LOS DEMONIOS.... — Introducción
INTRODUCCIÓN
El origen esencial del mal y del pecado humano es en verdad una
pregunta profunda; pero sólo cuando la enfrentamos nos sentimos
capacitados para encargarnos del pecado y del mal, y encontrar un camino
de victoria. Culpar de todo a un Diablo personal con cuernos, cola y tridente
me parece que es una forma de escapismo, de evadir el asunto, recurriendo
rápidamente a una respuesta simplista, pero equivocada. Especialmente
cuando se ha entendido que realmente esta idea del Diablo no se halla en
ningún pasaje de la Biblia, sino que es más bien una acumulación de siglos
de especulación y adaptación de mitos paganos. En el capítulo 1, procuro
demostrar que esto es en verdad lo que ha sucedido. En todo ese capítulo y
en los que siguen, procuro demostrar cómo el pueblo de Dios
lamentablemente aceptó muchos de los mitos circundantes acerca de una
figura de Satanás; pero los escritores de la Biblia procuraron activamente
deconstruir los mitos por medio de aludir a ellos y dejar al descubierto su
falacia. Desde el relato de la caída en Génesis 1-3 hasta las referencias a
Satanás en Apocalipsis, esta es la situación. El hecho de que la Sagrada
Escritura no use comillas y notas al pie de página puede ocultar esto al
lector desinformado; pero las alusiones y deconstrucciones que se hallan
incluidas en el texto bíblico son poderosas y mordazmente relevante tanto
para sus días como para los nuestros.
Pero la historia del Diablo como un concepto no nos resuelve el colosal
problema del pecado y del mal en el ámbito personal. No es como un
problema de un libro de texto de matemáticas: si éste lo vence, bueno, Ud.
puede ir al final del libro y hallar la respuesta. El problema del Diablo exige
mucho más que eso. Ursula Leguen escribió con fuerza acerca de "todo el
dolor, sufrimiento, desperdicio, pérdida e injusticia que encontraremos en el
transcurso de nuestra vida, y debemos enfrentarlo y combatirlo una y otra
vez; y admitirlo y vivir con ello a fin de vivir una vida humana como
mínimo" (1) Esta es en verdad la situación; su cáncer, la tragedia de su
vida, el tsunami aquí y la represión de los derechos humanos allá, los
remordimientos ocultos y los pecados secretos de toda vida humana… una y
otra vez tenemos que levantarnos cada día y vivir con ello. Me parece que
la carga de todo ello, el verdadero dolor y la dificultad de la lucha por
entender ha llevado a la gente a simplemente darse por vencida, y a culpar
de todo a un Satanás personal que cayó desde el piso 99 y llegó aquí para
estropear nuestra agradable pequeña vida. Pero las respuestas simplistas
de un dólar a estas preguntas de un millón de dólares han estado circulando
por demasiado tiempo. Respuestas y entendimientos legítimos no se van a
encontrar en un mito pagano, por muy respetablemente que lo haya
desarrollado una teología desatinada y lo haya adoptado la tradición
cristiana prevaleciente. Yo sostengo que las respuestas válidas y
entendimientos verdaderos se han de hallar únicamente en la palabra de
verdad de Dios. Y es aquí donde entro en detalles en el capítulo 2,
procurando desarrollar una verdadera estructura para entender lo que la
Biblia misma realmente dice acerca del Diablo, el pecado, el mal y el asunto
relacionado con los ángeles. No obstante, como yo lo veo, el propósito total
de la verdadera teología y doctrina bíblica es la transformación radical de la
vida humana en la práctica. Es por eso que el verdadero entendimiento es
importante, porque impacta en la vida diaria, conduciendo a lo que Pablo
llama "las riquezas de pleno entendimiento" (Colosenses 2:2).
Es este "pleno entendimiento" el que yo trato de desarrollar en el capítulo 3, apartándome de la teoría y viendo cómo todo esto impacta en la vida humana y en la experiencia en la práctica. Entonces en el capítulo 4 volvemos a más teología, por decirlo así, al investigar el tema de los demonios, deconstruyendo la idea de que existen demonios literales como seres de espíritu que causan el pecado y el mal. Entonces estamos en posición de examinar la mayoría de los versículos bíblicos que hablan del Diablo o Satanás, y situarlos dentro de la estructura de entendimiento que hemos desarrollado. Eso es lo que ocurre en el capítulo 5, lo que conduce finalmente al resumen de conclusiones del capítulo 6. Únanse a mí en oración para que comprendamos que en nuestros entendimientos podemos llegar a una más profunda fe, esperanza y amor. Y que por ese conducto podamos llegar a otros de una manera más amplia, más significativa y más convincente; en los días que quedan mientras aguardamos el regreso del Hijo de Dios para que proporcione la solución final a todas nuestras luchas con el pecado y el mal. Aunque sólo yo debo asumir la culpa por este libro, también le debo mucho a dos excelentes amigos: Ted y Bev Russell. Sus contribuciones están consignadas en el texto, y en un sentido este volumen es un tributo a ellos y a nuestro totalmente extraordinario encuentro de mentes y experiencia en tantas formas. Me gustaría también expresar una palabra de especial gratitud a mi amigo Paul Clifford. Que un estudiante de la Biblia de su calibre, intensidad y profundidad de erudición haya revisado los borradores fue toda una experiencia. Él verificó en terreno las hipótesis basado en normas muy exigentes, y me llamó al orden en bastantes casos de razonamiento. De eso estoy muy agradecido. Pero por sobre todo, gracias al Padre y al Hijo 'por darnos la victoria' que este libro celebra, aunque de una manera indirecta. Duncan Heaster (1) Ursula LeGuin, The Language of the Night [El Lenguaje de la Noche], (New York: Putnam's, 1979), p. 69.
Comentarios
Publicar un comentario