El olivo y el pueblo de Israel

 



En este capítulo analizaremos la forma en que el olivo, símbolo del pueblo de Israel, junto con todas sus partes, como lo son ramas, injertos, renuevos, palos y hasta derivados como los cayados, son usados como figuras para anunciar que la Casa de Judá y la Casa de Israel volverán a ser una sola nación.

Como ya sabemos, el árbol de olivo ha de ser siempre por excelencia un emblema de Israel pues sus raíces, su tronco, sus ramas, su sabia, sus retoños y su fruto simbolizan al pueblo elegido. Enseguida explicaré por qué es así.

La figura del tronco y las ramas

Ya hemos comenzado a explicar en el capítulo anterior que la sabia del olivo representa la Sangre que es el Espíritu del Señor la cual fluye por todo el organismo vivo que es su pueblo, simbolizado por las raíces, el tronco y las ramas.

Ahora, teniendo esto en mente, analicemos el siguiente párrafo:

«Olivo verde, hermoso en su fruto y en su parecer, llamó El Señor tu nombre. A la voz de recio estrépito hizo encender fuego sobre él, y quebraron sus ramas. Porque El Señor de los ejércitos que te plantó ha pronunciado mal contra ti, a causa de la maldad que la casa de Israel y la casa de Judá han hecho, provocándome a ira con incensar a Baal». Jeremías 11:16-17

El pasaje se refiere a las calamidades que sufrieron la Casa de Israel y la Casa de Judá debido a su constante idolatría. La primera, Israel, como hemos venido exponiendo, sufriendo el destierro a manos de los asirios (722 a.C.) y la segunda, Judá, con el cautiverio en Babilonia (587 a.C.)

El olivo, por supuesto, simboliza a Israel y las ramas arrancadas son los descendientes de ambos pueblos que perdieron su linaje.

Tal como en este pasaje, en el que se nos dice que -por incensar a Baal- el infortunio en forma de rayo cayó sobre el olivo hermoso desmembrando sus ramas con el estallido, la Biblia constantemente nos habla de las tribus de Israel en términos de varas, cayados, palos, etc., porque todos estos -pedazos de madera al fin- se desprenden de un tronco. Tal tronco, que es de olivo, simboliza a nuestros padres Abraham, Isaac y Jacob; en tanto que las ramas son las doce tribus de Israel.


La figura de los dos cayados

En este mismo orden de figuras, mencionaré los dos cayados, símbolos que tienen qué ver con la Casa de Judá y la Casa de Israel.

El cayado es una herramienta que sirve al pastor a fin de corregir y apartar del mal camino a las ovejas que se descarrían.

Hablando figuradamente, el cayado con el que el Príncipe de los pastores (1 Pedro 5:4 / Ezequiel 34:22-24) aparta a las ovejas de la Casa de Israel del mal camino es la Gracia, u observancia espiritual de la Ley; en tanto que el cayado con el que aparta a las ovejas de la Casa de Judá del mal camino es Ataduras, o la observancia tanto literal como espiritual de dicha Ley (Zacarías 11:7).

«Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Gracia, y al otro Ataduras; y apacenté las ovejas». Zacarías 11:7

Así pues, los dos cayados simbolizan los instrumentos -cumplimientos de la Ley- con los que El Padre Celestial traerá a Sí a la Casa de Israel y a la Casa de Judá; y sus nombres «Gracia» y «Ataduras» se refieren tanto al cumplimiento literal como espiritual de la Ley.


Tal instrumento, el cayado, no es otra cosa sino un báculo o vara larga de madera cuyo extremo está curvado a manera de gancho, ya que con éste el pastor ha de jalar a la oveja.


El cayado es un símbolo de autoridad que en la antigüedad los reyes -pastores del rebaño a fin de cuentas- desde Egipto hasta Mesopotamia ostentaron a manera de cetro, tal como lo podemos apreciar en los sarcófagos de las momias reales egipcias, por mencionar tan solo un ejemplo.

«Tomé luego mi cayado Gracia, y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos». Zacarías 11:10

Hablando de la Gracia, recordemos que antes del pacto con Israel, El Creador mantenía una relación con todos los hombres que CONOCIENDO SU NOMBRE le invocasen, sin importar su linaje (Génesis 4:26 / Números 22:1-12, Job 1:1). Pero tales naciones -como la Arqueología lo confirma- comenzaron a incensar (entiéndase obedecer) a otros muchos dioses. Así que Dios decidió romper ese vínculo y escoger para Sí solo un pueblo -Israel- de la dinastía de Abraham a fin de continuar su relación con el género humano (Amós 3:2).

Sin embargo como veremos enseguida, lastimosamente también los descendientes de Abraham comenzaron a incensar a Baal y otros dioses (Jeremías 11:16-17 / Amós 5:26 / 1 Reyes 16:33).

Por tanto, el cayado Gracia, al referirse al cumplimiento espiritual de la Ley, concierne también a las naciones que existían antes de las tribus de Israel y las tablas de piedra -la Ley- dadas a Moisés. Naciones éstas que invocaron el Nombre del Señor (Génesis 4:26) y de entre las cuales tenemos como ejemplo a Noé, Enoc, Job y Abraham, entre otros.

«Quebré luego el otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel». Zacarías 11:14

Igualmente anotaremos muy brevemente que esta profecía habla -entre otras cosas- sobre la ruptura en dos del reino que se había confiado a Salomón, y a su vez sobre la dispersión entre las naciones del reino del norte, cuyos descendientes hoy conforman la Casa de Israel.


La figura de unión de los dos palos

Mientras que el profeta Zacarías habla del cayado Ataduras que es roto en dos partes simbolizando la ruptura entre Judá e Israel, el profeta Ezequiel habla de un palo que simboliza a las tribus de la Casa de Israel y otro que simboliza a las de la Casa de Judá.

Ambos palos serán puestos juntos a fin de que naturalmente se adosen uno al otro haciéndose uno solo.

Esta figura no es otra que la del injerto, el cual Pablo retoma para ejemplificar que aquellas varas que en su momento fueron arrancadas, la Casa de Israel, serán injertadas de vuelta en el olivo.

No obstante, El Señor en su infinita Misericordia, tomará cada uno de los palos para unirlos y los hará uno en su mano:


La figura del injerto de ramas silvestres en el olivo doméstico

Como ya dije, es el apóstol Pablo quien retoma las figuras con las que los profetas ilustraron la unión futura, gloriosa y milagrosa de las genuinas tribus de Israel y con ellas explica lo siguiente:

«Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad [Gracia] y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad [Gracia] para contigo, si permaneces en esa bondad [Gracia]; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?» Romanos 11:17-24

En la antigüedad se insertaban ramas de olivo silvestre en el tronco de olivo doméstico y viceversa. Siempre con el objetivo de obtener un olivo más sano y fructífero.

Pablo se refiere a los gentiles como ramas silvestres, es decir aquellos que no están en la propiedad al cuidado del amo, sino abandonados en la naturaleza. Esa es precisamente la condición en la que Dios encuentra a quienes forman parte de las tribus perdidas de Israel, pues si bien son legitimos hijos de la Promesa (Génesis 26:4 / Gálatas 3:7-8), igual que el hijo que dilapidó su herencia (Lucas 15: 11-14) vagan derrochando su herencia -la vida eterna- por las naciones paganas, hasta que cobran conciencia de lo que en verdad son (Lucas 15:17-20) y arrepentidos se convierten del mal camino emprendiendo el camino de retorno al Padre, el cual vuelve a recibirles gozoso (Lucas 15:20-24).

«Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado». Lucas 15:32

Seremos un solo pueblo en la resurrección y la restauración de las tribus de Israel

«…y les dirás: Así ha dicho El Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; Y NUNCA MÁS SERÁN DOS NACIONES, NI NUNCA MÁS SERÁN DIVIDIDOS EN DOS REINOS». Ezequiel 37:21-22

«Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad». Hechos 1:6-7

Si bien en esta tierra los cumplimientos de la Ley por parte de las dos casas es diferente, tanto la Casa de Israel -los cristianos genuinos (Mateo 7:22-24)- como la Casa de Judá -los judíos genuinos (Apocalipsis 3:9)- serán hechos un solo pueblo en la resurrección.

Por ello es que nuestro Señor Jesucristo, Ungido como Pastor de todo el rebaño nos dice:

«También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor». Juan 10:16

En la resurrección ya no habrá gentil ni judío, hombre ni mujer, porque seremos como los ángeles: asexuados; y puesto que ya no habrá sexos para distinguir entre hombre y mujer, tampoco habrá circuncisión para distinguir entre judío y gentil.

«Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos». Marcos 12:25

«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». Gálatas 3:28

«…donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos». Colosenses 3:11

«Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz, QUE DE AMBOS PUEBLOS [Casa de Judá y Casa e Israel] HIZO UNO [Israel], derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios…» Efesios 2:13-15

Así, todas las tribus de Israel esperamos la resurrección (Hechos 26:7), en la que no solo tendremos un cuerpo nuevo y eterno, sino que volveremos a la tierra de nuestros padres, donde no habrá lloro ni lamento y seremos felices para siempre.

«Cuando El Señor hiciere volver la cautividad de Sion, seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará de risa, y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho El Señor con éstos. Grandes cosas ha hecho El Señor con nosotros; Estaremos alegres». Salmo 126:1-3

«Por tanto, di: Así ha dicho El Señor: Aunque les he arrojado lejos entre las naciones, y les he esparcido por las tierras, con todo eso les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen. Di, por tanto: Así ha dicho YHWH El Señor: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel». Ezequiel 11:16-17

Notas al márgen.

Para una mejor comprensión del texto que acabas de leer, a continuación te dejo una lista de las partes del olivo explicando muy brevemente los respectivos significados simbólicos que encontramos en la Biblia.

Olivo

El concepto de árbol genealógico o árbol familiar nos viene de tiempos muy antiguos. Se le llama árbol familiar porque es una gráfica en la que aparecen las diferentes ramificaciones de una línea familiar o linaje (Mateo 1: 1-17). Para hablar del árbol familiar de Israel se utiliza el olivo, puesto que con el aceite de su fruto, la oliva, se honra tanto a Dios como a los hombres (Jueces 9:8). Por supuesto, el olivo simboliza al pueblo de Israel que sirve y honra al Dios Altísimo.

Tronco

Está conectado directamente a la raíz y sostiene las ramas. Mientras más fuerte sea en su base más frondoso podrá ser su ramaje. Hablando de los árboles familiares antiguos el tronco representaría a los patriarcas de un clan o tribu. El tronco de Israel correspondería a Abraham, Isaac y Jacob (Deuteronomio 1:8).

Savia

Es el fluido que circula por todo el árbol y le da vida. Nutre desde la raíz pasando por el tronco, las ramas, las hojas e incluso llega al fruto, las olivas, para después ser transformado en aceite. En sentido figurado, Pablo habla de la rica savia de la cual se nutre todo el árbol (Romanos 11:17). Simboliza la sangre del Señor Jesucristo, la cual también es su Espíritu.

Aceite

La savia atraviesa todo el árbol de olivo y se transforma depositándose finalmente en el fruto que son las olivas, mismas de las se extrae el aceite. En tiempos bíblicos, el aceite se usaba principalmente como alimento (Éxodo 29:2); como combustible para las lámparas con las que se alumbraba en la oscuridad (Salmo 119:105), incluso en el templo (Levítico 24:2); como jabón (Éxodo 29:7); y como medicamento (Lucas 10:34). Por todo ello simboliza El Espíritu del Señor.

Fruto

El fruto del olivo son las olivas o aceitunas. El Señor habla de los frutos con respecto a nuestras obras (Mateo 3:8 / Mateo 7:16 / Mateo 7:18 / Mateo 7:20 / Mateo 21:43). Al igual que en un árbol, el fruto brota de nosotros y produce vida, por eso los frutos simbolizan las buenas obras (Filipenses 4:17).

Ramas

Pablo alude a Jeremías cuando habla de las ramas del buen olivo, que son las doce tribus de Israel (Romanos 11:17 / Jeremías 11:16).

Injertos

En tiempos bíblicos se acostumbraba injertar ramas de olivo silvestre en olivos domésticos. Pablo usa esta figura para describir a los que, aunque son gentiles, sus ancestros pertenecieron a Israel y se les da la oportunidad de volver a ser parte del pueblo santo (Romanos 11:17).

Palos y cayados

En tanto que Zacarías habla de cayados que son quebrados (Zacarías 11: 7-14) y Jeremías de ramas que son arrancadas (Jeremías 11:16), Ezequiel lo hace de palos que se unen (Ezequiel 37: 15-17). Esta figura alude al injerto, mediante el cual dos ramas se adosan y con el tiempo se entrelazan volviéndose una sola. Significa que las dos Casas de Israel al final de los días serán un solo pueblo.

Las palabras hebreas schébet (Strong H 7626) y matté (Strong H 4294) se traducen como vara, bastón y cayado. Schébet tiene el significado de bastón, palo o vara, aludiendo a un palo que se usa para apoyarse, pero también se traduce como cayado, que es el palo curvado en el extremo que el pastor del rebaño usaba para dirigir a las ovejas, corregirlas e incluso auxiliarlas en caso de hallarse en dificultades, como estar atoradas por ejemplo. Se traducía así porque el mismo palo que se usaba como cayado también tenía otros usos, como por ejemplo apoyarse, para defensa, como vara de corrección (castigo) o hasta para golpear las ramas de los olivos a fin de hacer caer su fruto.

Las palabras schébet y matté también se traducen como tribu, clan o familia posiblemente debido a que el cayado era un símbolo de autoridad ya que al clan, tribu o familia se le consideraba como un rebaño y a su jefe como un pastor.

Retoño, vástago o renuevo

Es el tallo nuevo que brota del árbol de olivo. Los profetas lo aplican al descendiente del rey David que será el Ungido (Cristo; Mesías) de Israel (Jeremías 23:5 / 33:15 / Zacarías 6:12 / Isaías 11:1). Es El Señor Jesucristo.

Raíz

Lo que está por debajo y nadie puede ver pero da vida y sustenta a todo el árbol. La raíz simboliza a un personaje a partir del cual comienza una dinastía importante o monárquica. (Isaías 11:1 / 11:10). En general los profetas usan la figura de la raíz del olivo para el rey David cuyo retoño, vástago o renuevo es El Señor Jesucristo.

Pablo habla de otra raíz la cual sustenta las ramas (Romanos 11:16-18). La raíz de todo el árbol en realidad es el propio Señor Jesucristo, quien ya existía antes de Abraham (Juan 8:58 / Marcos 12:37 / Juan 1:1). Jesucristo es por tanto descendiente de David, pero también su ancestro o raíz (Apocalipsis 22:16).




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