La Casa de Israel y los cristianos

                           La Biblia sin confusione teológicas.

“El pueblo de Efraín [Casa de Israel] es para mí un hijo amado; es el hijo que más quiero. Aun cuando lo reprendo, no dejo de acordarme de él; mi corazón se conmueve y siento por él gran compasión. Yo, el Señor, lo afirmo”. Jeremías 31:20 DHH

Si bien, Moisés fue el primero en predecir que Israel sería desterrado debido a su desobediencia (Deuteronomio 29:24-28), también profetizó que luego de ese castigo, –la dispersión por las naciones–, si el pueblo caído en desgracia se arrepentía y se convertía de sus pecados, el Dios de Israel haría volver a las tribus a la Tierra que había prometido a nuestros ancestros:

«Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y TE ARREPINTIERES en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado El Señor tu Dios, y TE CONVIRTIERES a El Señor tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, ENTONCES EL SEÑOR HARÁ VOLVER A TUS CAUTIVOS, Y TENDRÁ MISERICORDIA DE TI, Y VOLVERÁ A RECOGERTE DE ENTRE TODOS LOS PUEBLOS ADONDE TE HUBIERE ESPARCIDO EL SEÑOR TU DIOS. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá El Señor tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver El Señor tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres». Deuteronomio 30: 1-5

El arrepentimiento del que habla el pasaje consiste en reconocer que se ha llevado una vida lejos del cumplimiento de la Voluntad del Padre Celestial la cual está expresa en su Palabra, la Biblia. A esta falta de cumplimiento es a la que se le llama pecado y es de lo que es necesario arrepentirse. La Casa de Israel –acorde a la Escritura un ente que aunque oculto es vivo y real– ha vivido alejada de las Promesas del Pacto debido a que hace miles de años perdió su memoria e identidad.

Jesucristo: el Elegido que unificará las tribus

La Biblia se refiere a la Casa de Israel en una gran cantidad de ocasiones, tanto en forma expresa como en forma de alusión. De hecho el eje de la enseñanza bíblica es el drama de esa parte del pueblo elegido, conocido como las ovejas perdidas, que por su desobediencia fue desarraigado y esparcido entre las naciones. Olvidado por los hombres, mas no por Dios, quien no cesa de anunciar por medio de sus profetas que al final de los tiempos un Elegido de la tribu de Judá será Ungido para llevar a cabo la tarea sobrenatural de recuperar, redimir y salvar a su pueblo que vive en la perdición (Mateo 12:18).

Según las profecías, al final de los tiempos todas las tribus de Israel –tanto las perdidas como las que no lo están– serán rescatadas de entre las naciones de la Tierra por el Elegido.

Tal Elegido es Jesucristo y por tanto sus seguidores rescatados de entre los gentiles, los llamados cristianos (seguidores del Cristo o Ungido), no pueden ser otros sino los descendientes de aquellas tribus perdidas, la Casa de Israel, de las que incesantemente hablan las profecías.

“Yo SALVARÉ a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja. Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a MI SIERVO DAVID, él las apacentará, y él les será por pastor. Yo El Señor les seré por Dios, y MI SIERVO DAVID príncipe en medio de ellos. Yo El Señor he hablado”. Ezequiel 34:22-24

“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”. Juan 10:16

El Señor anunció que si bien preservaría a Judá, debido a la idolatría de Israel este no sería más su pueblo, profecía que se cumplió con la invasión asiria:

“Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque NO ME COMPADECERÉ MÁS DE LA CASA DE ISRAEL, SINO QUE LOS QUITARÉ DEL TODO. Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por El Señor su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes. Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, PORQUE VOSOTROS [LA CASA DE ISRAEL] NO SOIS [MÁS] MI PUEBLO, NI YO SERÉ [MÁS] VUESTRO DIOS”. Oseas 1: 6-9

Sin embargo la profecía dejó abierta la futura redención para los descendientes lejanos de aquellas tribus caídas en desgracia:

“Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois [más] mi pueblo, ni yo seré [más] vuestro Dios. Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. Y se congregarán LOS HIJOS [DESCENDIENTES] DE JUDÁ Y DE ISRAEL, y nombrarán UN SOLO JEFE [JESUCRISTO], y subirán de la tierra…”. Oseas 1: 10-11

Pablo, entendiendo que los gentiles que creían en Jesucristo eran aquellos descendientes de las tribus que fueron desarraigadas, anunció:

“…a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de LOS GENTILES? Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente…” Romanos 9:24-27

 

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