AGUAS VIVAS
El Agua Viva y la limpieza espiritual
Hasta aquí habrás entendido que los falsos evangelios son fuente de contaminación espiritual y un impedimento tanto para el sano crecimiento interior de la persona enferma como para el desarrollo de una relación plena con el Padre Celestial.
También que lo deseable es que la persona afectada, a quien la Biblia compara con el trigo, tal como ese producto de la tierra, una vez en franca recuperación deberá dar muestra de su salud plena experimentando el deseo ardiente de dar un rendimiento del 100%.
Esto es que, así como el trigo es alimento, una vez recobrada tu salud interior no deberás tener ningún problema en llevar el alimento espiritual a otros quienes empiezan en el Camino de retorno al Padre Celestial.
En este capítulo sabrás que antes de volver a trabajar para El Señor es necesario una purificación en su Palabra a fin de evitar contaminar a otros con mentiras doctrinales aprendidas que, como ya mencionamos, solo sirven para enfermar el espíritu del creyente y apartarle de Dios.
La Palabra de Dios es una Lluvia Espiritual
Ya hablamos de la cizaña, la tierra, la semilla y el trigo. Ahora toca el turno al Agua Viva y su relación con la lluvia que es indispensable para el saludable crecimiento de las espigas de trigo.
En este capítulo conocerás que el cometido de la lluvia en lo terrenal es una figura de la milagrosa labor de la Palabra de Dios en lo espiritual.
“Porque COMO DESCIENDE DE LOS CIELOS LA LLUVIA Y LA NIEVE, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, ASÍ SERÁ MI PALABRA QUE SALE DE MI BOCA; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. Isaías 55:10-11
Tal como la lluvia vuelve para dar a la tierra vida y limpieza, también la Palabra de Dios, que igualmente es enviada por el Altísimo, vuelve para proveer vida y limpieza a nuestro ser interior.
“Y voy a derramar aguas sobre el desierto y ríos sobre la tierra seca, y también voy a derramar mi Espíritu sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos”. Isaías 44:3
Las propiedades benéficas y purificadoras del agua le convierten en un elemento altamente cargado de significado simbólico o espiritual. Al provenir del cielo por medio de la lluvia se le considera un Don de Dios pues da vida y limpieza.
Así que al igual que la lluvia, también la Palabra de Dios proviene del cielo, produce vida y regenera con su poder limpiador.
Cuando la lluvia espiritual cesa y el corazón se endurece
“Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la Palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa”. Marcos 4:18-19
Sucedía que en el antiguo Israel no llovía y la tierra se secaba y endurecía. Nada podía sembrarse en ella pues se volvía impenetrable como la piedra. De la misma manera, cuando el corazón del creyente debido a los falsos evangelios (que encubiertamente introducen en el corazón los afanes de este mundo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas) deja de recibir los nutrientes de la Palabra y la limpieza del Espíritu Santo que habita en ella, como la tierra que es, poco a poco se endurece volviéndose a la larga árido y estéril.
Por ello era que en aquel entonces, cuando los hombres tenían mala conducta, Dios hacía que dejara de llover (1 Reyes 17:1 / Jeremías 3:2). Igualmente cuando dejamos de obrar como la Palabra nos manda, el Espíritu no está más en santa comunión con nosotros. Cesa la Lluvia Espiritual y nuestro corazón se endurece a las verdades de Dios: dejamos de ser espirituales y nos volvemos a este mundo.
Las milagrosas lluvias tempranas
No obstante, la tierra de Israel, endurecida y agrietada por el duro verano desértico, ante los asombrados ojos de los hombres cada año literalmente volvía a la vida gracias a las milagrosas lluvias tempranas, que eran la más amorosa manifestación Divina de aquellos días pues significaba que El Señor seguía teniendo misericordia de su pueblo. En lo espiritual el significado era que no importaba cuan endurecido estuviera el corazón humano, si había arrepentimiento, Dios siempre estaría dispuesto a enviar su Espíritu en forma de lluvia para sensibilizarlo de nuevo.
“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu Palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Salmo 51:1-10
Así como las lluvias tempranas, que sensibilizan la tierra y la dispone a ser sembrada, la Palabra de Dios es una lluvia espiritual e invisible que viene del Altísimo y sensibiliza los corazones de su pueblo. Los efectos de la Palabra en el corazón humano son los mismos que los efectos de la lluvia en la tierra. Así como la lluvia hace que la tierra produzca fruto en abundancia, la Palabra hace dar frutos espirituales que producen salvación.
Cuando el corazón del creyente ha dejado de recibir la Palabra de Dios, se endurece y se agrieta como la tierra, pero una vez que la Palabra de Dios vuelve a este se convierte en una fuente inagotable de agua viva.
“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:13-14
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Juan 7:38
El Agua Viva que viene de Dios
El agua viva, es decir, el agua pura que brota del manantial proviene del cielo. Los manantiales se surten directamente de la lluvia. Aun cuando se vea fluir el manantial del propio suelo, lo cierto es que es la lluvia la que lo nutre. Porque es el agua de la lluvia, que se ha filtrado a través de la tierra, la que brota a la superficie en forma de surtidor o manantial yendo a alimentar después algún lago o río que la conduce al mar, de donde pasa en forma de vapor a las nubes, las cuales la devuelven convertida en agua nuevamente bajo la forma de lluvia.
La Palabra de Dios es como esa lluvia que viene del cielo, que se acumula en los corazones de sus hijas e hijos y brota limpia del manantial de todos los que la obedecen.
Así como la tierra sedienta bebe la milagrosa lluvia torrencial que cae del cielo, la cual se filtra hacia los manantiales para luego brotar como torrentes de agua viva, mujeres y hombres tenemos sed de Dios, quien por medio de Jesucristo, que es su Palabra (Juan 1:1-4), nos da a beber de su Espíritu y una vez estando llenos nuestros corazones brotan de nosotros ríos de Agua Viva.
Es precisamente de esta concepción que provino el rito que en la cultura del antiguo Israel se conoce como inmersión ritual en la Mikvé, la cual consiste en una purificación espiritual por inmersión en una poza de agua viva. En el cristianismo tal inmersión ritual o purificación se conoció como bautismo (Juan 3:25-26).
La Mikvé o inmersión ritual en el antiguo Israel
La Palabra hebrea Mikvé significa «cuerpo o colección de agua viva» por lo que manantiales, lagos, ríos y mares, que son alimentados por el agua de lluvia, son las Mikvot (plural de Mikvé) por excelencia.
El rito de la Mikvé consiste en una inmersión ritual en un cuerpo de agua viva que desde tiempos bíblicos el pueblo de Israel ha practicado para purificarse no física, sino espiritualmente.
Según el Diccionario Strong, el verbo griego Bapto (G911), del cual proviene la palabra bautizo, significa inundar o cubrir completamente con un fluido, es decir, sumergirse. Su uso se extiende a otros significados, como mojar, bañar e incluso teñir, por ejemplo, teñir en sangre, tal como se usa en Apocalipsis:
“…estaba vestido de una ropa teñida [bautizada] en sangre; y su nombre es EL VERBO DE DIOS.”. Apocalipsis 19:13
Por tanto, al hablar de bautizarse o sumergirse en la Mikvé se está hablando del mismo acto ritual y no significa ninguna otra cosa sino purificarse espiritualmente (interiormente) en la Palabra de Dios.
“…la cual SIMBOLIZA el bautismo que ahora los salva también a ustedes. El bautismo [o rito de inmersión en la Mikvé] no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios. Esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo”. 1 Pedro 3:21 NVI
Para nosotros, hombres y mujeres hechos de la tierra, el agua no solamente será el elemento vital, sino también el purificador por excelencia. Así, en el pensamiento bíblico, mientras que el baño con agua remueve las impurezas del cuerpo, la inmersión ritual que efectuaban nuestros padres (2 Reyes 5:10-14) remueve las impurezas del ser interior (1 Pedro 3:21). Impurezas que impiden la comunión con El Señor (Juan 13:8).
Así las cosas, tanto la lluvia, como el rito de la inmersión o bautismo, son símbolos de la limpieza interior que nos da LA COMUNIÓN CON LA PALABRA DE DIOS y el compromiso que tomamos para mantener siempre una conciencia limpia para con nuestro Señor.
“…así como Cristo amó a la iglesia…habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra…” Efesios 5:25-26
“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”. Juan 15:3
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Juan 3:5
Igual que nuestros cuerpos físicos necesitan baño periódico, también nuestro ser interior necesita ser limpiado por la Palabra de Dios. Cuando nos bañamos, hasta cantamos de gozo porque nos sentimos limpios. De la misma manera cuando el Señor nos purifica con su Palabra, el sentirnos limpios interiormente nos hace cantar alabanzas.
Nos bañamos constantemente para no andar malolientes e incluso para evitar enfermedades que podrían causar a nuestro cuerpo físico un daño grave.
De igual forma la constante higiene interior es necesaria para que nuestro corazón no sufra un deterioro y se muera. La comunión con la Palabra de Dios nos trae esa necesaria y deliciosa limpieza interior.
Significado espiritual del rito del bautismo o inmersión en la Mikvé
Antes de continuar es importante que entiendas con toda claridad que para la recuperación de tu salud espiritual no estoy de ninguna manera proponiendo rito alguno, puesto que ahora vivimos bajo la Gracia de Dios y por tanto ya no es necesario ejecutar rituales para alcanzar las bendiciones espirituales a las cuales se nos ha prometido tener acceso gratuitamente.
“Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la Ley, sino bajo la Gracia”. Romanos 6:14
“Y, si es por Gracia, ya no es por obras [al hablar de obras Pablo se refiere a los ritos de la Ley]; porque en tal caso la Gracia ya no sería Gracia”. Romanos 11:6
Más bien mi intención al explicarte todo esto es que entiendas el paso espiritual que es necesario dar para tu purificación interior definitiva.
El rito del bautismo, o inmersión en la Mikvé significa hacer una inmersión espiritual en la Palabra de Dios que también es su Espíritu. Y si tu corazón hacía tiempo que estaba endurecido por la sequía, esa Agua Milagrosa Espiritual que proviene del Cielo ablandará y limpiará tu ser interior nuevamente y lo llenará de tal forma que de ahí brotarán Rios de Agua Viva.
“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Juan 4:23-24
El Padre Celestial busca adoradores en Espíritu y en Verdad, que es lo opuesto a aquellos que le adoran religiosamente. El religioso adora a Dios mediante ritos y rituales, pero tiene el corazón endurecido; en cambio el adorador espiritual tiene el corazón sensibilizado y receptivo. Aquí la profecía que se ha venido cumpliendo desde el Pentecostés. Los corchetes los puse yo para que se entienda el sentido del pasaje:
“Entonces los rociaré con agua pura [El Espíritu Santo] y quedarán limpios. Lavaré su inmundicia y dejarán de rendir culto a ídolos [lo que el mundo ofrece]. Les daré un corazón nuevo y pondré un Espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra [religiosidad / ceguera] y les daré un corazón tierno y receptivo [espiritualidad / entendimiento]”. Ezequiel 36:25-26 NTV
A partir de ahora, cada vez que leas tu Biblia tomarás conciencia de lo que en verdad representa ese acto:
ESTARÁS PURIFICANDO TU SER INTERIOR
Cada que te zambullas en la Biblia tu experiencia espiritual será la misma que si te sumergieras en el agua más limpia y pura que exista, pues eso es lo que realmente es; cuando leemos la Biblia nuestro espíritu hace una inmersión en el Agua Viva que viene del Cielo: El Espíritu Santo de Dios, que limpia todas las impurezas espirituales.
Comentarios
Publicar un comentario