ISRAEL: LAS DIEZ TRIBUS PERDIDAS

 

 Las Diez Tribus Perdidas


Dios nunca se cansa de extender Su misericordia. Mientras haya alguien que pueda cambiar y esté dispuesto a arrepentirse, Dios alarga Su Compasión.   Por lo tanto, Él hizo un último llamado al arrepentimiento a las tribus del Norte, aun cuando la mayoría ya habían sido llevados al exilio.  Los que habían quedado atrás, recibieron un último llamado. 
(II Crónicas 30:6-9)   Fueron, pues, correos con cartas de mano del rey y de sus príncipes por todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado, y decían: Hijos de Israel, volveos a El Eterno el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá al remanente que ha quedado de la mano de los reyes de Asiria.  No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra El Eterno el Dios de sus padres, y él los entregó a desolación, como vosotros veis.  No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a El Eterno, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a El Eterno vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros.  Porque si os volviereis a El Eterno, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que tienen cautivos, y volverán a esta tierra; porque El Eterno vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os volviereis a él.


¿Cuál fue la respuesta de los israelitas del Norte?
Hubo dos tipos de reacciones:

à  La mayoría reaccionó así…
(II Crónicas 30:10)  Pasaron, pues, los correos de ciudad en ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón; mas se reían y burlaban de ellos.

à  La minoría, un remanente, reaccionó así…
(II Crónicas 30:11)  Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén. 


En Jerusalén, hubo gran fiesta como resultado del arrepentimiento de un remanente de los israelitas del Norte.  Algunos de ellos se quedaron entre la tribu de Judá.

Un ejemplo es Ana, la profetisa que reconoció a Jesús como el Mesías, aun cuando era bebé, cuando sus padres lo llevaron al Templo para su redención (Lucas 2:36-38).  Ella era descendiente de la tribu de Aser, pero vivía en Jerusalén. 

En el remanente del Norte que se unieron a la Casa de Judá, se encontraban los levitas. 
(II Crónicas 11:14-17)  Porque los levitas dejaban sus ejidos y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén; pues Jeroboam y sus hijos los excluyeron del ministerio de El Eterno.  Y él designó sus propios sacerdotes para los lugares altos, y para los demonios, y para los becerros que él había hecho.  Tras aquellos acudieron también de todas las tribus de Israel los que habían puesto su corazón en buscar a El Eterno Dios de Israel; y vinieron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al Eterno, el Dios de sus padres.  Así fortalecieron el reino de Judá, y confirmaron a Roboam hijo de Salomón, por tres años; porque tres años anduvieron en el camino de David y de Salomón.


Como resultado, la Casa de Judá se convirtió en un conglomerado de todas las tribus de Israel.  Se casaron entre sí, y vinieron a conformar una unidad étnica que se conoce como "los judíos".  Este grupo no solamente estaba formado de las tribus de Judá y de Benjamín sino también del remanente fiel de las otras tribus que huyó del paganismo del Norte. 


¿QUÉ PASÓ CON LA CASA DE ISRAEL?
La mayoría de israelitas del Norte se apartaron de los caminos del Eterno y no se arrepintieron de su pecado.  Estos se asimilaron en las naciones a los cuales fueron llevados.  Los que quedaron, se mezclaron con las naciones cautivas que fueron llevadas a la Tierra de Israel.

Mientras que Asiria controló la región, el norte de Israel se consideraba como una provincia de Asiria, y luego pasó a otros imperios (babilonio, griego, romano, otomano). 

En la historia, la Casa de Israel parece haber desaparecido…

LOS SAMARITANOS
¿Quiénes se quedaron habitando en Samaria, la capital del Reino del Norte?  La Biblia lo señala claramente:
(II Reyes 17:24)  Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Safarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades.

El remanente del norte se mezcló con las gentes de otros pueblos que los asirios llevaron allí.  Con la mezcla racial, vino también la mezcla cultural y religiosa.
(II Reyes 17:33,41)  Temían al Eterno, y honraban a sus dioses, según la costumbre de las naciones de donde habían sido trasladados.  ... Así temieron al Eterno aquellas gentes, y al mismo tiempo sirvieron a sus ídolos; y también sus hijos y sus nietos, según como hicieron sus padres, así hacen hasta hoy.

Los samaritanos vienen de la unión de los pocos israelitas que quedaron en el Norte de Israel y las gentes de muchos lugares que los asirios trasladaron a la región.  

Por esa razón, los judíos no consideraban a los samaritanos como “israelitas puros”, no sólo por razones raciales, sino sobre todo por razones religiosas.  Los samaritanos habían mezclado la religión de sus ancestros de otras regiones con la fe israelita local.  Cuando los judíos volvieron después del cautiverio en Babilonia, los samaritanos quisieron participar en la reedificación del Templo, pero fueron rechazados por causa de sus costumbres paganas.  La enemistad siguió hasta la época de Jesús (Juan 4:9).

La Casa de Israel fue llevada cautiva, dispersada y asimilada.  Por eso se les ha llamado: “las Diez Tribus Perdidas”. 

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