TEOLOGÍA DE JOB SOBRE EL HA SATÁN (SEGMENTO DEL LIBRO "EL VERDADERO DIABLO DE LA BIBLIA")
Significativamente, son los amigos los que hacen alusión a las figuras de Satanás y a los dioses como si fueran reales, mientras que Job en sus respuestas siempre niega que sean reales y ve a Dios como la fuente directa de sus sufrimientos. Bildad dice que los padecimientos de Job se relacionan con "el rey de los espantos" (Job 18:14); Elifaz culpa a "los hijos de Resef" (Job 5:7 Biblia de Jerusalén, margen); pero la respuesta de Job es que la fuente del mal en su vida es Dios y ningún otro ser. Elifaz dice ahí que el problema del hombre viene tal "como levantan el vuelo los hijos de Resef" (Job 5:7).
Resef era conocido como "el señor de las flechas" y las tablillas ugaríticas lo asocian con la arquería (11). Por lo tanto, estaríamos justificados al leer aquí en un elipsis: el problema del hombre viene tal "como levantan el vuelo [las flechas de] los hijos de Resef". La respuesta de Job es: "Las saetas del Todopoderoso están en mí" (Job 6:4), y lamenta que Dios sea un arquero que lo use como su blanco de práctica (Job 7:20; 16:12, 13). Job rehúsa aceptar la explicación de Elifaz que él, Job, es una víctima de las flechas de Resef. Para Job, si Dios es "el Todopoderoso", entonces no hay cabida para Resef. Cada golpe que recibía, cada herida de flecha, provenía de Dios, no de Resef. Job hace el asombroso comentario: "Aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15).
El lenguaje acerca de "matar" nos remonta a los mandamientos mosaicos en que el que "mata" a un hombre sería muerto por "el vengador de la sangre". Job veía a Dios como si fuera a quitarle la vida; pero también ve a Dios como el "testigo" en la causa (Job 16:19) y como el vengador de su sangre (Job 19:25). Job incluso pide a Dios que no permita que la tierra cubra su sangre, de manera que Dios como vengador de la sangre de Job pueda vengar su muerte (Job 16:18). Job no ve a "Satanás" como su matador y a Dios como el vengador de su sangre. En cambio Job --en un impresionante conjunto de asociaciones-- ve a Dios en todas estas cosas: el matador, el testigo legal del matador, el vengador de la sangre, y el Único que pondrá en vigor la acción de la justicia en este caso, el Único que no permitirá que la tierra cubra la sangre de Job. Si Job realmente hubiese creído en un Satanás sobrehumano, en Satanás como el malo y en Dios como el vengador de la injusticia, seguramente se habría expresada de manera diferente.
Debido a que Job imagina a Dios como si estuviese tomando venganza en su contra, él llegó a describir para siempre el camino de que el mal y el bien en verdad provienen finalmente de Dios. El libro de Job comienza describiéndolo como un hombre apartado [la palabra hebrea se traduce también como "prescindir" y "rechazar"] del ra, del "mal". Michel entiende que ra aquí se refiere a "el mal o ne", el dios cananeo del mal, en el cual Job no creía y rechazaba (12). Job dice que los amigos que vinieron a lamentarse con él estaban "prestos para despertar a Leviatán" (Job 3:8); o, como también se puede traducir en alusión a los amigos, "a levantar su dolor" (véase la Versión Rey Santiago). Ellos pensaban que Leviatán, la figura de "Satanás" que ellos creían que era real, podía ser culpable. Pero Job ve continuamente a Dios como la fuente final de lo que le había ocurrido a él, y entendía todo el asunto en el sentido de "cómo puede un hombre justificarse ante Dios", más bien que "cómo puede un hombre sacarse a Satanás de su espalda". Un pasaje clave es Job 9:24: "Si no es él, entonces ¿quién es?"; o, como lo expresa la versión G.N.B.: "Si no lo hizo Dios, ¿quién lo hizo?".
Después de todas las teorías sobre "¿quién es responsable de todo de este mal en la vida de Job?", Job concluye que simplemente la fuente tiene que ser Dios, y nadie más. Si él es verdaderamente todopoderoso, entonces finalmente, ¿quién más podría ser responsable? Job declara que "los seguidores de Rahab [una figura de Satán cananea] se inclinarán ante [Dios]" (Job 9:13), aludiendo claramente a los ayudantes de Tiamat en el mito babilónico. "Sólo [Dios] extendió los cielos, y anda sobre la espalda de Yam", el mar, o monstruo marino (Job 9:8). Job creía que era Dios quien estaba procurando devorarlo en la muerte (Job 10:8 Heb.), seguramente aludiendo a Mot, el dios de la muerte, que se pensaba que tenía fauces que abarcaban toda la tierra y devoraba a las personas a su muerte en el inframundo. Pero Job rechazaba ese mito; él veía a Dios como el devorador, y a la muerte como un retorno al polvo, aunque con la esperanza de la resurrección corporal en el día final (Job 19:25-27). Quizás Job está también aludiendo a los mitos acerca de Mot cuando él habla de cómo "el Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura" (Job 26:6); y en ese contexto habla como si Dios fuera el verdadero atacante y no, por lo tanto, Mot ni ningún otro ser semejante.
Note también como Números 16:31-35 describe a Dios como si hubiese devorado a Coré, Datán y Abiram llevándolos a la muerte hacia el interior de la tierra; como para deconstruir la idea de que Mot hacía cosas como estas. Job entendía que Dios tenía el control en el cielo; él rechaza la idea de que estuviese ocurriendo un conflicto cósmico "en lo alto", a lo cual los amigos parecían aludir. Más específicamente, Job habla de cómo las manos de Dios forman y pueden atravesar a la "serpiente tortuosa" y herir a cualquier monstruo (Job 26:11-14). Es como si Job estuviera burlándose de la idea de que Dios lo haya dejado caer en las manos de los monstruos cósmicos en los cuales creían los amigos. Por cuanto Job muy a menudo recalca que es la "mano de Dios" lo que ha traído sus aflicciones (Job 19:21; 23:2). Esa mano divina era mucho más poderosa que cualquier mítica figura de "Satanás". El tema de este discurso en Job 28 es que sólo Yahvéh se ha de temer en todo el cosmos.
Nadie más --como las figuras de "Satanás" que aludieron los amigos-- había que temer. Job entiende que es Dios quien envía el bien y el mal, la luz y las tinieblas, a su vida (Job 30:26). Significativamente, él declara su fe de que Dios incluso puso límites entre la luz y las tinieblas (Job 26:10); una idea similar en esencia a la confirmación de Isaías 45:5 de que Dios crea tanto la luz como las tinieblas. Sin embargo, las "tinieblas" que experimentamos y entendemos están enmarcadas y limitadas por Dios; no es un poder o ser con existencia independiente aparte del ámbito del poder de Dios. Dios confirma después el entendimiento de Job, cuando dice que es él quien puede envolver al mar [otra figura del mal incontrolable] en pañales de tinieblas (Job 38:9), como si dijera que es Dios quien da a las cosas como las tinieblas y el mar su siniestro aspecto y percepción para los hombres; pero él tiene el control de ellas usándolas en su mano. La idea de Job de que Dios fija límites para las tinieblas la reitera Dios diciendo que él pone límites al rugiente mar (Job 38:10 NIV). Dios controla el mal, o nuestra percepción de él (por ej., de que el mar es maligno), y él le establece límites, lo cual era exactamente lo que él hizo al poder de "Satanás" en el prólogo al libro de Job. Todas estas declaraciones de Dios respecto a su uso y al poder sobre cosas como las tinieblas y el mar, y sus percepciones como independientes fuerzas del mal, son muy diferentes a las ideas cananeas y babilónicas sobre la creación. En ellas, dioses como Baal tenía que luchar contra Yam, el maligno dios del mar, con porras que le suministraron otras deidades; en la versión babilónica, Marduk tiene que armarse con diversas armas a fin de intentar conseguir supremacía sobre Tiamat (13).
Pero Yahvéh, según se revela en el libro de Job, tiene total y absoluto poder sobre el mar [o monstruo marino] y [el supuesto dios de] las tinieblas; porque él creó el mar y las tinieblas y las usa creativamente para su propósito. Ese es todo el propósito de los muchos "pasajes naturales" en el libro de Job. Y el lenguaje de Génesis 1:9 es suficiente evidencia de su poder. Él pronuncia una palabra, y se crean la luz, las tinieblas y los mares; las aguas se reúnen obedientemente donde él les manda. Asimismo, Dios no se halla en ninguna batalla con Leviatán; más bien el monstruo es en realidad su "juguete". (Salmos 104:26 dice lo mismo). Lo Que Aprendió Job Para Job fue muy difícil aceptar que Dios y no una figura del "Satanás" popular era su adversario. Una cosa es deducir de la Biblia que tanto el bien como el desastre provienen del Señor, como en Isaías 45:5-7. Pero, por supuesto, una muy distinta es aceptarlo en la vida real, y Job es un ejemplo inspirador. Job 16:9-14 es muy potente; la poesía habla del sobrecogedor e incluso airado reconocimiento de Job de que Dios es en efecto [en un sentido] su enemigo / adversario. "Aquí Job… identifica a Dios como su enemigo más bien que como su defensor. Desde su perspectiva, él es llevado a preguntarse si el Dios en quien él confiaba no es en realidad su Satanás" (14). En Job 2:4-6 tenemos al "Satanás" comentando que era necesario herir la carne y piel de Job, pero en Job 19:26 tenemos a Job declarando su fe de que aun cuando Dios destruya su carne y piel, Dios finalmente lo salvará.
He señalado que Job en todo momento rechaza las ideas promovidas por los amigos, el punto de vista de la sabiduría popular (especialmente recalcada por Bildad en Job 8:8-10), de que los diversos monstruos y figuras de un "Satanás" sobrenatural eran responsables de sus experiencias. Job empezó diciendo que nosotros recibimos de la mano de Dios tanto el bien como el mal (Job 2:10 comp. Isaías 45:5-7). Y termina diciendo lo mismo; que Yahvéh había traído el mal sobre él (Job 42:11). Reiteradamente él ve a Dios como la fuente de toda su aflicción. De ahí que Dios pueda decir que Job había hablado de él lo que es correcto (Job 42:8). Pero vino a darse cuenta de la masiva extensión práctica de lo que él había conocido previamente en teoría, que "de oídas había oído". Ahora su ojo vio / percibió que ciertamente ningún plan de Dios puede ser frustrado por ninguno de los diversos monstruos "satánicos" imaginados por los hombres (Job 42:2). También nosotros podemos decir que creemos en la omnipotencia de Dios, pero semejante creencia hace necesario que desechemos toda creencia en figuras de "Satanás" sobrenatural. Y ese no es tan sólo un ejercicio intelectual; ver las tragedias y crueldades de nuestra vida como un hecho que proviene finalmente de Dios y bajo su control es algo que nos sacude hasta la médula. Dios casi bromea con Job de que él había estado tratando de sacar a Leviatán con un anzuelo (Job 41:1), y yo veo eso como un comentario referente a tantos intentos humanos por controlar la forma en que Dios es el adversario / figura de Satanás en nuestra vida.
Descartarlo como producto del azar y mala suerte, creer en un Satanás personal en el mar o en el cielo, pensar que Dios nos está castigando... todo esto es como tratar de capturar a Leviatán tan sólo con una caña de pescar. El libro de Job no es una explicación del sufrimiento humano específico; y muchos que acuden a ese libro buscando eso, salen decepcionados. Más bien es un relato del poder soberano de Dios, poniendo significado a la palabra "Todo-poderoso" cuando se aplica a Dios. A un nivel "doctrinal" es ciertamente una deconstrucción de las ideas acerca de figuras de un "Satanás" sobrenatural. Pero a un nivel más personal, nos desafía a seguir los pasos del fiel Job, tal como desafió a Judá en cautividad.
Notas: (1) Susan Garrett, The Temptations of Jesus in Mark‟s Gospel (Grand Rapids: Eerdmans, 1998) p. 49. (2) Douglas Wingeier, What About the Devil? A Study of Satan in the Bible and Christian Tradition (Nashville: Abingdon, 2006) p. 15. Más documentación sobre esto se puede hallar en The Interpreter's Bible, ed. George Buttrick, (Nashville: Abingdon, 1954) Vol. 3 pp. 878,879. (3) Expandido en detalle en Andrew Lincoln, Truth on Trial: The Lawsuit Moti in the Fourth Gospel (Peabody: Hendrickson, 2000). (4) Robert S. Fyall, Now My Eyes Have Seen You: Images of Creation and Evil in the Book of Job (Leicester: I.V.P. / Apollos, 2002) p. 27. (5) L. Ginzberg, The Legends of the Jews (Philadelphia: Jewish Publication Society, 1909) Vol. 5 p.26. (6) J. Day, God‟s Conflict with the Dragon and the Sea: Echoes of a Canaanite Myth in the Old Testament (Cambridge: C.U.P., 1985). El libro de Daniel hace quizás el mismo argumento; las bestias que salen del rugiente mar están todas bajo el control de Dios y son parte de su propósito con Israel (Daniel 7:2). (7) Robert S. Fyall, op cit p. 75. (8) Umberto Cassuto, Biblical and Oriental Studies (Jerusalem: Magnes Press, 1975) Vol. 2 p. 6. (9) Cassuto, ibíd. p. 7. (10) Cassuto, ibid p. 8. (11) William J. Fulco, The Canaanite God Resep (New Haven, CT: American Oriental Society, 1976). (12) W.L. Michel, Job in the Light of Northwest Semitic (Rome: Bible Institute Press, 1987) Vol. 1 p. 29. (13) S. Dalley, Myths From Mesopotomia: Vol. 4, The Epic of Creation (Oxford: O.U.P., 1989) pp. 251–255.
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