La Puerta estrecha y el Camino angosto: entendimiento espiritual de la parábola
En una de sus parábolas El Señor Jesucristo menciona un camino angosto el cual conduce a una puerta estrecha. Por lo descrito, se trata de un camino por el cual muchos prefieren no andar e incluso pocos encuentran, pero si queremos llegar a la Vida eterna es imperativo buscarlo, ya que es el único que conduce a esta. No hay otro:
“Entren por LA PUERTA ESTRECHA, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Pero ESTRECHA ES LA PUERTA Y ANGOSTO EL CAMINO que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran.”. Mateo 7:13-14 RVC
En este capítulo analizaremos los indicios que El Padre Celestial nos ha dejado en Su Palabra para encontrar tanto el camino como la puerta que se abre a la otra vida.
Un camino estrecho es una senda
Por la Palabra sabemos que solo hay dos caminos posibles que conducen a la siguiente vida, el estrecho (por el cual transita poca gente) que va hacia arriba, hacia el Padre Celestial; y el amplio (por el cual muchos transitan) que va hacia abajo, donde está el lloro y el crujir de dientes (Marcos 9:44 / Mateo 24:51):
“El CAMINO DE LA VIDA es hacia arriba al entendido, Para apartarse del Seol abajo”. Proverbios 15:24
Así que no solo es estrecho y difícil de encontrar, sino que también es cuesta arriba.
Ahora bien, en cualquier diccionario encontraremos que un camino estrecho es un sendero, una senda:
Senda:
1.- Camino más estrecho que la vereda formado por el paso de personas o animales.
2.- Procedimiento o medio para hacer o lograr algo.
Diccionario de la lengua española.
De hecho, la versión de La Biblia de las Américas traduce el pasaje de esta forma:
“Porque estrecha es la puerta y ANGOSTA LA SENDA que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo 7:14
Buscando en la Biblia otros pasajes en los que se haga mención de sendas encontramos lo siguiente:
Las sendas antiguas del libro de Jeremías
En su libro el profeta Jeremías nos habla precisamente de las sendas antiguas por las cuales el pueblo de Dios ha dejado de caminar:
“Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que es vanidad, y HA TROPEZADO en sus caminos, en las SENDAS ANTIGUAS, para que CAMINE POR SENDAS Y NO POR CAMINO TRANSITADO”. Jeremías 18:15
En el pasaje anterior se nos dice que la forma en la que el pueblo ha dejado las sendas antiguas ha sido incensando (incensar espiritualmente equivale a pedir en oración: Apocalipsis 5:8) a los dioses vanos de los demás pueblos.
Si bien el profeta habla de sendas antiguas distingue una en especial. Es una senda o camino angosto el cual hay que buscar preguntando, pues se trata del buen camino a la Vida eterna:
“Esto dice el Señor: Deténganse en el cruce y miren a su alrededor; pregunten por EL CAMINO ANTIGUO, el camino justo, y anden en él. Vayan por ESA SENDA y encontrarán descanso para el alma. Pero ustedes responden: ¡No, ese no es el camino que queremos!” Jeremías 6:16 NTV
Visto lo anterior, podemos establecer que la parábola del Señor Jesucristo en la que nos habla del camino angosto y la puerta estrecha apunta directamente al libro del profeta Jeremías.
Dicho en otras palabras, la intención del Señor Jesucristo en Su Parábola del camino angosto y la puerta estrecha es aludir a las sendas antiguas que menciona el libro de Jeremías. Pero ¿a qué se refiere Jeremías al hablar de sendas antiguas?
La senda de la que habla Jeremías es el Pacto
Por lo leído en el Libro de Jeremías podemos entender que esa senda antigua o camino angosto que se nos indica no es otra cosa sino el Pacto de Dios con su pueblo.
Si te fijas bien, en el pasaje que veremos a continuación Jeremías afirma que el pueblo ha tropezado en el camino. El tropiezo es una forma figurada con la que la Biblia se refiere al pecado, que no es otra cosa sino la desobediencia a la Palabra de Dios (1 Juan 3:4).
Así como un estorbo en el camino (digamos un hoyo, alguna piedra o una rama) provoca el tropiezo del caminante y su caída al suelo, un estorbo en el cumplimiento de la Palabra espiritualmente provoca el tropiezo y la caída en pecado.
Para que entiendas la forma figurada en la que está expresada la Biblia examina con detenimiento las siguientes expresiones y detente un poco a meditar en ellas:
“En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan PECAR contra mí sirviendo a sus dioses, porque te será TROPIEZO”. Éxodo 23:33
“Y también: «Una piedra de tropiezo, y una roca que hace tropezar.» Porque AL SER DESOBEDIENTES, ELLOS TROPIEZAN EN LA PALABRA, para lo cual estaban ya destinados”. 1 Pedro 2:8
“Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los TROPIEZOS DEL CAMINO de mi pueblo”. Isaías 57:14
“Tal y como está escrito en el libro del profeta Isaías: Una voz clama en el desierto: Preparen EL CAMINO DEL SEÑOR Y ENDERECEN SUS SENDAS. Todo valle será rellenado, y todo monte y colina será nivelado. Los caminos torcidos serán enderezados, las sendas dispares serán allanadas [como retirando todo estorbo que pueda hacer caer, ya fuere un hoyo o una piedra], y todos verán la salvación de Dios”. Lucas3:4-6 RVC
“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él NO HAY TROPIEZO [es decir, pecado]”. 1 Juan 2:10 RVC
“¡Ay del mundo por los TROPIEZOS! Porque es necesario que vengan TROPIEZOS, pero ay de aquel hombre por quien viene el TROPIEZO!” Mateo 18:7
“¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace TROPEZAR [pecar], y yo no me indigno?” 2 Corintios 11:29
“Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino que más bien decidid no poner TROPIEZO u OCASIÓN DE CAER [en pecado] al hermano”. Romanos 14:13
De modo que caminar o andar el camino es una expresión figurada que en la Biblia se usa para significar la conducta, el modo en el que se comporta la humanidad en general y el pueblo de Dios en particular.
El camino que metafóricamente la Palabra nos marca debemos transitar –el pacto de Dios con su pueblo– no es del agrado de muchos, quienes prefieren caminos más placenteros y mundanos, que aunque llenos de multitudes y alegría van directo a la perdición (el camino amplio y la puerta ancha).
El verdadero camino del Señor es estrecho y solitario, casi nadie quiere transitar por él y los pocos que lo andan están condenados a hacerlo alejados de la bulla que producen las multitudes que van por aquella amplia vía.
El camino angosto es el de retorno al Padre Celestial
El camino estrecho es el andado por el Señor Jesucristo a quien debemos seguir. Esa es la senda antigua que conduce de regreso al Padre Celestial.
Los primeros seguidores del Señor fueron llamados los del Camino (Hechos 9:2 / Hechos 19:9 / Hechos 22:4) aludiendo a un nuevo modo de vida del pueblo de Dios, a una nueva forma de relacionarse no solo con los hombres sino también con el Padre Celestial, el Nuevo Pacto que es la Gracia:
“Pues la Ley [el Primer Pacto] por medio de Moisés fue dada, pero LA GRACIA [el Nuevo Pacto] y la Verdad vinieron por medio de Jesucristo”. Juan 1:17
El Primer Pacto –la Ley dada por medio de Moisés– fue la senda antigua; ahora el Nuevo Pacto –la Gracia concedida por medio de Jesucristo– es el camino de regreso, el camino nuevo:
“Por el CAMINO NUEVO y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.” Hebreos 10:20
Jesucristo regresó al Padre Celestial y quienes le sigan hasta el final también regresarán al Dios de Israel:
“Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre”. Juan 16:28
“Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará”. Juan 12:26 LBLA
El camino estrecho o senda antigua nos lleva de regreso al Padre Celestial. Pon mucha atención a la forma figurada en la que se nos habla en siguiente pasaje:
“Cuando te lleven al exilio ve dejando en el camino señales que indiquen el camino de regreso a Israel. MARCA BIEN LA SENDA DE IDA, porque a tus ciudades RETORNARÁS POR ELLAS ALGÚN DÍA, Virgen Israel”. Jeremías 31:21 NBV
Como ya lo expresé en mi trabajo TUS RAÍCES HEBREAS, el pueblo dejó de cumplir el Pacto y por ello fue esparcido. Si todavía no has leído ese capítulo puedes hacerlo aquí:
• Las tribus perdidas de Israel
El Señor por medio del profeta Jeremías mandó al pueblo a marcar (siempre metafóricamente hablando, por supuesto) con indicios, señales y rastros el camino de ida para que sirvieran de guía (como quien deja caer migas de pan) como preparación para el día del retorno.
Esas señales están por toda la Escritura y por esas mismas podemos entender que quienes siguen a Jesucristo es porque en realidad pertenecen a Israel y esperan la restauración del pueblo elegido.
En todos los libros de la Biblia están las marcas o señales que se nos ha dejado para encontrar el camino de regreso al Padre Celestial. Nosotros solo debemos seguir esas señales para lograrlo.
Fue desobedecer al Padre Celestial lo que provocó la desgracia de Israel por lo que regresar por el camino significa volver a la obediencia al Pacto, pero ya no el anterior, el de nuestros antepasados, sino que ahora por medio de la sangre de Jesucristo cumpliremos un Nuevo Pacto:
“Vienen días en que haré UN NUEVO PACTO CON LA CASA DE ISRAEL Y CON LA CASA DE JUDÁ. —Palabra del Señor. No será un pacto como el que hice con sus padres cuando los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto. Porque yo fui para ellos como un marido, pero ellos quebrantaron mi pacto. —Palabra del Señor. Cuando hayan pasado esos días, el pacto que haré con la casa de Israel será el siguiente: Pondré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón. Y yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.”. Jeremías 31:31-33 RVC
“Porque esto es mi sangre del NUEVO PACTO, que es derramada por muchos, para perdón de los pecados”. Mateo 26:28
Jesucristo es el camino y la Puerta
Así que esa senda es Jesucristo. Él ha venido para iluminar nuestro camino de retorno al Padre:
“Jesús le dijo: YO SOY EL CAMINO, y la verdad, y la vida; NADIE VIENE AL PADRE, SINO POR MÍ”. Juan 14:6
Pero no solo es el camino angosto, también es la puerta estrecha:
“YO SOY LA PUERTA; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos.”. Juan 10:9
Sabemos que el Imperio romano se distinguía por las estupendas y amplias vías que construía para conectar los territorios conquistados. La vía culminaba en la entrada de la ciudad en la cual se construía una gran puerta que daba la bienvenida a todos los visitantes.
La tierra de Palestina, como le llamaron en ese tiempo a la tierra de Israel, no fue la excepción. En tiempos de Jesús, hasta Jerusalén llegaban las amplias vías construidas por el emperador (*). Esas vías que en épocas de festival, se atestaban de gente llegaba desde los diferentes puntos del territorio (Lucas 2:41-44).
(*) Jeremías, Joachim (1980) Jerusalén en tiempos de Jesús. Madrid: Ediciones Cristiandad; página 70
El Señor usa esta imagen de todos conocida como una figura para ilustrar los caminos que espiritualmente transita el pueblo de Dios.
Un camino amplio, construido para ser transitado por multitudes, jamás desembocará en una puerta estrecha pues se formaría un cuello de botella. De la misma manera, un camino angosto no será fácil de encontrar por lo que habrá que buscarlo.
En caso de extravío es necesario corregir al camino mal andado
Pero una vez hallado el camino correcto es necesario andar por este con cuidado porque cualquiera puede extraviarse:
“Hermanos, si alguno DE ENTRE VOSOTROS SE HA EXTRAVIADO de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del ERROR DE SU CAMINO, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. Santiago 5:19-20
Equivocarse de camino puede desembocar en la muerte del alma, en la perdición eterna:
“Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido DE SU MAL CAMINO a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano”. Ezequiel 3:18
Pero no siempre el rumbo será claro, pues vendrán engaños:
“Hay camino que al hombre parece derecho; Pero su fin es CAMINO DE MUERTE”. Proverbios 16:25
Mas la Palabra de Dios siempre estará ahí para alumbrar el camino de quien tenga la disposición de obedecer:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a MI CAMINO”. Salmo 119:105
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