp. 251, 252.
(19) Umberto Cassuto, Biblical and Oriental Studies (Jerusalén: Magnes Press, 1975), vol. 2, p. 5.
(20) Cassuto, ibid, p.11.
(21) Cassuto, ibid, p. 72.

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