LAS DOS CASAS [JUDÁ Y EFRAIM] (10): ¿Se Olvidó Dios de Efraín y Judá?
Por Ana B. Contreras
Hemos estado
viendo que el Reino del Norte de Israel (también conocido como la Casa de
Efraín), no se arrepintió, a pesar de los continuos llamados que les hizo el
Señor.
El resultado
de su falta de arrepentimiento fue la dispersión y asimilación de las 10 Tribus
del Norte, primero en Asiria y luego en el resto de las naciones paganas del
mundo. Habiéndose separado de sus raíces
hebreas, les fue fácil asimilarse a las culturas paganas de los pueblos
a donde fueron a habitar. Poco tiempo
después, ellos ya no parecían hebreos; más bien actuaban y vivían tal como los
gentiles. Ellos no murieron ni
desaparecieron (por lo menos a los ojos de Dios), sino que se mezclaron con todas
las naciones de la tierra.
Uno debe
preguntarse: ¿Se
habrá olvidado Dios de las ovejas perdidas de Israel para siempre? ¿Qué dice
Jeremías acerca de Casa de Israel (es decir, las 10 Tribus del Norte, también
conocidos como “Efraín”?
(Jeremías 31:6-10) Porque habrá día en que clamarán los
guardas en el monte de Efraín: Levantaos, y subamos a Sión, al
Eterno nuestro Dios. Porque así ha dicho el Eterno: Regocijaos en Jacob con
alegría, y dad voces de júbilo a la cabeza de naciones; haced oír, alabad, y
decid: Oh Eterno, salva a tu pueblo, el remanente de Israel. He aquí yo los hago volver de la tierra del
norte, y los reuniré de los fines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos,
la mujer que está encinta y la que dio a luz juntamente; en gran compañía
volverán acá. Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré
andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán;
porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito. Oíd
palabra del Eterno, oh naciones, y hacedlo saber en las costas que están lejos,
y decid: El que esparció a Israel lo
reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño.
¿Qué representa Efraín para el Señor? Es Su primogénito, y no se ha olvidado de
ellos. El Señor los esparció, pero ha
estado pendientes de cada uno de ellos y los ha guardado a dondequiera que
hayan ido. Y en los últimos tiempos, el
Señor los reunirá y los traerá de nuevo a su Tierra.
Aunque Efraín se fue, como el hijo pródigo, llegará el día
en que regresará a Casa. Y el Padre lo
recibirá con los brazos abiertos (Lucas 15:11-32).
LAS OVEJAS
PERDIDAS SERÁN HALLADAS
Hoy día sabemos que la Casa de Judá son los “judíos”,
pero dónde están “las Ovejas Perdidas” de la Casa de Israel.
El mensaje de
Oseas estaba destinado a la Casa de Israel (Efraín), y esto fue algo que dijo
de ellos:
(Oseas 1:10) Con todo, será el
número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede
medir ni contar. Y el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo
mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente.
Pablo tomó esta palabra profética de Oseas, y la explicó
en su carta a los Romanos.
(Romanos 9:24-27) a los cuales también ha llamado, esto es, a
nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles. Como también en Óseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi
pueblo, y a la no amada, amada. (Os. 2:23) Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán
llamados hijos del Dios viviente. (Os. 1:10) También Isaías clama tocante a Israel: Si
fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el
remanente será salvo. (Isa.
10:22-23)
Pablo entendía
perfectamente que la “Casa de Israel” se encontraba ahora entre los gentiles,
asimilados entre todas las naciones.
También Pedro
hizo mención de la profecía de Oseas:
(I Ped.
2:10) vosotros que en otro tiempo
no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo
no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
...y luego
agrega:
(I Pedro 2:25)
Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis
vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.
Jesús era
judío y ministró a los judíos, pero mencionó a otras ovejas.
(Juan 10:6) También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas
también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
¿A quién fue enviado el Mesías en su primera venida?
(Mateo 15:24) Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino
a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Es interesante
que, aunque Jesús estuvo entre los judíos, pocos de ellos le recibieron.
(Juan 1:11-13) A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. (12) Pero a todos los que le recibieron, les dio
el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su
nombre, (13) que no nacieron de sangre, ni de la voluntad
de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
Es
triste. Pero Pablo nos explica que esta “ceguera”
(de no reconocer al Mesías) es parte del Plan de Dios. El apóstol
revela el misterio en Romanos 11.
(Romanos 11:7-12)
Entonces ¿qué? Aquello que Israel busca no lo ha alcanzado, pero los que
fueron escogidos lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos; (8)
tal como está escrito: Dios les
dio un espíritu de estupor, ojos con que no ven y oídos con que no oyen, hasta
el día de hoy. (9) Y David dice: Su banquete se convierta en lazo y en trampa, y en piedra de tropiezo y
en retribución para ellos. (10) Oscurézcanse
sus ojos para que ni puedan ver, y dobla sus espaldas para siempre. (11)
Digo entonces: ¿Acaso tropezaron para caer? ¡De ningún modo! Pero por su
transgresión ha venido la salvación a los gentiles, para causarles celos. (12) Y
si su transgresión es riqueza para el mundo, y su fracaso es riqueza para los
gentiles, ¡cuánto más será su plenitud!
Dios permitió
la ceguera de Judá para que la salvación llegara también a las ovejas perdidas
de Israel y a todos los gentiles.
Sabiendo esto,
Pablo nos exhorta a que no nos creamos superiores a ellos, ni los
menospreciemos por haber reconocido al Mesías. Más bien, debemos estar agradecidos, porque su
dureza nos ablandó el corazón a nosotros. Y llegará el día en que las escamas de sus
ojos caerán y reconocerán a Su Mesías.
(Romanos
11:17-26) Pero si algunas de las ramas fueron
desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y
fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, (18)
no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante, recuerda
que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta
a ti. (19) Dirás entonces: Las ramas fueron desgajadas
para que yo fuera injertado. (20) Muy cierto; fueron desgajadas por su
incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino
teme; (21) porque si Dios no perdonó a las ramas
naturales, tampoco a ti te perdonará.
(22) Mira, pues, la bondad y la
severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de
Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado. (23) Y
también ellos, si no permanecen en su incredulidad, serán injertados, pues
poderoso es Dios para injertarlos de nuevo.
(24) Porque si tú fuiste cortado
de lo que por naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo que es natural
fuiste injertado en un olivo cultivado, ¿cuánto más éstos, que son las ramas
naturales, serán injertados en su propio olivo?
(25) Porque no quiero, hermanos,
que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión:
que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado
la plenitud de los gentiles; (26) y así, todo Israel será salvo; tal como está
escrito: El Libertador vendrá de Sión; Apartará la impiedad de Jacob
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