LA ELECCIÓN DIVINA DEL ISRAEL DE DIOS
"Alabad a Adonai, porque es bueno Adonai, salmodiad a su nombre, que es amable. Pues Adonai se ha elegido a Jacob, a Israel, como su propiedad. Bien sé yo que es grande Adonai, nuestro Señor más que todos los dioses. Todo cuanto agrada a Adonai, lo hace en el cielo y en la tierra, en los mares y en todos los abismos" (Salmo 135:3-6).
EL ETERNO ha escogido a Israel para sí, no porque Israel lo mereciera, ni porque fuera el más numeroso de todos los pueblos de la Tierra, sino que lo ha escogido por Su gracia, para que sea un pueblo especial, un pueblo único para bendecir por medio de ese pueblo a todas las naciones de la tierra. ¡Esto solo se hace por gracia!
Aunque la nación en la carne no logró ese cometido, no significa que el plan de Dios haya fracasado, todo lo contrario, el plan de Dios se cumplirá a pesar del fracaso de la nación Judía que erró el blanco, que se hizo rebelde, que rechazó al Mesías.
Todos sabemos como la nación escogida por Dios, por gracia, que alcanzó su zenit en los días del rey Salomón, se rompió en dos grandes pedazos en los días de Reboam, hijo del rey Salomón (1 Reyes 11:11-13, 29-32; 12:18-24). Diez tribus quedaron al norte y fueron conocidas como "La Casa de Israel", mientras dos tribus (mas los Levitas) que quedaron al sur, conocidas como "la Casa de Judá". Dos reinos, dos naciones, que a menudo rivalizaron entre sí. Con su capital en Samaria, las diez tribus norteñas continuamente se revelaban contra el Todopoderoso, y, finalmente fueron llevadas cautivas por los Asirios y jamás regresaron a su tierra, fueron esparcidas por las naciones y con el tiempo perdieron su identidad israelita o Hebrea y se les llegó a ser conocidas como "las ovejas perdidas de la casa de Israel". La Casa de Judá continuó sirviendo al Eterno aunque frecuentemente cayó en infidelidad, Dios continuó tratando con ellos, pues de esa tribu vendría el Mesías prometido, Shiloh (Génesis. 49:10).
Como hemos dicho, las diez tribus (la mayor parte del pueblo santo) fue esparcido por las naciones y aparentemente quedaron en el olvido. Pero Dios no se olvidó de ellos.
Aunque el Eterno repudiara a Israel como un hombre repudia a su esposa infiel, y continuó su trato con la también infiel Judá, le dio carta de divorcio a Israel y ya no la consideraba como pueblo suyo (Jeremía 3:6-8; Oseas 1:1-9)...con todo prevalecía la siguiente promesa: "No obstante, el número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y sucederá que en lugar de lo que se les dijo: ‘Vosotros no sois mi pueblo’, se les dirá: ‘Hijos del Dios viviente" (Oseas 1:10).
Finalmente llegó el Mesías esperado en la persona de quien llegó a ser conocido como Jesús de Nazareth. Este varón, escogido y designado por el Todopoderoso, es introducido con las siguientes palabras: "He aquí concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de su padre David. Reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y de su reino no habrá fin" (Lucas 1:31-33). Note la expresión "reinará sobre la Casa de Jacob para siempre"...Decir la Casa de Jacob es lo mismo que decir "la Casa de Israel", porque Jacob es Israel, fue Dios mismo quien hizo el cambio de nombre.
El Mesías declaró que él no había sido enviado a las naciones gentiles, sino que había sido enviado a "las ovejas perdidas de la Casa de Israel" (Mareo 15:24). Debemos entender una cosa y que esta quede bien clara en nuestras mentes: Aunque todos los Judíos son israelitas, no todos los israelitas son Judíos. Es un error pensar que la casa de Israel sea solo los Judíos. Ellos solo constituyen un pequeño porcentaje de Israel, solo dos tribus, mas los Levitas. La Casa de Israel constituye el 98% del pueblo santo y no son Judíos, aunque sí son israelitas. Ese 98% está contemplado en las palabras del Señor Jesús, cuando dijo: "También tengo otras ovejas que no son de este redil. A ellas también me es necesario traer, y oirán mi voz. Así habrá un solo rebaño y un solo pastor" (Juan 10:16). Aquellas "otras ovejas" no son los gentiles paganos, sino las ovejas perdidas de la Casa de Israel, los "hijos de Dios que están dispersos" por todas las naciones a los cuales el Mesías de Israel vino a buscar y a salvar (Juan 11:49-52; Lucas 19:9-10). Debemos atesorar esta gran verdad: ¡Jesús Cristo vino a socorrer a la descendencia de Jacob (Israel)! (Hebreos 2:12,16). ¡A todo Israel, la Casa de Jacob!
En el libro de Hechos encontramos algo muy interesante e impresionante que muchos pasan por alto en su lectura rápida de la Biblia. Hechos 15, cuando Jacobo tomó la palabra en la asamblea en concilio, diciendo:
"Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para su nombre. Con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: 'Después de esto volveré y reconstruiré el tabernáculo de David, que está caído. Reconstruiré sus ruinas y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor que hace estas cosas, que son conocidas desde la eternidad" (Versículos 14-18).
Tres grandes cosas resaltan en este pasaje bíblico que llaman poderosamente la atención: (1) Dios visita por primera vez a los Gentiles para tomar de entre ellos "Pueblo para su nombre". Este pueblo para Su nombre que es tomado de entre los Gentiles (las naciones) no es otro que la Casa de Israel que está dispersa entre las naciones, las "otras ovejas" de las que habló Jesús en Juan 10:16. "Los hijos de Dios dispersados" de los que habló proféticamente el sumo sacerdote Caifás en Juan 11:52.
(2) Después de esto volveré a reconstruir el tabernáculo (la habitación) de David que está caído". ¡Qué es esto? El tabernáculo de David que está caído no es otra cosa que el Reino de Dios representado por el reinado del antiguo rey David. Este reino cayó y no ha sido levantado, hasta que el Mesías ben David regrese y lo levante de nuevo. ¡Él es el Rey designado por Dios! (2 Samuel 7:12-16; Salmo 2:6-9). ¡Jesús es ese Rey!
(3) La razón para establecer ese reino con ese rey escogido por Dios, es "para que el resto de los hombres busque al SEÑOR, todos los gentiles (todas las naciones) sobre los/las es (será) invocado mi Nombre". (Miqueas 4:1-4; Salmo 22:27-28; Daniel 2:44; Daniel 7:14; Génesis 49:10).
"Ella [Israel] dio a luz un hijo varón [Jesús el Mesías] que ha de guiar (gobernar) a todas las naciones con cetro de hierro. Y su hijo fue arrebatado ante Dios y su trono" (Apoc.12:5). ¡No hay lugar a dudas que el propósito de Dios con Israel es maravilloso!
Esto trae a memoria cuando los hijos de Israel anduvieron por el desierto, en cierta ocasión llegaron a un lugar llamado "Elim", y en ese lugar habían 12 fuentes (manantiales) de agua y 70 palmeras (Éxodo 15:27). Las 12 fuentes o manantiales de agua representaban a las 12 tribus de los hijos de Israel, mientras que las 70 palmeras representaban a la plenitud de todas las naciones de la tierra, las cuales llegarán a ser benditas como resultado del reino de Israel. ¡Sin duda que todas las familias de la tierra llegarán a ser bendecidas por medio de la descendencia del padre Abraham! ¡Esa es la gran promesa! Y Pablo nos informa que: "Ya que vosotros sois del Mesías, ciertamente sois descendencia de Abraham, herederos conforme a la promesa" (Gálatas 3:29).
¡Gracia y paz al Israel de Dios!
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